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El campo un negocio viable

Las sofoles cultivan oportunidades en el sector agrícola con servicios de valor agregado; Moreno, director de Sofagro ha logrado financiar actividades en este mercado de alto riesgo.
vie 14 diciembre 2007 03:36 PM
Juan Antonio Moreno desarrolló un esquema que reduce los rie

Juan Antonio Moreno, director de Sociedad Financiera Agropecuaria (Sofagro), ha logrado lo que muchos creen que es una misión imposible: financiar actividades en el campo, sector considerado de alto riesgo, y a la par hacer un negocio viable.

Sus clientes son pequeños productores de caña –con cultivos de tres hectáreas, en promedio– de Morelos, Veracruz, Jalisco y Puebla, que venden su producción a los ingenios.

Para otorgarles crédito, Sofagro sugirió a los cañeros agruparse en uniones de productores, de modo que en lugar de tramitar cientos de pequeños préstamos sólo tramita uno, de mayor monto, para todos. La sofol contrata también seguros o coberturas de precios para la cosecha.

Sofagro se encarga además de administrar los recursos del crédito. Si los productores sólo ocupan el préstamo para el avío, se les da oportunamente para que no paguen intereses. Sofagro, que está por cumplir su primer año de operaciones, empezó con el pie derecho: hoy atiende a cerca de 100,000 productores de caña. En junio pasado, su cartera de crédito sumaba ya 119 millones de pesos y ahora estima cerrar 2007 con una cartera de 520 millones de pesos.

“Estamos innovando la forma de atender a este tipo de productores”, explica Moreno.

Sofagro es una de las 15 nuevas sociedades financieras de objeto limitado (sofoles) dirigidas al sector agroindustrial que surgieron en el último año, el doble de las que había al cierre de 2006.

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Estos intermediarios identificaron necesidades de recursos en un sector tradicionalmente olvidado por la banca y desarrollaron un modelo de financiamiento integral, que incluye servicios complementarios y asegura el cumplimiento de pago.

Estas nuevas sofoles ofrecen servicios de valor agregado que van desde el manejo de la contabilidad hasta el financiamiento de proveedores de insumos y comercializadores.

La fórmula ha funcionado y ha contribuido a reactivar el crédito al campo. De acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Entidades Financieras Especializadas (Amfe), el volumen de préstamos de las sofoles al sector agrícola aumentó más de 90% en el último año.

“En 2006, el financiamiento de las sofoles al sector agrícola se ubicó en alrededor de 2,075 millones de pesos; para septiembre de este año ya se habían destinado 4,000 millones de pesos”, dice Pedro Tabares, vicepresidente del sector agropecuario de la Amfe y presidente de Agrofinanzas.

Las expectativas del negocio son tan positivas que para el cierre de 2007 se prevé que las sofoles agrícolas canalicen alrededor de 6,000 millones de pesos en créditos, lo que significaría un crecimiento de casi 200%, respecto de 2006.

Más que un agente financiero

El surgimiento de entidades financieras especializadas en el sector agroindustrial es resultado de la reciente ola alcista en los precios internacionales de productos como el maíz, el trigo y la caña de azúcar.

Mejores precios significan mejores ingresos para los productores nacionales, lo que, a su vez, se traduce en una oportunidad de negocio para las sofoles.

En septiembre pasado, los precios del trigo aumentaron 111.8% respecto del mismo mes del año pasado, mientras que los de la soya repuntaron 74.4% y los del maíz crecieron 45.1%, según la Secretaría de Agricultura (Sagarpa).

El alza de estos productos es ocasionada por su creciente demanda en la elaboración de biocombustibles.

A diferencia de los bancos, que prefieren financiar a los grandes productores del campo para no tomar riesgos, las nuevas sofoles han optado por prestar recursos a los pequeños productores, que constituyen la mayoría. La Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR) apunta que 60% de los productores agrícolas se ubican en la base de la pirámide y no tienen acceso al crédito bancario.

En los últimos tres años, firmas como Agrofinanzas, Agropecuaria Financiera, Agrofinanciera del Noroeste y Sofagro han atendido a los pequeños productores.

Para entrar a este segmento, que en el caso del maíz representa 85.2% de los productores y en el frijol, 48.5%, las sofoles han tenido que ser “más que un agente financiero”.

Hoy, estos intermediarios ofrecen servicios complementarios al crédito desde la realización de la contabilidad básica hasta la administración de recursos a lo largo del ciclo de producción. Además de constituir un valor agregado, estos servicios contribuyen a reducir el riesgo crediticio.

Muchos de los pequeños productores enfrentan problemas de administración debido a que sus ingresos llegan a destiempo y se ven en la necesidad de disponer del dinero destinado a un fin y ocuparlo para otro. Para evitar esta situación, las sofoles apoyan con el manejo contable.

“No hay estados financieros que avalen el comportamiento de los productores, por ello, ofrecemos servicios de contabilidad básica”, comenta José Antonio Pérez, director general de Agrofinanzas.

Las sofoles también aseguran las cosechas o adquieren coberturas para enfrentar los vaivenes de los precios. Además, cuentan con estrategias para evitar los riesgos relacionados con la compra de insumos y la comercialización.

Agrofinanciera del Noroeste, sofol con sede en Sinaloa, creó un círculo virtuoso en la administración de recursos de los productores de granos básicos y logró reducir el riesgo.

La sofol tomó el manejo de las finanzas del ciclo de producción, previo acuerdo con los productores. Para ello, incluyó a otros sujetos potenciales de financiamiento, desde proveedores de fertilizantes y maquinaria hasta comercializadores. El esquema garantiza al intermediario la recuperación del crédito.

Agrofinanciera del Noroeste financia a la unión de productores de maíz de Ahome, Sinaloa. Pero también financia a Tres Valles, proveedor de agroquímicos; a Matco, proveedora de maquinaria, y a comercializadores del grano.

De esta manera, la sofol se encarga de que todos los cobros y pagos del ciclo fluyan debidamente. Se ocupa de que los productores reciban a tiempo el fertilizante de Tres Valles y que éste cobre el importe por el insumo; se ocupa también de que la maquinaria provista por Matco funcione óptimamente y de que los comercializadores paguen a tiempo el producto o firmen compromisos de pago.

“No sólo financiamos al productor, sino a los demás agentes de la cadena, también establecemos lazos que nos permiten administrar mejor los recursos de pago entre ellos y hacia nosotros”, explica Jaime Santos, director de Agrofinanciera del Noroeste.

Estos esquemas han permitido que las sofoles orientadas al sector agrícola hayan crecido 100%, tanto en volumen de cartera como en número de instituciones, en un año.  Aunque el crecimiento es notable, el financiamiento de las sofoles al sector agroindustrial aún es incipiente comparado con el financiamiento hipotecario y el automotriz. A junio de 2007, las sofoles agroindustriales poseían 1.27% de los activos del sector contra 53% de las sofoles hipotecarias y 29% de las automotrices.

La Amfe estima que el financiamiento de las sofoles agrícolas apenas cubre 20% de los productores de menor escala.

Los agricultores piden más recursos y también que se mejoren las condiciones del financiamiento.

“Aún falta mucho por hacer, tanto en otorgamiento de recursos como en costos de intermediación”, dice Esther Terán, presidenta de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales.

Según información de Sagarpa, las tasas de fondeo que ofrece Fira a las sofoles para los programas de financiamiento al campo rondan entre 8 y 10%. Los intermediarios le añaden 7 puntos porcentuales más para solventar el gasto de las coberturas y seguros para la cosecha.

Las sofoles admiten que hay pendientes que atender pero mientras tanto, viven el momento. “Vamos a seguir viendo crecimientos importantes”, augura Tabares.

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