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600 militares llegan a Mier, una ciudad abandonada por sus habitantes

En 2010, el 95% de los habitantes de este municipio de Tamaulipas huyó de ahí, ante la violencia entre los cárteles del narcotráfico
vie 09 diciembre 2011 11:39 AM

Un nuevo cuartel militar que albergará a 600 elementos del 105 Batallón de Infantería fue inaugurado este jueves en el municipio de Mier, en el norteño estado de Tamaulipas, un lugar abandonado en 2010 por el 95% de sus habitantes, a raíz de la violencia desatada entre cárteles del narcotráfico.

El presidente Felipe Calderón llegó al cuartel cerca de las 15:00 horas, acompañado de funcionarios y mandos militares, como el comandante de la IV Región Militar, Noé Sandoval Alcázar; el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván; el gobernador del estado, Egidio Torre Cantú; la procuradora Marisela Morales Ibáñez, y el alcalde de Mier, Alberto González Peña.

En noviembre de 2010, alrededor de  100 familias de Mier se desplazaron a un albergue  en la vecina ciudad de Miguel Alemán, ante la violencia desencadenada en la región tras la muerte del lugarteniente del cártel del Golfo, Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta.

Ciudad Mier comenzó a convertirse en una comunidad de plazas vacías , de casas abandonadas, de escuelas y comercios cerrados, de paredes baleadas”, dijo Calderón en su discurso. “Primero dejaron de venir los visitantes, frenando la actividad económica; luego los mismos pobladores, asolados por el crimen y la violencia, comenzaron a abandonar el lugar para buscar refugio en otras ciudades”.

El presidente recordó algunos de los hechos violentos más relevantes ocurridos en Tamaulipas, como el  asesinato de Rodolfo Torre Cantú , hermano del actual gobernador y excandidato al gobierno del estado, y el hallazgo de fosas clandestinas en San Fernando.

La construcción de este cuartel y de otros dos más en los municipios tamaulipecos de San Fernando y Mante fue anunciada por el presidente Felipe Calderón en febrero pasado, como parte de la Operación Noreste.

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En el evento, el gobernador de Tamaulipas dijo que la presencia del Ejército en el estado se reforzó en mayo pasado, cuando 500 elementos auxiliaron a la policía estatal y 2,290 militares sustituyeron las tareas preventivas de seguridad en 22 de los 43 municipios de Tamaulipas.

La unidad que llega a Mier está integrada por personal militar veterano, proveniente de otras corporaciones del centro y sureste del país, informó en su discurso Galván Galván, titular de la Sedena.

“(El cuartel) forma parte de un nuevo concepto en relación para el alojamiento de tropas, en donde la modalidad y la facilidad de su empleo constituyen sus principales características. Ello permite, una vez cumplida la misión, si fuese necesario, reubicarse hasta en tres ocasiones”, dijo.

Al son de la banda de guerra, Calderón abanderó a la escolta del batallón y certificó con este acto su adscripción a la VIII Zona Militar.

Los habitantes, entre la tranquilidad y el escepticismo

Entre la población hubo reacciones distintas por la instalación del cuartel.

“Yo quisiera ver en las calles más y mejores policías, en lugar de militares. El presidente dice que esto no es una guerra, sino una lucha por la seguridad, pero yo solo veo a soldados por todos lados. ¿Entonces qué es esto?”, cuestionó Miguel, un comerciante de la localidad.

Teresa, una desplazada por la violencia, regresó a Mier en junio pasado, luego de vivir casi siete meses en Miguel Alemán: “A veces me despierto por las noches, creyendo que hay alguna balacera. A lo mejor con los soldados estamos más seguros, pero me generan desconfianza. Ya veremos al cabo de un tiempo cómo trabajan”.

Sandra, una joven estudiante, dice que regresó al municipio con su familia después de enterarse que el gobierno federal construía un cuartel militar. De lo contrario, asegura, nunca lo habrían hecho.

“El cuartel fue la mejor opción. Yo ya no quiero policías ni nada de eso, es mejor que apoyemos a nuestros soldados, porque son los únicos que se sacrifican por nosotros. En Mier ya no entran las balas”, consideró Eulalio, un campesino de la tercera edad que lleva toda su vida en el pueblo.

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