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La historia de un joven matrimonio sirio que la guerra destruyó

La joven Ayat al Qassab se había casado en desafío al gobierno de Bachar al Asad, y decidió quedarse en Homs a pesar del peligro
sáb 29 diciembre 2012 03:45 PM

Por tercera vez Mahmoud al Qassab entierra a uno de sus hijos. Retrocede mientras sus vecinos y familiares tiran tierra sobre la tumba de su hija. No llora.

“Agradezco a Dios por mi tercer mártir: Ahmed, Abdullah y ahora ella. Doy gracias a Dios, no diré nada contra su destino”, dice Mahmoud a un activista que filma el pequeño funeral.

Hace unos meses, Ayat al Qassab, de 18 años, cantó y bailó con su madre y tías mientras se ponía su vestido de novia. Ahora, su cuerpo destrozado está en una tumba debajo de los derruidos edificios de Homs.

“Ella fue asesinada, y se llevó mi corazón, mi mente y todo con ella, pero no nos rendiremos. No retrocederemos. Debemos de seguir adelante”, dice su ahora viudo Mohammad Jumbaz.

Ayat no dirigió batallas  o charlas diplomáticas . Ella era como muchos otros sirios: joven, con esperanza, y ahora muerta.

“No había una hija como ella. Ella era brillante, hermosa y juguetona. Entonces comenzó el asedio y con él su destino”, dice Aisha al Qassab, madre de Ayat, en medio de lágrimas.

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Ayat y Mohammad se enteraron recientemente de que estaban esperando su primer hijo. La nueva familia estaba encantada, aún cuando la UNICEF estima que 2.5 millones de sirios han sido afectados por la violencia y la inestabilidad en el país.

“Mi amor, se acababa de casar hace unos meses, luego se embarazó y ahora es una mártir”, dice la madre de Ayat.

Un cohete de 120 milímetros disparado contra la casa de la familia golpeó a Ayat en la cabeza, y la mató junto con el bebé que esperaba. El padre de Ayat, que se encontraba a un lado de ella, quedó herido de un hombro.

“La semana antes de que murió, quedó herida de una de sus manos, tenía esa sensación de mi corazón de que eso era una señal. Era como si Dios nos hubiese dado otra semana para tenerla y decirle adiós”, dijo Mohammad.

Joven, desafiante y enamorada

Valiente y desafiante, Ayat difícilmente hablaba de las frivolidades de las novias o del pastel de boda.

“Vestí de blanco, pero no tuvimos una boda tradicional por este animal en el poder”, dice Ayat en una entrevista luego de casarse. “Esperamos que una vez que el régimen caiga tengamos una boda, porque nuestra felicidad es el fin de este gobierno”.

Aunque Ayat y Mohammad se casaron luego de una semana de conocerse, ambos estaban enamorados, dice su madre.

“Ella era joven, y no tenía plan alguno para que se casara. Un joven trabajador le gustó, y ella lo vio y él la vio y se enamoraron y se casaron”, dice Aisha, mientras se lleva sus manos a su cabeza como intentando olvidar.

Los nuevos esposos vieron su matrimonio como un símbolo a la resistencia contra el presidente sirio Bachar al Asad.

Para Mohammad, un combatiente rebelde de medio tiempo, la revolución sigue siendo su escudo, pero el joven hombre también cree que vivir y amar fue el más grande desafío para todos.

“Era maravillosa. Éramos nuevos esposos y estábamos felices. Aún si me hacía enojar, no podía estar mal con ella. Su gentiliza capturó mi corazón y rezo por que Dios le abra las puertas del cielo a ella”, dijo.

Las armas y las batallas están lejos de la verdadera pasión de Mohammad: hornear postres. El joven chef adora hacer golosinas para los combatientes en Homs, las familias y los niños.

“Cuando le doy postres a una familia, es como si les diera un tesoro”, dice mientras ríe por primera vez, agradecido del poder de un simple postre en una ciudad destruida por la guerra.

Ayat compartía entregar alegría a través de pasteles rociados, aun cuando el gas, la harina, la leche y el azúcar escaseaban.

“Ella amaba los postres, y más que eso, amaba verme hacerlos. Hicimos galletas y ella murió antes de que las pudiera comer, por lo que las regalamos”, dice Mohammad, aún sonriendo.

Una infancia cortada

Ayat nació y fue criada en el viejo distrito de Homs, la tercera ciudad más grande de Siria. Su padre era un trabajador y su madre ama de casa. Era la tercera de cinco hijos.

“Amaba estudiar, ella habría estudiado siempre. Cuando comenzó el asedio no dejaron escuelas abiertas”, dijo la madre de Ayat.

Más de 2,000 escuelas han sido dañadas o destruidas en violencia relacionada con la guerra civil, y unas 600 son refugios para gente desplazada, de acuerdo con el gobierno sirio.

“Amaba ayudarme con las tareas de la casa, pero no la dejaba. Quería que estudiara”, dice Aisha.

La ciudad de Homs vive en su mayoría de trabajos industriales. Para la familia de Ayat, la educación le daba la oportunidad de escapar al trabajo manual en un país donde el salario mensual es de alrededor de 300 dólares.

“Quería ser una experta en la Sharia, quizá obtener su doctorado si tenía buenas calificaciones, pero Dios no planeaba eso para ella”, según su madre.

Guerra y matrimonio

El levantamiento sirio causado por revueltas en el Medio Oriente cambió para siempre el país de Ayat y  transformaron a Homs en un bastión de la resistencia  contra el gobierno de Assad.

Según su padre, cuando comenzó el levantamiento, se enamoró de la revolución, y estaba “muy orgullosa de dos de sus hermanos que pelearon y murieron por la libertad”.

La revolución mutó en una guerra civil a gran escala, que se extendió por todo el país. Ella y Mohammad se casaron a pesar de que el Ejército Sirio regularmente bloqueaba el abasto de comida y medicina.

“Estoy muy feliz con mi vida aquí. Aquí nuestra vida es mejor que una luna de miel fuera de nuestro país. No somos como la gente que se fue. Aquí tenemos nuestro orgullo y estamos defendiendo nuestra nación. Prefiero mi luna de miel aquí en medio de las bombas que abandonar mi nación”, dijo Ayat a CNN a principios de año.

Pero con la llegada del frio invierno y la intensificación de los ataques del gobierno, Ayat comenzó a temer por su vida y la de su hijo por nacer.

“Comenzó a asustarse mucho, cada vez que escuchaba un avión volar se asustaba”, recuerda Mohammad, “pero nunca pidió dejar Homs. Estaba orgullosa de quedarse”.

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