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Un empresario da su última morada a 2,500 haitianos muertos

Daniel Rouzier puso manos a la obra y le dio un sepulcro digno a víctimas del sismo
mar 02 febrero 2010 08:08 AM
Manos a la obra. Daniel Rouzier sepultó a 2,500 víctimas del sismo en Haití
rouzier2 Manos a la obra. Daniel Rouzier sepultó a 2,500 víctimas del sismo en Haití

Daniel Rouzier coge un rosario de caoba y un par de guantes de látex en su mano izquierda. Una máscara estéril cubre su rostro.

Mira atento como dos máquinas excavadoras rasgan en la tierra y trazan nuevas zanjas. Brazos, piernas y cuerpos enteros se sacuden y vuelan antes de alcanzar su última morada.

La peste de la carne humana que se ha estado pudriendo por 17 días llena el aire.

Rouzier enterró por sí mismo los 2,500 cuerpos que han llegado aquí. Eran madres, padres, hijos e hijas a los que nunca se les dio una sepultura adecuada luego de morir en el sismo que azotó a la capital haitiana de Puerto Príncipe el 12 de enero.

Por lo menos 150,000 murieron ese día, según cálculos del gobierno haitiano. Muchos cuerpos fueron botados aquí, cerca del poblado de Titanya, 45 minutos al noreste de la capital.

Rouzier es dueño de una agencia automotriz y apoya las operaciones de la fundación Comida para los Pobres. El empresario dice que un día miraba un reporte de CNN sobre la cantidad de cuerpos que se apilaban y dejaban pudrir, sin un entierro adecuado.

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“Estaba horrorizado”, dice. “Era un sacrilegio”, dijo en una entrevista con CNN. Haití, añadió, es un país muy espiritual y con un gran respeto por los muertos.

“Esto”, dijo, mientras señala las pilas de muertos, “va en contra de las tradiciones de Haití. Es una completa falta de respeto por los difuntos”.

Mentira oficial

Marie Laurence Lasseque, la ministra de información de Haití, había dicho a Anderson Cooper, de CNN, que los muertos habían sido transportados fuera de la ciudad en camiones y que habían sido sepultados en fosas.

La funcionaria añadió que la empresa estatal CNE “estaba haciendo un buen trabajo” en el manejo de los cuerpos.

Pero luego de que vió las imágenes de los cuerpos en CNN, Rouzier decidió poner manos a la obra.

El viernes 29 de enero, por la mañana, pidió por teléfono varios vehículos de carga. Luego le pidió a su taller de soldaduras que le forjaran cinco cruces de metal y le pidió al obispo Pierre André Dumas que viniera a celebrar el rito de la extremaunción.

A Dumas le acompañó el padre estadounidense Richard Frechette, que además es un médico que ayuda a los pobres en Haití. Entre los dos rociaron agua bendita y rezaron sobre las recién abiertas tumbas y las pilas de cuerpos.

Rouzier y su equipo sepultaron 1,500 cadáveres el viernes. Al próximo día, regresaron a enterrar otros 1,000. Nadie sabe cuántos cuerpos más se apilan en los valles cercanos.

Algunos quedaron cerca de Titanyan, cuyo funesto pasado ahora extiende con la fúnebre labor de Rouzier. Aquí es donde el trabajo sucio de la política de Duvalier llegó a su punto más bajo. Se dice que auqí terminaron los cuerpos de miles que murieron bajo su brutal dictadura.

Rouzier supervisó el área: grava entre colinas suaves donde por siempre campearán las almas de los muertos.  Por lo menos, el empresario ha podido restaurar la dignidad de algunos de ellos, aunque nadie sabe quién fue sepultado debajo de las cinco cruces de metal.

“A lo mejor sí pasaron a mejor vida, pero eso nunca lo sabré”, dice Rouzier.

Él no quiere culpar a nadie por lo que pasó. Es fácil señalar a los demás en una tragedia de dimensiones épicas. Rouzier simplemente se siente aliviado al haber cerrado una parte de la tragedia dos semanas después del devastador sismo.

“Me siento agradecido por haber podido hacer esto”, dijo. Luego le pidió a los periodistas que se apartaran de los montículos de tierra para que no pisaran a los muertos.

Fueron dos días duros para Rouzier. Pero para 2,500 haitianos, fue un acto de gracia.

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