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Blindaje, un negocio al alza en México

Las empresas dedicadas a este mercado en el país cerrarán el año con 1,900 unidades reforzadas; el comercio de este tipo se ha extendido a guayaberas, chaquetas y chalecos con placas antibala.
mié 29 diciembre 2010 05:25 PM
El Gobierno de México planea destinar para el 2011 7 millones de dólares en la compra de autos blindados.   (Foto: AP)
BLINDAJE (Foto: AP)

La camioneta de Minerva Bautista fue perforada con decenas de disparos, dos de sus escoltas murieron pero ella sólo tuvo heridas leves gracias a un poderoso acompañante: el blindaje. La mujer justificaba la férrea coraza de su camioneta Jeep porque era la secretaria de Seguridad Pública del estado de Michoacán, uno de los más azotados por la violencia del narcotráfico en el país.

Pero la necesidad de protección está creciendo entre el resto de los ciudadanos, que recurren al blindaje incluso para autos considerados modestos o en prendas de uso cotidiano, como las guayaberas, que llevan placas antibalas.

"Si miramos un par de años atrás (esta protección) estaba orientada a los grandes empresarios o a las familias poderosas de México . Hoy en día se ha ramificado más el perfil del cliente por la misma necesidad", dijo Fernando Echeverri, director de la empresa Ballistic.

En los talleres de la Ciudad de México de la firma (que también opera en Colombia, Venezuela, Perú, Guatemala e Italia) los trabajadores desmantelan totalmente los vehículos para crearles un nuevo cascarón, con placas de acero y vidrios de hasta 75 milímetros de grosor.

El garaje está lleno de grandes camionetas y Hummers, pero poco a poco la demanda se está ampliando a autos que podrían ser considerados de un bajo nivel, como los modelos Bora, Jetta y hasta Pointer, de la alemana Volkswagen.

Las siete empresas que integran la Asociación Mexicana de Blindaje cierran el 2010 con un total de 1,900 unidades reforzadas con esta herramienta, un aumento del 20% frente al año pasado, cuando el negocio cayó por la crisis global.

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Gobierno, el cliente frecuente

A Bautista, quien abandonó la vida de funcionaria tras el atentado en abril, la atacaron con un arsenal digno de una guerra: AK-47, rifles Barret calibre 50 y R-15, escopetas calibre 12, granadas de fragmentación y de calibre 40.

Según medios locales, le hicieron más de 2,700 detonaciones de las cuales 350 impactaron su auto, el cual fue expuesto por la empresa que lo hizo, como una suerte de trofeo.

Ella salvó la vida con su protección de nivel cinco, en una escala que llega hasta el seis, y cuyos costos van desde los 50,000 a los 120,000 dólares, superando por mucho el precio del vehículo.

Su caso fue registrado como uno de los ataques más despiadados de los narcotraficantes, en medio de la ofensiva frontal que mantiene el Gobierno mexicano contra los cárteles, que a su vez protagonizan cruentos enfrentamientos.

Desde que el presidente Felipe Calderón Hinojosa asumió el cargo, a finales de diciembre del 2006, los ataques han dejado unos 30,000 muertos según cifras oficiales, aunque conteos de la prensa local arrojan más de 33,000 víctimas.

El 2010 llamó especialmente la atención por el aumento de muertes de civiles inocentes y por el número de atentados en contra de funcionarios públicos, sobre todo alcaldes, un sector que también está requiriendo de una mayor seguridad.

"Es el fenómeno creciente de privatización de la violencia", dijo Adalberto Santana, especialista sobre tráfico de drogas en América Latina. "Cuando el Estado deja de cumplir una función, la gente común y corriente tiene que ir buscando su propia alternativa", agregó.

El Gobierno de México planea destinar para el 2011 unos 7 millones de dólares en la compra de autos protegidos  y para el blindaje de vehículos de la policía federal preventiva, un monto un poco mayor a lo destinado en otros años, de acuerdo con el presupuesto nacional.

"El sector gobierno también se ha vuelto muy importante, se vende mucho volumen", dijo Echeverri. "Antes encontrábamos que era únicamente la parte alta del Gobierno, hoy en día por el problema que se vive, ya encontramos blindajes a todo nivel" , agregó, sin ofrecer detalles.

Guayabera blindada

Además del aseguramiento de vehículos, también está creciendo entre los mexicanos la necesidad de adquirir prendas protectoras que no llamen la atención en la vida cotidiana, como guayaberas, chaquetas y chalecos, que tienen placas de cerámica antibala.

"Evidentemente que sí estamos vendiendo más (...) la policía está en una lucha muy fuerte contra una delincuencia organizada que cuenta con mucha tecnología y muchas herramientas", dijo Javier Di Carlo, portavoz de la empresa Miguel Caballero, especializada en la ropa protegida.

"Nuestros clientes son empresarios, de la pequeña y la mediana, son profesionistas, gente que tiene un nivel de riesgo y no tiene un aparato de seguridad por detrás, como autos blindados o escoltas", agregó Di Carlo.

El portavoz dijo que no podía ofrecer cifras sobre montos o volúmenes de venta por razones de seguridad. Los aparadores de la empresa, instalada desde el 2006 en un lujoso barrio de la Ciudad de México, lucen, entre otras cosas, finas chaquetas de gamuza y de cuero, protegidas con placas de cerámica de peso liviano, unos 2.5 kilogramos.

El producto estrella actualmente es un chaleco ligero, con un costo de 300 dólares, pero la prenda más cara es una chamarra de piel de bovino importado, tiene un precio de 4,000 dólares y soporta disparos calibre 38 y 9 milímetros. "Este es un producto de gente que lo que menos quiere es que se sepa que está blindada", dijo Di Carlo.

Entre sus clientes se encuentran Hugo Chávez el presidente de Venezuela y el ex presidente de Colombia Álvaro Uribe. En la nación mexicana, su perfil de compradores también incluye a gobernadores, presidentes municipales y otros funcionarios.

Según estimaciones privadas, la violencia cuesta a la economía del país alrededor del 1% del Producto Interno Bruto (PIB) , en parte por el gasto que se realiza en equipos para protección y no se contabiliza como "productivo". Pese a que Echeverri reconoce que la violencia impulsa su negocio, quisiera que la realidad fuera otra.

"Ya no se salva ninguna región, ya no podemos decir que haya una ciudad tranquila", dijo. "Preferiría vivir más tranquilo y que el negocio fuera más pequeño", agregó.

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