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Los 6 peores tipos de jefe

Arrogantes, rencorosos y fanáticos del control son los perfiles más criticados por los empleados; un buen líder debe ser empático con su equipo y confiar en las capacidades de los demás.
vie 25 julio 2014 06:01 AM
En México persiste el estilo autoritario de liderazgo.  (Foto: Archivo)
jefe malo (Foto: Archivo)

Tal vez los jefes sean quienes realicen la evaluación anual de desempeño. Pero no nos engañemos: su propio desempeño es juzgado diariamente por los que trabajan para ellos.

Y cuando el jefe es una persona incompetente, un arrogante desconsiderado o rencoroso, las evaluaciones serán… brutales.

Los lectores de CNNMoney contaron cuáles son las características de un pésimo jefe . Con base en sus respuestas, parecen caer en una de seis categorías:

1.- El lamebotas sin carácter: Esta clase especial son “totales patanes con los empleados, al tiempo que son ángeles con sus superiores”, escribió L. Tolbert de Wichita, Kansas.

Si llegan a creer que tu trabajo provocará posible descontento en los ejecutivos de primer nivel, no dudarán en sacrificarte y echarte a los perros. Ellos “no pueden resistir la presión política de arriba, ceden de inmediato, no luchan por su gente ni la defienden”, explica Colin Adams de Somerville, Mass.

2.- El dos caras Jekyll y Hyde: Los lectores fueron muy críticos con los jefes que mostraron favoritismo y aplicaron un “descarado doble rasero”.

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Un jefe realmente pésimo “tiene sus pocos favoritos y los otros no valen nada”, dijo un lector de Virginia.

3.- El narcisista: Estas joyitas tienen gran egolatría, y suelen ser mezquinos.

Un lector dijo que tuvo dos jefes pésimos, ambos eran “sociópatas narcisistas” y “mentirosos consumados”.

“Todo gravitaba en torno a ellos y no tenían capacidad para relacionarse con los demás o tener empatía por otros”, expuso John Balestrieri de Wisconsin.

Jonathan Houck de New Jersey lo puso de esta manera: Ellos son el “el niño problemático de una cultura empresarial que premia el fracaso, la insidia, la indiferencia, el egoísmo, el narcisismo, y la cortedad de miras”.

4.- El que no hace nada: No hay nada como dejarse el lomo en un proyecto sólo para ver que el jefe se roba todo el crédito, con apenas una mención tangencial de las personas que realmente hicieron el trabajo.

Peor aún es cuando la persona a cargo te desestima, rechaza tus ideas y luego no reconoce que podrías haber estado en lo correcto después de todo.

“Un mal jefe nunca admite que se equivoca o se disculpa ante los empleados si es necesario”, escribió Ken Hopkins de Dallas.

Luego está, por supuesto, el enfoque de limitar su gerencia a la mera presencia, sin actuar.

Tales jefes “no proporcionan ningún valor, cuando los buscas para un consejo o bien te dicen que te las arregles solo o te envían con alguien más. No hacen seguimiento y nunca están disponibles. Pero son rápidos para regañar cuando el desempeño no es el que debe ser”, dijo Anthony Williams de Oregon.

5.- El ermitaño: Los jefes deben interactuar con sus subalternos. Aparentemente, sin embargo, el jefe que evita el contacto y se aísla no recibió ese memo.

“Se pone a sí mismo en una torre de marfil donde todo el mundo tiene miedo de acercársele y hablar con él, por lo que no hay intercambio de ideas. Él no se entera de los problemas hasta que ya es demasiado tarde. Y tiene nula conexión con su personal”, escribe Dave de Maryland.

6.- El fanático del control: Una participación exageradamente activa, donde el jefe quiere tener injerencia directa en todo, puede enloquecer a los empleados. En esta categoría cae el “micromanager”.

Un lector de Pennsylvania se quejó de un jefe que le asignó un proyecto de redacción sin darle muchos detalles. Luego el jefe lo re-escribió todo “como si él fuera el único que podía hacerlo con claridad. Devalúa lo que uno aporta y la confianza.”

Kimberley Moore de California citó a una jefa que “iba incluso en los días en que descansaba, sólo para asegurarse de que estábamos haciendo todo a su manera”. El mensaje para los empleados era evidente: “Ella no confiaba o tenía fe en nuestras capacidades para hacer las cosas, sin importar el tiempo que llevábamos con la empresa”.

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