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Defensores de migrantes advierten del alto riesgo para los viajeros

Miles de personas provenientes de centroamérica intentan una y otra vez llegar a Estados Unidos, pero no están dispuestos a volver a su país
mié 05 enero 2011 08:08 AM
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Riesgos de asaltos, abusos, secuestros, reclutamientos forzados y homicidios: este es el escenario que en este 2011 enfrentarán los miles de migrantes indocumentados que buscan llegar a Estados Unidos a través de la frontera con México, expuso Heyman Vázquez Medina, director de la Casa del Migrante Hogar de la Misericordia, ubicado en el municipio de Arriaga, Chiapas.

El sacerdote Heyman Vázquez, integrante de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Iglesia Católica en México, dijo a CNNMéxico que desde octubre del 2004 en que abrió el albergue para proporcionar a los migrantes hospedaje, alimentación, apoyo espiritual e información respecto a los peligros del camino, ha visto agudizarse la situación de vulnerabilidad.

Narró que fue hace aproximadamente 4 años cuando empezaron a recopilarse los primeros testimonios sobre grupos dedicados a la delincuencia organizada en México, que realizaban secuestros y homicidios masivos, como el de Tamaulipas en agosto pasado.

El escenario adverso parece no amedrentar a los migrantes que esperan cruzar México y llegar a Estados Unidos, o quedarse en los centros de trabajo del norte del país. Concepción Marcos Oliva, de Comayahua, Honduras; y Octavio Mendoza, de San Pedro Sula, narran a CNN México que el miedo no puede detenerlos.

“Salímos el 28 de diciembre de nuestro país para hacer un futuro, para ayudar a nuestra familia, para mantener a los hijos. Nuestra mira es llegar a Estados Unidos aunque allá no nos quieren. Sabemos de los peligros pero le pedimos a Dios que nos proteja”, explican mientras esperan en la Casa del Migrante de Arriaga la salida del tren.

William Martínez, 23 años, de Villanueva Cortés, Honduras, lleva tres años como migrante. Salió de su país en 2008, dice que ha llegado tres veces a Estados Unidos, de donde ha sido deportado y encarcelado 6 meses en Texas, por reincidir en adentrase a ese país de forma ilegal.

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William relata que ha sido secuestrado en Torreón, en el estado norteño de Coahuila, logró sobrevivir y actualmente lo intenta de nuevo.

No tengo nada que perder, ya no tengo familia y tampoco tengo un futuro en mi país”, señala.

En su informe de junio de 2009 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) registró más de 9 mil 500 casos; en 2010, según el director ejecutivo de Amnistía Internacional en México, Alberto Herrera Aragón, 20 mil migrantes centroamericanos fueron secuestrados por bandas del crimen organizado y policías; el caso más reciente que se documentó se registró 16 de diciembre en la población de Chahuites, Oaxcaca.

El 1 de enero pasado salieron del municipio de Arriaga unos 300 migrantes a bordo del tren de carga que viaja de la frontera sur al norte de México. Cada inicio de año, explica el sacerdote Heyman Vázquez, se reinicia el éxodo de migrantes, cuyas cifras no pueden cuantificarse porque viajan de manera clandestina y sólo que sean detenidos por el Instituto Nacional de Migración (INM), pasan a formar parte de las estadísticas.

Los migrantes, prinicipalmente los que provienen de los países de Centroamérica, llegan a Arriaga para abordar el tren que los lleva al norte del país. En este lugar empiezan los peligros porque junto con ellos arriba la gente que hace el trabajo de inteligencia para la delincuencia organizada, narra el sacerdote, en la Casa del Migrante, mientras un grupo de centroamericanos provenientes de Honduras y El Salvador lava su ropa y descansa.

"En las vías del tren vemos tanto a migrantes como a quienes andan investigando, preguntando a los migrantes sobre sus familiares en Estados Unidos. Cuando al tren lo asaltan sabemos que los asaltantes van viajando ahí, armados, mezclados entre ellos".

Explica que los asaltantes y secuestradores se identifican siempre como Zetas —considerado como el principal grupo dedicado a la delincuencia organizada en México— pero muchos son asaltantes comunes, que buscan mostrarse temerarios con este estigma.

"A los migrantes todos los días les informamos de qué está pasando, de los operativos y los riesgos que existen, les recomendamos incluso seguir nuevas rutas porque si los llegan a secuestrar les piden para liberarlos hasta 3,000 dólares".

Según los testimonios, Heymán Vázquez detalla que a los migrantes que no pueden pagar el rescate, los secuestradores les piden trabajar con ellos un año o hasta pagar su liberación. “Eso se lo piden principalmente a los jóvenes de entre 16 y 18 años, muchos aceptan y caen en este proceso de reclutamientos forzados”.

La estrategia de amedrentamiento -narra- es la tortura sicológica. “Los migrantes nos han dado su testimonio de que mientras están secuestrados filman cuando asesinan a alguien y les pasan los videos. A otros que no pagan el rescate, lo matan enfrente de ellos, les salpica la sangre a todos. Ante eso, muchos aceptan unirse a ellos por miedo.

“El escenario ahora que reinicia el éxodo de los migrantes, es que continúe la misma situación de asaltos, abusos, secuestros, reclutamientos forzados y homicidios. Principalmente porque no veo por parte del gobierno mexicano acciones contundentes para detener esta situación, como el que de veras hagan una investigación y se les detenga”, explica el sacerdote.

Añade que el riesgo se ha extendido hasta alcanzar a los defensores de los derechos humanos de los migrantes, como la recibida directamente por el sacerdote Alejandro Solalinde.

“En las amenzas que nos han hecho llegar, ellos argumentan: 'estamos enojados por ustedes porque ustedes nos quitan a la gente, les dicen que vayan por otros caminos'. Si para los migrantes es difícil, para nosotros también”, afirma.

La Casa del Migrante de Arriaga recibe al año entre 6,000 y 8,000 personas, en los últimos años se han registrado a familias completas, padres, madres y niños. Otra cantidad no determinada de migrantes se hospedan en los hoteles que están en las orillas de las vías del tren; unos más viajan con “guías” que los llevan a las llamadas casas de seguridad, aunque para ello les cobren 30,000 pesos.

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