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Chilapa: Buscar en 'un campo de guerra' a los hijos desaparecidos

La CNDH ofrece consejos de seguridad a una treintena de mujeres: madres, esposas e hijas que desde hace un año mantienen el rastreo de 16 personas extraviadas a raíz del ingreso de un comando armado.
jue 12 mayo 2016 07:00 AM
Las madres, esposas e hijas de los desaparecidos no pierden la esperanza de hallar a sus familiares. Les piden que no centren su búsqueda sólo en fosas.
No se rinden Madres, esposas e hijas de personas desaparecidas no pierden la esperanza de hallar a sus familiares. Los expertos les sugieren no centrar su búsqueda sólo en fosas.

Una mujer llora, otra se seca el sudor de la frente y una más está atenta a las recomendaciones que ofrecen los visitadores de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y del grupo “Los otros Desaparecidos” de Iguala, para su búsqueda en comunidades del municipio de Chilapa.

Una treintena de familiares de víctimas de desaparición forzada alistan la primera expedición emprendida desde hace un año, cuando hombres armados ingresaron a la ciudad y desde entonces no se ha vuelto a ver a sus seres queridos. No se rinden; los quieren de regreso.

Por casi tres horas, visitadores e integrantes de la Programa de Atención a Víctimas de la CNDH exponen consejos de seguridad a un grupo de al menos 30 madres, esposas e hijas de las 16 personas desaparecidas tras los hechos ocurridos en 2015 en la cabecera municipal de Chilapa.

Los expertos les sugieren no centrar su búsqueda sólo en fosas, sino también pensando en que algunos de sus familiares puedan estar aún con vida, tal vez trabajando en algún sembradío de amapola.

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Juan López, encargado de este programa, pide a las mujeres “ser muy cuidadosas” durante la búsqueda de sus familiares.

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“Un campo de guerra", así describe a Chilapa este funcionario de la CNDH. "Aún está aquí la delincuencia”, advierte.

“De corazón, con el alma abierta, les digo que esta búsqueda, esta labor nos tiene preocupados, se los decimos así. Estamos atentos, hay mucha información de lo que pasa en Chilapa y municipios aledaños, tenemos ese pulso”, manifiesta.

Sin embargo, y pese a la advertencia de que las poblaciones de Chilapa no son un espacio seguro porque aún hay presencia del crimen, las madres tienen una respuesta muy clara: iniciar este jueves y viernes una primera búsqueda. No piensan esperar un día más.

Estas mujeres prevén recorrer comunidades, subir cerros, sobre todo en donde les han dado informes en torno a sus hijos, padres y esposos, pero también en esas áreas consideradas “panteones clandestinos”.

La primer petición que hace Juan López a las mujeres es mantener la organización. “Es el único camino”, indica, y añade que es importante valorar si es el momento adecuado para emprender una búsqueda en las comunidades.

“Revisen qué información tienen, si no es una trampa los datos que les dan, y si se hace, con quién van a ir, quién los va acompañar, con el Ejército, la Policía Federal, con el Ministerio Público, cuántos van a ir, cómo se van a mover. También piensen qué harán si encuentran algo, fosas o a uno de sus desaparecidos en vida”, abunda.

Un lugar 'sembrado de terror'

Chilapa, es un municipio de la zona Centro de Guerrero, con más de 27,500 habitantes, según se lee en un letrero colocado en el acceso principal de la cabecera, zona que del 9 al 14 de mayo de 2015 fue tomada por civiles armados, quienes desaparecieron a 16 hombres, la mayoría de ellos jóvenes.

El suceso provocó sorpresa, por decir lo menos, ya que la autoridad permitió a los sospechosos de estos crímenes permanecer cinco días en el lugar “sembrando el terror”, añade el visitador de la CNDH.

“Ustedes señalaron los lugares en donde ocurrió, documentaron que sus familiares estaban vivos, que los habían visto en campos trabajando, todo eso lo llevaron a la autoridad pero no hubo un gran operativo, no se movió mucho”, comenta.

José Díaz Navarro, del grupo “Siempre Vivos” de Chilapa, informa que el reporte que tiene es de 61 personas desparecidas de 2013 a la fecha, todas denunciadas ante la Fiscalía General del Estado. De nuevo, la mayoría de estos hombres oscilan entre los 13 y 30 años de edad.

En el estado, sólo se han implementado acciones de búsqueda desde hace más de un año en el municipio de Iguala, tras la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, caso que desató una crisis nacional.

Pero esta tragedia no es exclusiva de Guerrero. En la reunión, que se lleva a cabo este miércoles en lugar del centro de Chilapa —el cual se pidió no identificar por seguridad de las víctimas—, la CNDH explica a las madres de personas desaparecidas el panorama que también se vive en estados de Veracruz —donde recientemente fueron localizadas fosas clandestinas—, Tamaulipas, Querétaro, Sinaloa y Colima.

'Si estamos vivos, nunca estarás muerto; desaparecido pero nunca muerto'

Al coordinador de este grupo de desaparecidos de Chilapa, José Díaz Navarro, le han desaparecido a dos hermanos, un sobrino y dos de sus amigos en un lapso de dos años, y es por eso que afirma que no se cansan de buscar ni tampoco pierden la fe de hallarlos con vida.

“Quien más puede ayudar es una víctima a otra víctima (...) En este proceso estamos solos, ya nos dimos cuenta que somos, creo, a los únicos a quien nos interesa buscar a nuestras familias, a nuestros desaparecidos”, lamenta.

“Nuestras esperanzas van a desaparecer cuando desaparezcamos nosotros, pero mientras sigamos vivos estaremos detrás de ellos. Por eso, acuñamos la frase de que 'si estamos vivos, tú nunca estarás muerto; estarás desaparecido pero nunca muerto'”, agrega.

Esas desapariciones, enfatiza Díaz Navarro, forman parte de la “ausencia” de autoridades en esta zona de Guerrero, tanto de efectivos civiles como militares, lo que ha dejado a familias desplazadas.

“En Guerrero, son miles; a nivel nacional, decenas de miles. Para el gobierno, un caso es uno más, pero para nosotros no”, sostiene el coordinador del grupo, que tiene registradas a por lo menos 10 familias de Quetzacoaltlán y Ahuihuiyuco.

Paula, una mujer de la comunidad indígena de Acapetlahuaya, no habla español, pero mediante una intérprete recuerda cómo hace un año, en la incursión de los civiles armados, desapareció su hijo.

La traductora, que pertenece al Centro de Derechos Humanos José María Morelos, comunica que Paula no ha dejado de sentir el dolor de la ausencia de su hijo, que ha dejado estragos en su familia.

Paula tiene dos hijas menores de edad, ambas estudian y desde hace un año han estado enfermas. Cuenta que una de ellas ha perdido mucho peso, y que todos los días le pregunta cuándo regresará su hermano a casa.

Otros de los familiares —quienes no revelan sus nombres por temor— afirman que les hicieron llegar reportes de que sus seres queridos regresarían en un año o año y medio, pues estarían “trabajando” en algunas zonas.

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