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El primer hombre que murió el 11-S dejó un legado en el sector tecnológico

Danny Lewin falleció en los atentados de Nueva York tras una carrera como matemático con grandes avances en la velocidad de internet
mié 11 septiembre 2013 10:39 AM
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Incluso para los estándares del MIT, Danny Lewin era especial.

“En realidad era excepcionalmente inteligente. En MIT hay muchas personas muy inteligentes y Danny sobresalía incluso en ese ambiente”, dijo Tom Leighton, uno de los profesores de Lewin en el laboratorio de la Escuela de Ciencias de la Computación del Tecnológico de Massachusetts. “Le gustaba trabajar en los problemas más difíciles y no en los fáciles”.

Era un estadounidense que se enlistó en el Ejército israelí y sirvió en una unidad de élite, a pesar de que pudo haberlo evitado. Era un matemático que pudo haber tenido una carrera académica estelar, pero decidió aventurarse en los negocios.

A principios de la década de los 90 vislumbró una solución a los lentos servicios de internet, llamada entonces World Wide Wait (Red extremadamente lenta) y con su compañía, Akamai Technologies (cofundada con Leighton), la hizo más rápida y eficiente. CNN fue uno de los primeros clientes de Akamai y lo es hasta hoy.

Lewin murió el 11 de septiembre de 2001 a los 31 años. Viajaba en el vuelo 11 de American Airlines, el primer avión que impactó en el World Trade Center y seguramente fue la primera persona que murió en los ataques ese horrible día. Su vida es la inspiración de la biografía  No Better Time: The Brief, Remarkable Life of Danny Lewin, the Genius Who Transformed the Internet .

Molly Knight Raskin, la autora del libro cree que la vida de Lewin merece celebrarse. El emprendedor llevaba una vida y hacía negocios de bajo perfil (Akamai es una compañía de infraestructura y Lewin no era ostentoso). La autora quería transmitir lo mucho que había logrado a sus 31 años de edad: el servicio militar, su liderazgo en los negocios, su intelecto, su talento.

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‘Como encender un fuego’

Desde el principio, Lewin parecía estar destinado para grandes cosas. De niño, era un violinista y atleta sobresaliente. Amaba las computadoras y aprendió a programar una Apple II a los nueve años. 

En 1984, su familia decidió mudarse a Israel y Lewin creció cerca de Jerusalén. Pasaba el mismo tiempo levantando pesas que haciendo tareas escolares. Tenía un excelente desempeño en las clases y desarrolló una condición física envidiable, que le sería muy útil al enlistarse en las Fuerzas de Defensa de Israel.

Israel fue clave en la conformación del temperamento de Lewin, dijo Raskin. “Mudarse a Israel fue como encender un fuego que lo impulsó”. La huella que dejaron la intensidad del país y el estilo directo de su gente fueron obvios para cualquiera que lo conoció años después. Lewin era leal, comprensivo con el personal y un arduo trabajador.

En el libro se cuenta que Lewin decidió entrar al sector privado porque quería “una oportunidad de marcar una diferencia en el mundo real”, dijo en una entrevista telefónica. “El área en la que trabajamos, en algoritmos y el aspecto teórico de la ciencia de la computación, en ocasiones es un trabajo positivo y profundo, pero no cambia al mundo. No tiene un impacto directo en la gente”, dijo Leighton, ahora director de Akamai. 

‘Potencial ilimitado’

Debemos recordar que la velocidad a la que navegamos en internet hoy era prácticamente inimaginable cuando Akamai se fundó en 1998. Su objetivo era reducir la posibilidad de que se cayeran los servidores, cuestión sin garantía de éxito, incluso a finales de la década de los 90. Lewin intentó impresionar a los socios capitalistas que financian ese tipo de sueños, mediante el concurso Entrepreneurship Competition, del MIT. Sin embargo, los primeros intentos no fueron suficientes. 

La compañía tuvo suerte el 11 de marzo de 1999. Ese jueves, dos eventos conmocionaron a la Red: la apertura del torneo de basquetbol de hombres de la NCAA y la transmisión de la primera transmisión del avance de “Star Wars Episode 1: The Phantom Menace”. Mientras que los servidores se cayeron a lo largo de todo el país, las máquinas administradas por Akamai resistieron la intensidad de tráfico y la compañía despegó.

Los siguientes años fueron de altibajos para Internet y para Akamai. Lewin y Leighton fueron multimillonarios en papel por breves momentos. Las acciones alcanzaron el precio de 300 dólares cada una. Sin embargo, en 2000 docenas de compañías .com quebraron. Para 2001, las acciones se vendían en menos de 5 dólares cada una.

El atentado

El 10 de septiembre de 2001, Leighton recuerda la sesión en la que los ejecutivos tendrían que decidir a quién despedir, incluyendo a algunos amigos y colegas que habían estado con el y Lwein casi desde el principio. La mañana siguiente Lewin tenía que volar de Boston a Los Ángeles. "Probablemente durmió menos de una hora antes de abordar el avión”, dijo Leighton.

Lewin ocupaba el asiento 9B. Con su entrenamiento militar en Israel y su conocimiento de árabe, es posible que se haya dado cuenta de lo que estaba sucediendo, tal vez incluso trató de evitarlo. De acuerdo con las llamadas de los sobrecargos enviadas a las autoridades en tierra, el primer pasajero en morir fue el que ocupada el asiento 9B. 

Sus amigos siempre piensan en el “habría”. Lewin habría podido terminar su doctorado, entrar en la política en Israel, convertirse en un nombre común en el ramo de la alta tecnología, como Bill Gates o Steve Jobs, sin embargo, nunca lo sabremos. 

Desde entonces, Akamai se ha convertido en una compañía multimillonaria activa en la seguridad cibernética. Tal vez Lewis habría ido en esa dirección utilizando tanto su mente matemática como su entrenamiento militar para combatir al terrorismo. “Creo que su potencial era ilimitado”, dijo Leighton.

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