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Tabú nuclear

A 24 años del accidente de Chernobyl el tabú nuclear parece desaparecer; Y la creciente demanda energética será cubierta por núcleo eléctricas más seguras.
mar 23 marzo 2010 12:52 PM
Bloom Energy cree que las empresas están dispuestas a pagar un poco más por presumir que generan energía límpia. (Foto: Jupiter Images)
planta-luz-gas-nuclear (Foto: Jupiter Images)

Desde aquel 26 de abril de 1986 —cuando el reactor cuatro de la Central Nuclear de Chernobyl explotó, liberando 500 veces más material radioactivo que el de la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945—, el concepto nuclear dejó de ser percibido como símbolo de modernidad y se convirtió en una especie de mito, al que las autoridades soviéticas ayudaron a alimentar.

Más de 9,000 personas muertas por cáncer, infertilidad en cientos de mujeres y 57,000 km2 contaminados, son sólo algunas de las cifras que, se estima, dejó este accidente -también se habla sobre la mutación de animales, sin que se haya constatado-.

A 24 años de esto, familias que huyeron de la región donde tuvo lugar la explosión comienzan a regresar y, curiosamente, con ello la posibilidad de que la creciente demanda de energía sea cubierta con nucleoeléctricas.

De hecho, en el mundo se cuentan 450 reactores nucleares de potencia en funcionamiento, los cuales suministran cerca de 16% de la electricidad que se genera en el orbe, reflejan datos de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).

"Las centrales nucleares que funcionan bien son fuentes de electricidad competitivas y rentables. Una razón de ello es que la construcción de éstas es relativamente costosa, pero su explotación es relativamente barata", se comenta en el estudio Energía nucleoeléctrica y desarrollo sostenible.

Cabe decir que los reactores nucleares de potencia no emiten prácticamente ninguno de los contaminantes atmosféricos tradicionales asociados con la combustión de los combustibles fósiles, principalmente dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas en suspensión (SPM).

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Por cierto, según la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), las centrales nucleares, de carbón, petróleo y gas, al igual que las geotérmicas, también generan radiaciones. "(La energía nuclear) es limpia, confiable en el suministro, no contaminante, pero con una desventaja que los ecologistas levantan como bandera: produce residuos que tardan muchos años en perder su actividad", escribe Dario Jinchuk en Energía nucleoeléctrica.

Este no es un tópico ajeno para los encargados de legislar en cuestión energética en nuestro país. De hecho, para el partido en el gobierno es un tema que debería considerarse en los debates, a propósito de los 20 años que lleva operando Laguna Verde, la cual genera al año 4,782 GWh por unidad.

Un dato que no debemos pasar por alto es que si bien en los países desarrollados es donde más tienen lugar este tipo de tecnologías, es en los emergentes donde más proyectos de esta naturaleza existen, con los riesgos bélicos que esto representa.

Lo que sucedió en Chernobyl tal vez sea distinto en magnitud a lo que pasó, por ejemplo, con el ferrocarril, la aviación y la industria marítima, pero si escudriñamos en la historia, veremos que en estas y otras áreas se han presentado accidentes que las han marcado, y que son parte del ejercicio de prueba y error que de manera inevitable está aparejado con el desarrollo de las sociedades. Hoy que la industria nuclear ha colaborado a elevar los estándares de seguridad y mantenimiento, tal vez sea oportuno discutir su viabilidad bajo una nueva óptica.

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