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Los hijos de las víctimas del 11S tienen algo que decir a los terroristas

10 hijos de padres muertos durante los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos dan muestra de su fortaleza a 15 años del evento.
vie 09 septiembre 2016 08:11 PM
In memoriam
In memoriam Estos niños perdieron a sus padres en los ataques del 11 de septiembre. (Foto: CNN)

Sus padres murieron en el 11-S, y 15 años más tarde llevan un mensaje: Mírennos, más resistentes que nunca.

A los terroristas, les dicen: “Ustedes perdieron”.

“Todavía estamos aquí”, dice Patrick Hannaford, que tenía 2 años de edad cuando su padre, Kevin Hannaford, de 32 años, murió en el piso 105 de la torre norte del World Trade Center, donde trabajaba para Cantor Fitzgerald. “Nos hemos reconstruido, y estamos ahora más fuertes de lo que éramos entonces. Simplemente es una buena sensación saber que ustedes fracasaron”.

“Todos nosotros estamos sentados aquí - exitosos, inteligentes”, dice Jessica Waring, de 29 años, que perdió a su padre, James Waring, de 49 años, en el segundo día de su primer año en la escuela preparatoria. “El hecho de que logramos superarlo muestra el tipo de personas que somos. Al Qaeda, y ahora ISIS, no nos van a derrotar”.

Lee: Congreso de EU avala que familias de víctimas 9/11 demanden a Arabia Saudita

Había 3,051 niños menores de 18 años que perdieron a uno de sus padres en el 11-S (9/11). Diez de ellos —de 14 a 29 años— se reunieron en el piso 10 del reconstruido World Trade Center recientemente para compartir sus historias en una reunión con el conductor de CNN, Brooke Baldwin. Hablaron sobre su pérdida y sobre las lecciones aprendidas. De lo que ha sido volverse adultos en la era del terrorismo.

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Todos perdieron a sus padres. Cinco de los 10 no tienen memoria de ellos. Dos —Kevin Hannaford y Rodney Wotton— nacieron después del 11-S. Exudan optimismo juvenil mezclado con tremenda madurez. No cargan con odio. Muy al contrario.

El edificio que una vez se alzó donde se reunieron, se derrumbó la tarde de ese día fatídico por los daños colaterales de las torres que cayeron. El nuevo edificio que ha tomado su lugar los personifica a ellos: resucitado de las cenizas, reconstruido después de años de trabajo duro, pulido e impresionante.

El salón tiene vista al Memorial 9/11, con sus cascadas distintivas y sus espacios tranquilos.

nullTerreno sagrado. Tumbas de sus padres.

“Muchos de los cuerpos de nuestros padres no fueron encontrados después del 11-S, así que podría ser allí, literalmente, donde los cuerpos de nuestros padres yacen hasta ahora. Es un monumento, y es nuestra tumba”, dice Caroline Tumulty-Ollemar, de 15 años.

Cuando va al sitio, encuentra el nombre de su padre inscrito en el parapeto de bronce que rodea la piscina memorial donde alguna vez se erigió la torre sur. Lance Richard Tumulty era capitán del equipo de futbol americano de su equipo de preparatoria, un gerente de 32 años de edad para Euro Brokers Inc., que trabajaba en el piso 84. Ella extiende la mano y pasa los dedos a través de las letras.

“Pongo mi mano en su nombre y hablo con él”, dice. “A mí me gusta ponerme al día y contarle lo que estoy haciendo, y dejarle ver que lo que le ocurrió a él no me ha frenado”.

A veces, voltea hacia el al pasado. Una noche este verano, veía en la fotografía de su padre en su habitación y sintió un roce en su hombro. “No de una manera espeluznante”, dice, llorando, “sino de una manera en que él estaba allí y estaba diciendo: 'Vas a estar bien'”.

“Fue justo como si pusiera su mano en mi hombro y dijera: 'Estoy muy orgullosa de ti'”.

Son un equipo muy unido, estos 10. Estar los unos con los otros les brinda consuelo.

Kevin Parks, de 29 años, es mentor de Rodney Wotton, de 14. Lo lleva a ver partidos y a cenas, y le presta apoyo cuando el dolor se vuelve abrumador. Rodney tiene la misma edad ahora que cuando Kevin perdió a su padre.

Nacido ocho días después del ataque, Rodney inicialmente se resistió a recibir apoyo emocional cuando su madre sugirió buscarlo. Tenía miedo de que estar en contacto con otros “de alguna manera le trajera recuerdos de cómo él no tenía un papá”.

Lee: Cómo ha cambiado el terrorismo desde el 11 de septiembre

Pero entonces los dos se reunieron en un encuentro de Tuesday's Children, una organización creada para ayudar a los niños que perdieron a uno de sus padres en 9/11. Y ahora, sentado al lado de Kevin en las conversaciones de la reunión, Rodney habla del poder transformador de su relación. “Él simplemente ha sido la figura paterna en mi vida debido a que yo nunca conocí a mi padre”.

Sorprendido por esa afirmación, Kevin responde: “Significa mucho oír eso. Siempre he dicho que obtengo más de la relación que él”.

Jessica Waring agrega: “Con personas que han pasado por lo que tú has pasado, es una cosa tácita. Se vuelven amigos instantáneos”.

Algunos han sido confrontados por los teóricos de la conspiración. Les dicen que el 11-S no sucedió. Que los aviones no golpearon las torres.

“Sólo quiero mirarlos y decir: 'Entonces, ¿a dónde fue mi padre?'”, dice Tumulty-Ollemar. Estos 10 simbolizan la capacidad de recuperación. Se sacuden la negatividad. Mantienen el enfoque. Se recuperan de las profundidades de la desesperación.

Eso es algo que Austin Vukosa, de 21 años, conoce bien. Él tenía 6 años cuando murió su padre, Alfred Vukosa, de 37 años. Uno de los pocos recuerdos que conserva es jugar a la pelota en el parque, y a su padre cachando la pelota de béisbol con sus manos desnudas.

En los meses posteriores a los ataques le dijo a su madre que tenía un plan para reunirse con su padre: quería cortarse las venas.

“Yo le decía a mi mamá que quería estar en el mismo lugar en que mi padre estaba, solo para estar con él”, confiesa. “Obviamente, mirando hacia atrás, suena un poco aterrador”.

Un recién graduado de la Universidad de Notre Dame, que rinde homenaje a su padre siguiendo sus pasos. En agosto, completó su primer mes de trabajo en Cantor Fitzgerald, donde su padre trabajaba como especialista en Tecnologías de la Información. Cantor se vio particularmente afectado, al perder a 658 de sus 960 empleados en el 11-S.

“Solamente seguir sus pasos en la misma empresa ha sido un gran sentido de logro para mí”, dice.

Atravesar las puertas ese primer día fue “definitivamente surrealista”.

“Me acercó un poco más a él”.

Estar cerca de Papá es algo que todos anhelan.

El padre de Jessica Waring era un fanático acérrimo de los Empacadores de Green Bay. Recientemente, cuando caminaba por la calle en Manhattan y pensaba en él, miró hacia arriba y vio a alguien con una camiseta de los Empacadores. La hora en su teléfono era 09:11. Le dieron escalofríos.

Ese tipo de cosas sucede todo el tiempo.

nullNicole Pila, de 17 años, a menudo escucha una grabación de su padre en sus últimos momentos. James Gartenberg, un corredor de bienes raíces de 35 años de edad, en la torre norte, hablaba con los presentadores de noticias de WABC por teléfono poco después de que el edificio fue golpeado. Estaba en el piso 86 en el lado este del edificio, atrapado junto con otra persona. Describió cómo las ventanas se reventaron por dentro cuando el avión chocó.

“Los escombros cayeron alrededor de nosotros”, dice. “Parte del núcleo del edificio se destruyó".

“Si estoy al aire, quiero decir a cualquiera que tenga un ser querido en el edificio, que la situación está bajo control por el momento y el peligro no ha aumentado. Así que, por favor, todos los miembros de familia tómenlo con calma”.

Nicole dice: “En sus últimos momentos, él estaba poniendo a los demás antes de sí mismo”. La grabación lo acerca a ella. “Es lo último que queda de él”.

Juliette Scauso, de 19 años, es una de los pocas que tiene un artefacto de ese día. Dennis Scauso, de 46 años, fue uno de los 343 bomberos que murieron en el 11-S. Su casco aplastado fue recuperado.

Y conlleva una historia extraordinaria. La madre de Juliette y otras viudas de 11-S habían ido a un psíquico en febrero de 2002 en busca de respuestas. Estaban desesperadas por alguna señal, alguna pista de sus seres queridos. El psíquico miró y dijo que podía ver el número de placa de su marido tan claro como el día.

La madre de Juliette hizo llamadas telefónicas y, finalmente, descubrió que sí, había un objeto con el número de placa de Dennis Scauso. En la agitación de la búsqueda y la recuperación, nadie había informado a la familia del descubrimiento.

Otros restos de su padre nunca fueron recuperados. Su madre mantiene el casco envuelto en plástico en su dormitorio. “Es agridulce porque era algo de él, algo que estaba con él en sus últimos momentos”.

Esa sensación de vacío, de no poder dar a sus padres un entierro apropiado, es omnipresente. Más del 40% de las familias del 11-S nunca recibió los restos de sus seres queridos.

Para Sal Pepe, un adiós oficial a su homónimo llegó 10 años después de los ataques. Su padre, Salvatore Pepe, de 45 años, trabajaba en el piso 97 de la torre norte como vicepresidente asistente de tecnología para Marsh & McLennan.

En 2011, su familia compró una caja y la llenó de cartas, fotografías y otros recuerdos especiales para el entierro. Ellos escribieron mensajes en globos blancos y los liberaron en la ceremonia. A su madre le costo mucho dejar ir su globo.

Sal tenía 11 años en aquel entonces. El niño le dijo a su madre que estaba bien soltar, que su padre siempre estaría con ellos. Se abstuvo de llorar ese día para “ser fuerte por mi mamá”.

"Estoy dedicando la mayor parte de mi vida a hacer que se sienta orgulloso”, dice Sal, ahora de 16 años.

Estos niños crecieron demasiado rápido. Aman a sus amigos y familia ahora, aconsejan; y no tengan miedo de decírselos. Porque la vida puede terminar en un nanosegundo.

Kevin Parks corrió su primer maratón de Boston en 2013. Terminó la carrera y estaba celebrando con amigos y familiares en un bar en una azotea cuando estallaron las bombas. El amigo que estaba junto a él era la misma persona que estaba junto a él en la clase de matemáticas en el 11-S.

“Fue raro, casi un deja vu”, dice Kevin. “La parte desafortunada es que tragedias de diferentes magnitudes ocurren todo el tiempo. Creo que la emoción fácil por defecto es la ira y la frustración, y eso es natural. Preferiría que la gente reaccionara con un tono más positivo... que encuentre una manera de sacar lo mejor de una situación terrible”.

Patrick y Kevin Hannaford honran a su padre ayudando a otros. Con su madre, formaron la Kevin J. Sr. Hannaford Foundation, una organización benéfica que ayuda a pagar la matrícula de los niños que han perdido a un padre en su ciudad natal de Basking Ridge, Nueva Jersey.

El evento de recaudación de fondos principal de la organización benéfica siempre ha sido bendecido con un clima perfecto. La broma familiar es que es es la “firma del día” de su padre.

“Lo sentimos mucho ese día”, dice Patrick.

Patrick tenía 2 años el 11-S y adoptó el rol de consolar a su madre embarazada y contribuir a criar a su hermano Kevin, nacido cuatro meses más tarde.

“Él dio un paso al frente para ser mi papá”, dice Kevin.

Este grupo conoce la pérdida, sin duda. Pero también conocen el amor.

Si pudiera hacer a sus padres una última pregunta, ¿cuál sería?

Nicole Pila habla de inmediato: “¿Estás orgulloso de mí?”.

“Yo diría lo mismo”, añade Austin Vukosa. “Me gustaría saber si él está orgulloso”.

Jessica Waring: “Sí, creo que me gustaría saber lo mismo también”.

Patrick Hannaford hace una pausa. “No sé. Hay mucho que preguntar, así que no estoy seguro de qué elegiría”

Su hermano menor, Kevin, dice que él preguntaría: “¿Cómo estás?”.

“Nunca lo conocí. Tendría muchas preguntas. Podría escribir un libro”.

Caroline Tumulty-Ollemar dijo querer saber “si estuvo satisfecho con el tiempo que pasó aquí”

“Creo que me gustaría saber”, dice Sal Pepe, “si tiene un recuerdo gracioso o una historia divertida que pudiera compartirme”.

Juliette Scauso: “Preguntaría si está orgulloso de no solo de mí, sino de lo que se ha convertido mi familia sin él”.

“Yo le pediría que me dijera algunas de las historias que yo era demasiado joven para saber en ese entonces”, dice Kevin Parks.

El último de ellos en revelar su pregunta es Rodney Wotton. “Le preguntaría si hay maneras de recordarlo más, si está orgulloso de la manera en que lo mantenemos en nuestra vida”.

Estos niños nunca olvidarán.

Y ellos no quieren que el mundo olvide tampoco.

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