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‘Ballena de Londres’ aún pega a JPMorgan

A pesar de tener ganancias record el tercer trimestre, se estiman pérdidas de 300 mdd en intereses; aunque su cartera puede cubrir las mermas, no está clara su fortaleza a largo plazo.
lun 15 octubre 2012 01:33 PM
La pérdida de JPMorgan de mayo levantó dudas sobre las capacidades de los bancos para controlar sus riesgos. (Foto: Reuters)
jpmorgan

Dar carpetazo al caso de la "ballena de Londres" (London Whale) puede ser más difícil de lo que piensa Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chase.

Este viernes, cuando la institución financiera reportó ganancias récord para el tercer trimestre , Dimon dijo que la mezcla tóxica de operaciones sintéticas que han plagado al banco era ya una cuestión "marginal". En la conferencia con periodistas y analistas, expresó en repetidas ocasiones que las pérdidas ya no eran un problema, y que esperaba que todos dejaran de hablar de ello.

Y en cierto modo Dimon tiene razón. En total, la pérdida por trading asciende actualmente a 6,200 millones de dólares (mdd) , y podría crecer en otros 1,000 mdd. Pero en el trimestre fue de apenas 449 mdd.

Ese monto no fue siquiera suficiente para abollar los beneficios reportados por la oficina central de inversiones (la unidad que hasta hace poco era responsable de las pérdidas derivadas de malas operaciones), ya no digamos los del banco en su conjunto.

Con todo y la ballena de Londres, el banco reportó ganancias por 5,700 mdd entre julio y septiembre. El resto de las pérdidas, si las hay (Dimon insinuó que la posición restante podría generar un beneficio), se disiparán gradualmente. JPMorgan se ha vuelto "demasiado grande para perder".

Pero en el largo plazo, la ballena de Londres tal vez le haya costado al banco más de lo que aparenta.

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Originalmente, la oficina central de inversiones tenía como misión cubrir la división de préstamo del banco. Pero Ina Drew, la ex titular de la unidad que dio origen a la ballena, creía que no sólo podía cubrir al banco, sino también ganar dinero mientras lo hacía. Y efectivamente ganó mucho dinero. Más importante aún, Drew logró generar toneladas de dinero cuando otras unidades del banco no lo hacían.

Solamente entre 2008 y 2009, la oficina central de inversiones reportó ganancias por 4,800 millones de dólares. Se trata de una cantidad enorme, cinco veces más que la generada en el mismo periodo por la división de banca minorista de JPMorgan, que incluye tanto servicios bancarios como asesoría en inversiones. Una cantidad apenas 2,000 mdd inferior a la ingresada en el mismo lapso por la división de banca de inversión de JP Morgan, mucho más grande y conocida.

A raíz del caso de la ballena, JPMorgan ha recortado significativamente las operaciones que realiza la oficina central de inversiones.

El banco ya está proyectando que la unidad perderá 300 mdd en intereses en el próximo trimestre , lo que significa que lo que el banco está pagando por protección es más de lo que el banco obtendrá en intereses. Su enfoque ahora es ultra conservador.

Ese monto es normal para una cobertura, y no es una cantidad excesiva a pagar para proteger una cartera que vale 350,000 mdd. Pero sólo unos pocos años atrás, la unidad solía ser una auténtica máquina de imprimir dinero.

Algunas de esas pérdidas serán compensadas por las ganancias de la cartera. JPMorgan dijo que el valor de la cartera de la oficina central de inversiones aumentó en 3,000 mdd en el tercer trimestre, gracias a que los precios de los bonos subieron.

En los malos tiempos, sin embargo, no está claro si la cartera de esa unidad generará ganancias para equilibrar la balanza.

Por un tiempo, la historia de la crisis financiera y la hazaña de Jamie Dimon se narró como sigue: el CEO de JPMorgan anticipó el colapso del mercado hipotecario subprime, alejó a su banco de la catástrofe y surgió un héroe. Pero lo que ha quedado claro este año es que esa es sólo parte de la historia.

Detrás de bastidores Dimon tenía una unidad poco conocida que realizaba enormes apuestas arriesgadas que milagrosamente dieron sus frutos en tiempos difíciles. Y ahora esa carta ya no está en su baraja.

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