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Aprendizaje de las recesiones económicas

Si bien el final de la crisis no es oficial, ya empieza a sentirse cierta recuperación económica. Y ahora es momento de reflexionar, ¿qué nos deja el caos financiero de los últimos meses?
mié 11 noviembre 2009 11:05 AM
“La conclusión es que cualquier amenaza se puede convertir en oportunidad”. (Foto:Manufactura)
juvencio2 (Foto: Manufactura)

Aun cuando no se puede afirmar que todo esté escrito sobre la primera recesión del siglo xxi, algunos de sus efectos parecen comenzar a amainar, al menos en algunos de los sectores más afectados, como lo ha sido el automotriz y sus cadenas de autopartes, construcción y todos sus insumos, electrónica y telecomunicaciones. ¿Qué es lo que queda después de una recesión como la vivida el último año? Empresas perdurables. "Lo que no mata... engorda", así, aquellas empresas que lograron sobrevivir los peores tiempos, resultan fortalecidas al final.

‘Darwinistamente', las que mejor se adaptaron a las condiciones difíciles del entorno y tuvieron las menores pérdidas, o algunas utilidades, serán capaces de alcanzar mayores índices de rentabilidad. Las que no pudieron adaptarse, desaparecieron, dejando de ese modo su participación de mercado a los supervivientes adaptados. Algunas de estas empresas se vieron obligadas a volverse ‘esbeltas', aún con el riesgo de caer en la ‘anemia' operativa, y una vez superada la crisis de liquidez y de demanda, simplemente se tendrán que mantener ‘en forma'.

Una racha alcista en los mercados de valores, con la correspondiente confianza de los inversionistas y sensacionales ganancias para aquéllos que de manera optimista intuyeron que se trataba de tener paciencia y comprar en el momento oportuno. Enhorabuena para todos aquellos inversionistas que confiaron en la fortaleza de los mercados y quienes tuvieron rendimientos hasta de 40% en los últimos seis meses.

Esta racha alcista es consecuencia de una clara percepción de los inversionistas en cuanto a la productividad incrementada en los sectores. Desafortunadamente, los altos niveles de desempleo son un sinónimo de mejoras de dicha productividad. Las contracciones obligan a hacer lo mismo o más con menos, y así permanecen después de las recesiones. 

La desconfianza de quienes perdieron sus empleos y cerraron sus empresas; muchos de los cuales forman parte de una generación que no sabía lo que era una crisis, pero que, de hoy en adelante, se volverán precavidos y recelosos en todos los proyectos que estén por emprender.

Tras el caos económico, tendremos el optimismo de que podemos superar exitosamente cualquier depresión económica, y el conocimiento de que son ciclos, de los cuales resultan incrementos en la productividad de todos los sectores. El mundo no se acaba con las crisis, los mercados se recuperan, siguen solicitando bienes y servicios y, finalmente, las aguas retoman su cauce.

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También queda la experiencia de que Estados Unidos (EU) puede haber sido el gran causante de la dichosa crisis, pero que, a diferencia de otros países, sale solo de sus problemas, ellos mismos tapan los agujeros que abren. Los estadounidenses resuelven sus problemas con su propio dinero; incluso, si lo piden, lo pagan muy bien.

Claro, el costo lo cubrirán los contribuyentes, qué a fin de cuentas, son los mismos que en los últimos años se emborracharon de crecimiento exuberante. "En su pecado llevan la penitencia". Sin embargo, los mercados globales, perfectamente conscientes —y aun en la peor de las contingencias económicas—, prefirieron continuar cobijándose en la seguridad que ofrecía el dólar estadounidense.

Otra cosa nos queda muy clara: la advertencia de que el actual gobierno de eu no está dispuesto a rescatar a todos. Que muera quien tenga que morir. No se permitirán abusos ni excesos entre los altos ejecutivos. Y este es el principio del fin del capitalismo depredador, irresponsable y sin ética.

La conclusión es que cualquier amenaza se puede convertir en oportunidad, sabemos que todo es cuestión de actitud, de mantener la cabeza fría, pero también sabemos que debemos ser muy pacientes y pensar positivamente.

* El autor es doctor en Planeación Estratégica y coach organizacional en competitividad y productividad.

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