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La Fed acorrala a los bancos extranjeros

Las regulaciones de la ley Dodd-Frank exigen más niveles de efectivo para las entidades foráneas; eso podría poner en aprietos a firmas como Barclays, y en general al sistema de Wall Street.
mié 05 diciembre 2012 06:02 AM
Deutsche Bank está en el segundo lugar a nivel mundial entre las entidades colocadoras de deuda.     (Foto: Getty Images)
deutsche bank

Grandes bancos como Barclays y Deutsche Bank pronto podrían encontrar mucho más caro hacer negocios en Wall Street. La Reserva Federal (Fed) envió un mensaje a los mercados la semana pasada diciendo que las empresas financieras extranjeras que operan en Estados Unidos no van a librarse de toda la burocracia regulativa asociada a la reforma financiera de la ley Dodd-Frank. Aunque puede que eso sea una medida ‘justa', podría causar que algunas empresas internacionales piensen dos veces acerca de si vale la pena hacer negocios en Estados Unidos

Wall Street es tan internacional ahora que se ha vuelto cada vez más difícil distinguir cuáles empresas son extranjeras y cuáles nacionales. Posiblemente podrías pasar un día entero caminando alrededor de las oficinas de Deutsche Bank en el centro de la ciudad de Nueva York y nunca llegarías a ver un alemán. Lo mismo podría decirse acerca de hallar a un suizo en Credit Suisse . Mientras tanto, si vas a la oficina del presidente ejecutivo de Morgan Stanley escucharás un acento australiano, no americano.

De hecho, la mayoría de las grandes empresas extranjeras que se han abierto paso en el mercado de Estados Unidos lo han hecho mediante la adquisición de una firma de inversión estadounidense con raíces ya establecidas en el mundo financiero. Por ejemplo, Credit Suisse adquirió DLJ y First Boston, UBS adquirió Warburg y Paine Webber, y Barclays famosamente adquirió Lehman Brothers en el apogeo de la crisis financiera. La mayoría del personal estadounidense en aquellas empresas permaneció y sus clientes vinieron con ellos.

Las firmas financieras extranjeras han sido fundamentales para el sistema bancario de Estados Unidos durante muchos años, representando la mitad de los 10 principales corredores de Bolsa que operan en Estados Unidos. De hecho, existe evidencia de que una gran parte del dinero recaudado en Estados Unidos por los bancos europeos era reciclado de vuelta al mercado de Estados Unidos. Muchos han consolidado sus operaciones de Bolsa, no en su país de origen o en Londres, sino en Wall Street.

Según la Reserva Federal, los principales 10 bancos extranjeros subieron del 13% de todos los activos de terceros en bancos extranjeros en 1995 a 50% en 2011.

Pero la manera en que puedes distinguir una empresa extranjera de una nacional es observando cómo se regula. Si bien la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) supervisa las actividades de trading de todas las empresas que operan en los mercados estadounidenses, la Reserva Federal, que regula a las compañías tenedoras de bancos (holding), tiene poderes limitados de supervisión sobre las firmas extranjeras.

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Eso significa que, si bien una empresa extranjera en Wall Street puede estar completamente integrada por personal estadounidense que ejecuta transacciones con sede en Estados Unidos, si no es un holding bancario, entonces su negocio en Estados Unidos puede operar fuera de la vista de los federales.

¿Realmente importa? Seguro que sí. Los bancos extranjeros son fundamentales para los mercados de financiamiento en Estados Unidos. De hecho, el fracaso de una importante empresa financiera extranjera en Wall Street podría generar una ola de destrucción tan grande, si no es que mayor, que si la empresa fuera técnicamente ‘estadounidense'.

Esto explica por qué el Gobierno de Estados Unidos tuvo que rescatar a varios bancos extranjeros por una suma de alrededor de 600,000 millones de dólares durante la crisis financiera, que fue más o menos la misma cantidad que se le dio a los bancos estadounidenses durante ese tiempo. Además, la Fed ayudó a aliviar la situación ofreciendo grandes líneas de crédito en dólares para asegurarse de que los bancos extranjeros tuvieran el suficiente efectivo necesario para sus operaciones.

La crisis financiera reveló un enorme agujero en la regulación estadounidense, uno que la Fed quería cerrar. La ley de regulación financiera Dodd-Frank buscó cumplir eso al dar mayor poder a la Fed para regular las filiales de los grandes bancos extranjeros que operan en Wall Street.

Sin embargo, aunque los bancos extranjeros estaban dispuestos a tomar dinero de rescate y tener acceso a la financiación barata en dólares por parte del Gobierno de Estados Unidos, no estaban tan interesados en tener otro par de ojos espiando por encima de su hombro. Y ciertamente no querían estar sujetos a las nuevas restricciones de capital y a otras restricciones regulatorias que se han producido bajo la ley Dodd Frank.

Deutsche Bank y Barclays han hecho todo lo posible para evitar quedar atrapados en la red regulatoria de Dodd-Frank, llegando al extremo de hacer cambios en la estructura corporativa de sus filiales en Estados Unidos específicamente para evitarlo. Por un momento, pareció que se habían conseguido pasar libremente, pero la semana pasada la Fed anunció que no iban a salirse con la suya.

"Tenemos que ajustar los requisitos reglamentarios para los bancos extranjeros en respuesta a los cambios en la naturaleza de sus actividades en Estados Unidos, los riesgos asociados a esos cambios, y las instrucciones del Congreso en nuevas disposiciones legales", dijo Daniel K. Tarullo, uno de los gobernadores de la Reserva Federal, en el Foro de Líderes de la Escuela de Administración de la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut, la semana pasada.

"El régimen modificado debe contrarrestar los riesgos para la estabilidad financiera de Estados Unidos que representan las actividades de las organizaciones bancarias extranjeras, tal como se ha manifestado en los años que precedieron a la crisis financiera y durante ella".

Por ahora, la Fed parece estar apuntando a los grandes bancos extranjeros, aquellos considerados "empresas de importancia sistémica", es decir, Deutsche Bank , Credit Suisse, UBS y Barclays. Tarullo dijo que "una estructura más uniforme" es necesaria para equiparar la supervisión de los bancos estadounidenses. Ésta incluiría cumplir con requisitos de pruebas de tensión, requisitos de gestión de riesgos, límites de crédito a contrapartes individuales y requisitos iniciales de recuperación".

Con el fin de cumplir con los requisitos de las ‘pruebas de tensión', los bancos tendrían que ajustar sus proporciones de capital sobre la base de la cantidad de riesgo que toman. Esto básicamente significa que necesitan tener suficiente dinero en efectivo -en dólares- para financiar completamente sus operaciones durante una crisis. Este dinero no puede mantenerse en el nivel de la compañía matriz, sino a nivel de las subsidiarias a fin de asegurar que va a estar ahí, en el caso de una emergencia.

Es aquí donde las cosas se ponen bastante difíciles para algunos de los bancos. UBS y Credit Suisse no tendrán mucho problema en este departamento porque ambos han puesto énfasis en la recaudación de capital suficiente desde la crisis, reponiendo sus reservas, tanto en su país de origen como a nivel de sus subsidiarias.

Barclays y Deutsche parecen ser los más afectados , y Deutsche se llevaría la peor parte. Barclays necesitaría transferir 5,000 millones de libras (8,000 millones de dólares), equivalentes al 11% de su valor contable tangible, a su filial en Estados Unidos para cumplir con los requerimientos de capital de Estados Unidos, según un análisis realizado por el Autonomous Research Group. Esto es suponiendo que la filial está autorizada para operar en un apalancamiento de 20 veces con una proporción de apalancamiento del 5%. Si un apalancamiento conservador de 15 veces es prescrito para sus operaciones en Europa, Barclays tendría que apartar otros 4,000 millones de libras para sumar 9,000 millones de libras (14,500 millones de libras).

Deutsche tendría que mover un estimado de 14,000 millones de euros (19,000 millones de dólares, el  equivalente a un tercio de su valor contable tangible) hacia Estados Unidos, según Autonomous. Si lo hiciera, entonces su proporción de apalancamiento fuera de Estados Unidos sería de un alucinante apalancamiento de 36 veces, colocándolo en el territorio de apalancamiento de Lehman Brothers (peligrosamente alto).

En el escenario más conservador, la empresa tendría que apartar otros 5,000 millones de euros para un total de 19 millones de euros (25,000 millones de dólares). Es dudoso que los reguladores alemanes permitan a Deutsche mantener una proporción de apalancamiento tan alta o que le permitan realizar una transferencia de capitales así de grande desde Alemania hacia Estados Unidos

Por lo tanto, con el fin de mantener sus operaciones en Estados Unidos, Deutsche y Barclays enfrentarán algunas decisiones difíciles.

Su primera opción sería la de reunir capital específicamente para sus unidades en Estados Unidos, muy probablemente a través de la venta de nuevas acciones a inversores, de forma similar a la captación de capital realizada con sus contrapartes suizas a través de los años. Pero hacer eso golpearía duramente el precio de sus acciones, ya que diluiría fuertemente el valor de sus acciones.

La segunda solución, y la más práctica, sería que redujeran sus tenencias de activos estadounidenses para estar más en línea con sus firmas matrices. Eso implicaría la venta de miles de millones de dólares en activos.

Una tercera y más radical opción sería la de salir del mercado de Estados Unidos. Si la cantidad de dinero necesaria para satisfacer la exigencia de capital de la Fed supera los beneficios obtenidos, los bancos no tendrán más remedio que vender o reducir significativamente sus operaciones en Estados Unidos. Una completa escisión de la unidad estadounidense no sería algo bueno ya que la filial independiente aún necesitaría recaudar carretadas de dinero para cumplir con los estándares de capital estadounidenses.

La regulación sigue siendo la gran incógnita en Wall Street, a saber, cuáles serán las normas implementadas y cuándo. Pero aunque la máquina la creación de reglas se ha estancado en la SEC y en la CFTC (Comisión del Comercio en Futuros sobre Mercancías, por sus siglas en inglés), la Reserva Federal está decidida a forjar y proteger sus recién encontrados poderes en el marco del proyecto de ley.

Aunque los bancos deben ser sometidos a altos estándares en lo que respecta a los requisitos de capital, obligar a una filial a seguir su ejemplo podría no ser tan práctico, aunque cuente con personal local y funcione como una entidad doméstica independiente.

Las subsidiarias en el extranjero no tienen los depósitos de los bancos comerciales que las instituciones nacionales como JP Morgan y Citigroup utilizan para hacer que sus proporciones de apalancamiento global sean más aceptables para los reguladores.

Dodd-Frank dio a los bancos un largo tiempo de ventaja para cumplir con las normas de capital, tan largo como cinco años, eso es tiempo suficiente para que los bancos vendan activos y adelgacen. Pero incluso después de adelgazar, aún es cuestionable si las empresas extranjeras podrán mantener su peso en Wall Street después de que la Reserva Federal les haga una visita.

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