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Familias 'rescatan' la lucha social del 68 en medio de la violencia

Desde niños hasta adultos que no tienen vínculo con la masacre marcharon este 2 de octubre en la Ciudad de México
jue 03 octubre 2013 06:36 AM

Mientras una nube de gas lacrimógeno y varias explosiones se expandían en el Paseo de la Reforma, Elizabeth Ramírez abrazó a su hija de ocho años en la columna del Ángel de la Independencia. Jóvenes encapuchados se enfrentaban a unos 600 metros de distancia con policías antimotines al finalizar la marcha que este miércoles conmemoró 45 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco.

“Ayamé, no te separes de mí”, dijo Elizabeth, dispuesta a huir si el enfrentamiento se aproximaba más, mientras buscaba con la mirada a su esposo.

Los tres marcharon por la ciudad junto a miles de manifestantes, a pesar de no tener ningún vínculo personal (padres, tíos o abuelos heridos o fallecidos) con el episodio que marcó la historia de las protestas sociales en México el 2 de octubre de 1968.

Al cuestionarle por qué llevaba a una niña a una manifestación por la que las autoridades del Distrito Federal incluso pidieron a los comerciantes de la zona cerrar sus negocios por temor a actos de vandalismo, Elizabeth, de 30 años, contestó sin pensarlo mucho:

“Comprendemos la importancia de la historia (...) Quiero que (Ayamé) tenga conciencia histórica de lo que es la lucha social", respondió.

“Claro que da miedo, pero eso es precisamente lo que quieren los represores y hay que superarlo”.

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Al menos 32 policías resultaron heridos y más de 100 personas fueron detenidas por el choque entre policías y un grupo de jóvenes (la mayoría con el rostro cubierto y símbolos anarquistas) en la retaguardia de la marcha.

Adelante, Ayamé escuchaba el homenaje a las víctimas del 68 con una pancarta en las manos que exhorta a las nuevas generaciones a no olvidar. Nació mucho después de la masacre, pero ser hija de dos historiadores —que a su vez vivieron las protestas estudiantiles en 1999 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)— le ayudó a comprender el episodio.

“He visto muchos documentales y películas. Da tristeza por las personas que murieron”, dijo con seriedad la niña de ocho años.

Los organizadores de la marcha intentaron evitar la violencia al desistir de su plan de ir al Zócalo, que permaneció vallado por policías federales. “Lo hubiéramos llenado (el Zócalo) si el gobierno hubiera tenido una actitud diferente”, dijo después un organizador.

A pocos metros de Ayamé y Elizabeth, otra pareja escuchaba acompañada de su hija las consignas del Comité 68 (el grupo organizador, integrado por antiguos miembros de las protestas de 1968), con la intención de mostrarle “una conciencia moral” a través de “cosas que no se deben olvidar”.

Frida es tan pequeña (tiene casi dos años) que aún llora por estar en los brazos de su madre, Michelle Gutiérrez, pero la activista de 24 años no considera que exista una edad para enseñar “una conciencia moral”.

“No hay que olvidar, hay que tener presente, pero no con rencor y venganza”, comentó.

Gutiérrez lucía nerviosa cuando alguna explosión sonaba más fuerte de lo normal. “Sí me da miedo, pero en todo movimiento hay miedo y hay que perder eso”, dijo.

A las 18:10 horas, Michelle y su hija, junto con miles de personas más, guardaron un minuto de silencio en memoria de las víctimas del 2 de octubre. Luego continuaron los discursos, a los que se unieron representantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

A unos metros, en un templete montado para la ocasión, el líder del Comité 68 Félix Hernández Gamundi hablaba en ese momento: “En 1968 teníamos prohibido protestar en estas calles. Eso lo rompimos a fuerza de marchas”, dijo.

En un discurso posterior, el líder de la Sección 18 de la CNTE, Juan José Ortega, pedía a los jóvenes “recuperar los valores (de protesta) de una generación”. Las camisetas con la leyenda #Yosoygen68 de algunos de los asistentes iban a tono con la invitación.

Horas antes, al mediodía, los manifestantes se congregaron en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, donde militares abrieron fuego contra estudiantes tras una protesta en 1968.

Miembros del Comité 68 llevaron desde temprano ofrendas florales al memorial a las víctimas del lugar. Ahí, Víctor Valdez se arrodilló y besó el suelo entre sollozos. El hombre de 60 años, originario de Baja California, perdió en la masacre a dos amigos del bachillerato.

“Nos dolió mucho”, dijo junto a otra compañera que compartía las lágrimas por los desaparecidos. “Queríamos libertad de expresión y esto fue lo que tuvimos”.

Valdez recordó que en ese momento no había instituciones de educación superior en su estado, por lo que planeaba venir a estudiar a la Ciudad de México. Sin embargo, la muerte de sus “cuates”, estudiantes de Ingeniería en la UNAM, de quienes leía en cartas la situación de las protestas estudiantiles de la época, lo disuadió de viajar.

“Esto para mí es un recordatorio. Nos recuerda que estamos aquí. La gente de ese tiempo supo cumplir con su momento, dijo.

Hernández Gamundi, líder del Comité 68, aseguró antes de iniciar la marcha que el despliegue de seguridad implementado por la policía para esta ocasión era “intimidatorio” y volvía vigentes las demandas de hace 45 años.

“Los reprobamos, consideramos esto completamente contrario a la libertad ciudadana”, dijo.

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