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Automotrices: unir fuerzas tiene sentido

Los fabricantes aparcan su feroz rivalidad y ahora se unen en aras del combustible de hidrógeno; el mercado sufre cuando las empresas se entrampan en una dinámica de demandarse unas a otras.
mié 13 febrero 2013 07:16 PM
La cooperación no es sencilla entre feroces rivales del sector automotriz. (Foto: Getty Images)
equipo auto

Es encantador ver cómo un solo elemento puede unir a varias automotrices. Los fabricantes de automóviles están uniéndose para fabricar vehículos que funcionen con hidrógeno, el primer elemento de la tabla periódica.  El 24 de enero, BMW y Toyota anunciaron que colaborarían para lanzar en 2020 un auto con celdas de combustible de hidrógeno. Más recientemente, Daimler, Ford y Nissan subieron la apuesta, al anunciar el 28 de enero que, juntos iban a introducir al mercado un vehículo alimentado con pila de combustible de hidrógeno en 2017.

Estas empresas son feroces competidores, y, sin embargo, están uniendo sus fuerzas. Es probablemente la mejor elección que pueden tomar.

No es la primera vez que esto ocurre en la industria automotriz. En 2010, Toyota le otorgó la licencia de la transmisión utilizada en su Prius a Mazda, que quería incorporar la tecnología en su propio modelo híbrido.

Los vehículos que resulten de esta cooperación tampoco serán los primeros en funcionar con celdas de combustible. La pila de combustible se desarrolló en el siglo antepasado, en 1839 por Sir William Grove. En ese entonces, una gran cantidad de coches eran impulsados por lo que hoy consideraríamos combustibles alternativos: electricidad, aceite de cacahuate, e incluso vapor. Pero el motor de combustión interna se impuso.

Sin embargo, esta es la primera vez que las grandes empresas automotrices se han unido para ofrecer vehículos asequibles de pilas de combustible a un mercado masivo que está listo para estos productos, y no tiene mucho sentido hacerlo cada cual por su cuenta.

Por un lado, vender coches que funcionen con hidrógeno necesita de mucho más que sólo producirlos. Toda la infraestructura del combustible (la forma en que éste llega a los consumidores) tendrá que cambiar, lo cual no es una tarea sencilla, pues todo el sistema de entrega de combustible está construido alrededor de la gasolina. Al trastocar el mercado de esta manera, "resulta que la tecnología no es a menudo el mayor desafío", explica Eric Olson, vicepresidente senior de servicios de asesoría en BSR. "Estrechamente ligada a la tecnología es tener las condiciones, la infraestructura, la política y la preparación del mercado".

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Los fabricantes de automóviles pueden llevar rápidamente al mercado una nueva generación de vehículos si colaboran en la preparación de la infraestructura. También pueden adelantarse a la regulación asociándose y acordando normas ellos mismos. En este caso, muchas cabezas son mejores que una a la hora de averiguar exactamente cómo la célula de combustible de hidrógeno va a interactuar con el resto del coche, dice Peter Adriaens, profesor de ingeniería ambiental en la Ross School of Business de la Universidad de Michigan.

"Esa es una de las lecciones aprendidas en el desarrollo de vehículos eléctricos", afirma Adriaens. Toyota pudo haber licenciado las entrañas del híbrido Prius a otras compañías, pero las otras automotrices se han enfrentado al tratar de utilizar la tecnología EV para obtener una ventaja competitiva.

En teoría, una carrera tecnológica competitiva es un buen negocio, pero el mercado sufre cuando las empresas se entrampan en una dinámica de demandarse unas a otras por violaciones a la propiedad intelectual. Por ejemplo, el fabricante de autos eléctricos Tesla acusó a su colaborador-competidor Fisker de violación de patente en 2008. Una compañía llamada Paice ganó una demanda contra Toyota en 2010, después de haber acusando al gigante automotriz de robar parte de su tecnología para motores híbridos. Las demandas pueden frenar a la competencia, pero obstaculizan la salida de emocionantes tecnologías.

La cooperación no es sencilla entre feroces rivales del sector automotriz, sobre todo porque al final del día, estas empresas tendrán que cambiar de táctica nuevamente y competir entre sí por la cuota de mercado. Para que la colaboración funcione, debe haber parámetros claros sobre la información que comparten, señala Olson, y los participantes tienen que entrar con la mentalidad de que van a contribuir, no a aprovechar un aventón gratis. Además, todas las partes tienen que resolver difíciles cuestiones de propiedad intelectual, sobre todo cuando, por ejemplo, la tecnología se cuela en el diseño, ya que el diseño es un factor importante en la manera en que finalmente las compañías se diferenciarán de sus competidores.

Otras industrias han hecho esto. "Piensa en el iPod", dice Michael Lenox, profesor de negocios en la Darden School de la Universidad de Virginia, "o escoge casi cualquier dispositivo electrónico de consumo. Está preñado de tecnología que tiene una variedad de propiedad intelectual. Las compañías tecnológicas practican todas el cross-licensing (el intercambio de licencias)". Si bien aparecen conflictos: recordemos la malhadada asociación entre Apple y Samsung.

Pero hay evidencia de que es el momento adecuado para que las automotrices introduzcan las celdas de combustible. Hemos visto que algunas personas pagarán una prima por coches ecológicos, dice Lenox. La industria también tiene mucho que ganar construyendo vehículos cuya única emisión es agua, añade. Estas compañías tienen fuertes incentivos para apartarse de los obstáculos regulatorios y la ira de los consumidores ocasionados por la producción casi exclusiva de automóviles que consumen combustibles fósiles.

Con todo, los fabricantes de automóviles enfrentan grandes retos. La tecnología necesita perfeccionarse, y van a tener que construir una infraestructura de combustible totalmente nueva. Estos son problemas difíciles y, por ahora, es mejor hacer las paces y asumirlos juntos.

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