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División política, ¿el otro aliado del presidente Trump?

Su estrategia de triunfalismo puede contentar a sus seguidores, pero complicaría las alianzas ante posibles crisis.
mar 06 diciembre 2016 06:49 AM
Personalidad sin cambios
Personalidad sin cambios Donald Trump parece estar dispuesto a romper con muchas tradiciones políticas. (Foto: MARK KAUZLARICH/REUTERS)

Donald Trump prometió el día de las elecciones “unir las heridas de la división”, pero hasta ahora no ha hecho mucho por ser un presidente para todos los estadounidenses.

Pero, desde su punto de vista, ¿por qué lo haría?

Trump y su equipo de transición están disfrutando después de ganar una famosa victoria electoral que los expertos y el establishment político le dijeron por meses que sería imposible. Sus nominados para el gabinete y asesores senior se han inclinado a la derecha, algunos causando controversia por sí mismos. Su tour de “agradecimiento” que comenzó esta semana en Ohio y hará otras paradas en Iowa y Carolina del Norte en los próximos días, se enfoca en los estados que ganó. Y con un Congreso republicano, Trump no necesariamente requiere mucho de los demócratas y otros opositores para gobernar.

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Sin embargo, mientras Trump se ha acercado a antiguos críticos como Mitt Romney como parte de reuniones con una procesión de nominados al gabinete y otros influyentes, y encontró tiempo para iniciar una guerra por Twitter contra China, su alcance no se ha extendido a los 65 millones de estadounidenses que votaron por alguien más.

Pero Trump nunca elige el movimiento político convencional y se le conoce poco por ser magnánimo durante la victoria. Por ahora, él parece más consternado con señalar el tamaño de su victoria que con dirigirse a quienes han expresado profunda ansiedad al respecto. Sus 306 votos electorales derrumbaron la creencia democrática de que la demografía del mapa político implicaba que el GOP tendría dificultades para ganar las elecciones presidenciales.

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“Amigos, ¿cuántas veces escuchamos esto? No hay camino al 270”, preguntó Trump en su primera parada del tour de victoria, un estridente rally en Cincinnati este jueves. Su discurso estaba lleno con golpes a los medios “deshonestos”, sus rivales republicanos y alardes sobre el tamaño de su victoria frente a Clinton.

Los tenientes de Trump tampoco están de humor para tender un ramo de olivo.

El vicepresidente electo Mike Pence dijo en "Meet the Press" de la NBC el domingo que Trump ganó una “elección de mandato hsitórica”. Y Kellyanne Conway, asistente de Trump, no pudo resistir señalar a los molestos ayudantes de la campaña de Clinton en un foro en la Universidad Harvard la semana pasada sobre que ya era demasiado tarde para quejarse sobre la forma y tono de la campaña de Trump.

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"Hashtag, él es su Presidente," dijo Conway en un evento que demostró que ninguno de los involucrados en las elecciones están listos para sanar las heridas de la división.

Su estrategia de regodearse y triunfalismo, si bien peude contentar a sus seguidores, si levanta la duda sobre si su aproximación acarreará problemas políticos futuros.

Solo cuando sea presidente y se enfrente a una crisis nacional o a un retroceso económico o cualquier otro revés político inesperado se hará claro si depender de una base comparativamente estrecha sea una desventaja para Trump.

Las protestas surgieron en algunas ciudades en las que los manifestantes sostenían carteles afirmando que Trump nunca sería su presidente. En el evento de Harvard la semana pasada, la exasistente de Clinton, Jennifer Palmieri dijo a Conway que ella había presidido una campaña que había dado una plataforma a los nacionalistas blancos, una noción que rechazó Conway.

La idea de que Trump tiene la responsabilidad de eliminar esas divisiones fue expuesta por Khizr Khan, un seguidor de Hillary Clinton y padre de un soldado musulmán estadounidense asesinado en Irak quien criticó a Trump en un discurso en la Convención Nacional Democrática.

“Él ha sido elegido presidente, pero tiene que ganarse nuestro respeto”, dijo Khan a Anderson Cooper de CNN el mes pasado. “Él tiene que ganarse el puesto de la presidencia. Nosotros apelamos a los sustitutos de Donald Trump y a él mismo que necesita dar el primer paso”.

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Por ahora, la prioridad es renovar el vínculo del presidente-electo con la fiel banda de seguidores a quienes habló como ningún otro candidato presidencial reciente en la campaña.

Por ello es que el acuerdo que cerro para mantener 1000 empleos en la planta de aire acondicionado en Indiana anunciado la semana pasada fue una victoria potencial para Trump.

Puede que haya desencadenado quejas de intervención gubernamental para salvar a una planta no competitiva desde la página editorial del Wall Street Journal y quejas de ser una gota en el mar e impráctico a nivel nacional por parte de los demócratas.

Pero a los ojos de sus seguidores, Trumo es como alguien que cumplirá su promesa de ensuciarse las manos para pelear por los trabajadores estadounidenses, incluso si eso significa romper las reglas sobre cómo trabajan las cosas en Washington.

La voluntad de Trump de arriesgarse a una reprimenda por parte de China al tomar la llamada del líder nacionalista de Taiwán el viernes horrorizó al establishment de política exterior de Washington al desestimar 40 años de precedentes diplomáticos.

Pero una vez más fue un caso de Trump haciendo lo que le prometió a sus seguidores que haría, agitar las convenciones y los negocios como siempre.

Otra controversia durante la transición de Trump se centra en su tuit que pide que aquellos que quemen una bandera estadounidense sean encarcelados o pierdan su nacionalidad. Los medios y enemigos políticos de Trump reaccionaron al señalar que ese movimiento infringiría el derecho constitucional a la libertad de expresión.

"El presidente electo es alguien que ha ido más allá y ha puesto a pensar a la gente de este país, no ha tomado el pensamiento convencional en cada uno de los asuntos”, dijo Reince Priebus, Jefe de Personal de la Casa Blanca a CBS "Face the Nation", el domingo.

Las arengas de Twitter de Trump a sus casi 17 millones de seguidores son una línea directa a sus seguidores. El domingo inició una cadena de tuits sobre sus planes de evitar que las firmas estadounidenses lleven sus empleos y manufactura al extranjero, amenazándolos con una tarifa del 35% sobre los bienes que quieran vender de regreso del otro lado de la frontera.

Los seguidores más leales de Trump representan una advertencia a los republicanos conservadores más convencionales y legisladores de que él cuenta con una base de poder apasionada, frente a los posibles conflictos sobre temas como Medicare o impuestos en los próximos años.

Mientras se mueve hacia la Casa Blaca, Trump podría hablar más palabras vacías sobre la unidad. Aparentemente está considerando a algunos demócratas de estados conservadores para puestos de gabinete y se reunió con la senadora Heidi Heitkamp, de Dakota del Norte, la semana pasada. También hay especulación sobre el senador de Virginia Occidental, Joe Mannchin. Por su parte, Pence se reunió con la líder de minorías de la cámara democrática, Nancy Pelosi.

Incluso Trump, el presidente electo menos convencional, no convertirá el discurso inaugural en un rally de campaña impulsado por reclamos e ira.

En Ohio en ocasiones pareció estar probando parlamentos que sean apropiados para ese momento nacional, si bien después de que el público gritó “Enciérrala” cuando Trump mencionó a Hillary Clinton.
"Buscaremos una sociedad verdaderamente incluyente donde nos apoyemos uno al otro, nos amemos y cuidemos”, dijo Trump.

"Condenamos la intolerancia y los prejuicios en todas sus formas. Denunciamos todo el odio y rechazamos fuertemente el lenguaje de exclusión y separación”, dijo.

"Nos uniremos”, añadió. “No tenemos otra opción”.

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