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Debutar o no en Wall Street: el dilema de Uber

Realizar una OPI es un movimiento arriesgado para empresas privadas con alta valoración; algunas compañías retrasan su salida a Bolsa por temor a que sus acciones sean castigadas.
mié 05 agosto 2015 06:05 AM
AT&T ofrece WiFi, telefonía móvil, Internet de alta velocidad y servicios de voz y en la nube. (Foto: iStock by Getty Images)
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Cuando  Facebook hizo su debut en Wall Street en mayo de 2012 ya valía 104,000 millones de dólares. Pero la acción, a pesar de tanta publicidad, fue un fracaso de Oferta Pública Inicial (OPI).

Las acciones apenas se movieron el día de la salida a Bolsa. Las preocupaciones acerca de la estrategia móvil de la empresa provocaron que los inversores huyeran poco después.

A principios de septiembre de ese año, Facebook había perdido más de la mitad de su valor de mercado.

Por supuesto, la red social se ha recuperado desde entonces y ahora es la octava mayor compañía de Estados Unidos , con una capitalización superior a 260,000 millones de dólares.

Empresas privadas altamente promocionadas como Uber, Airbnb, Snapchat y Pinterest —algunas de las llamadas 'unicornios' de Silicon Valley — podrían sufrir dolores de crecimiento similares cuando se vuelvan públicas.

(La etiqueta 'unicornio' ha sido utilizada para describir a las empresas privadas con valor de al menos 1,000 millones de dólares).

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Algunos expertos creen que estas y otras firmas privadas están retrasando una Oferta Pública Inicial durante el tiempo que sea humanamente posible debido a que se preocupan por los volubles inversionistas de Wall Street.

“Me encuentro con una gran cantidad de empresarios que han sido asesorados o engañados acerca de los riesgos de ser públicos. Existe este miedo irracional a los mercados públicos”, dijo Brad Slingerlend, gerente de cartera del Janus Global Technology Fund.

“La gente se preocupa acerca de que sus acciones sean negociadas en corto y que los inversores los pongan fuera del negocio”, agregó.

Los miedos son algo justificados. Las firmas tecnológicas a menudo son castigadas por reportar resultados estelares que no llegan a ser los que esperaban los analistas.

Facebook  y  Apple cayeron después de sus últimos informes de ganancias, a pesar de que reportaron niveles fenomenales de crecimiento.

“Algunas de estas nuevas empresas tienen gestiones bastante inexpertas. Así que existe aprehensión por volverse públicas”, dijo Max Wolff, economista en jefe de Manhattan Venture Partners, un banco de inversión enfocado en empresas de tecnología privada en etapas avanzadas.

“Existe el temor de que van a ser malentendidas y la preocupación de que Wall Street no respeta la cultura de los emprendimientos”, dijo.

Es más,  las dificultades que Alibaba ha enfrentado desde su enorme OPI el año pasado deben estar provocando una pausa entre algunos CEO de startups.

Alibaba ha caído 35% desde su precio máximo y su fundador, Jack Ma, ha dicho que si pudiera hacerlo todo de nuevo, mantendría privado a Alibaba.

Sin embargo, mantenerse privados para siempre probablemente no es una opción para Uber y otros unicornios.

Con el tiempo, los inversores de capital de riesgo querrán cobrar; ya sea a través de una OPI o de una venta a otra empresa. Ambas cosas son más difíciles de lograr cuando su valoración ya luce excesiva.

Uber acaba de realizar una nueva ronda de financiamiento que la valora en 51,000 millones de dólares . Eso hace que valga más que FedEx y GM, y también más que la consentida de Wall Street, Netflix, la principal acción del S&P 500 este año.

¿Cómo puede Uber vivir a la altura de esas comparaciones una vez que se haga pública? Eso será un reto para otros grandes unicornios también.

Según la base de datos de capital de riesgo Insights CB, el mercado de teléfonos inteligentes chino Xiaomi vale 46,000 millones de dólares. El valor de Airbnb es de 25,500 millones de dólares.

Y hay 10 empresas con un valor de entre 10,000 millones y 20,000 millones de dólares, las cuales incluyen a Snapchat, Tesla, SpaceX (del CEO Elon Musk), Pinterest, el servicio de gestión de oficina WeWork y el proveedor de almacenamiento en la nube Dropbox.

“Es un círculo vicioso. Si eres un unicornio que sale a Bolsa, entonces posiblemente estás luchando para aumentar tu valoración”, dijo Wolff, que se refiere a las empresas con una valoración de al menos 10,0000 millones de dólares como “decacornios”.

Pero Slingerlend piensa que las startups están cometiendo un error al permanecer privadas durante demasiado tiempo.

“Cuando una empresa llega a los 100 millones de dólares en ingresos recurrentes cada año, es suficiente. No necesitas ganancias —solo un camino hacia la rentabilidad”, dijo Slingerlend.

“Volverse pública es bueno para la retención de empleados, para la marca y el marketing. Y algunos emprendimientos podrían valer más como empresas públicas, debido al hambre del mercado por crecimiento”, agregó.

Slingerlend tiene un buen punto acerca de los méritos de ser una empresa pública; aunque 100 millones de dólares en ventas y la falta de ganancias de alguna manera suenan como si volviéramos a finales de la década de los 90.

Sin embargo, también es importante señalar que pese a todas las preocupaciones sobre la volatilidad a corto plazo, los inversores premian el éxito a largo plazo.

Basta con mirar el desempeño de Apple , Facebook, Netflix, Google y Amazon.

Wolff concuerda con que muchos de los unicornios probablemente estarían mejor como empresas públicas en algún momento. Señala que las valoraciones deben ser más altas en los mercados públicos debido a que hay más liquidez.

Sin embargo, convencer a algunos emprendimientos de salir a Bolsa puede ser una batalla cuesta arriba. Wall Street todavía tiene una mala reputación a raíz de la crisis financiera de 2008. Simplemente podría ser mejor establecer registros de valoración como una empresa privada.

“La tecnología está volando alto en este momento. Hay un prestigio social en este sector”, dijo Wolff. “Así que, es posible que se pierda algo de dinamismo por salir a bolsa. Volverse público ha sido reemplazado por volverse unicornio”.

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