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Arquitectura antiestrés, edificio Almas

El edificio Almas fue creado para ser un espacio en armonía con la espiritualidad y la relajación; la obra de la colonia Anáhuac de la Ciudad de México podría cambiar el rostro de un barrio fabril.
mié 18 marzo 2009 06:03 PM
Creado para ser un espacio en armonía. (Foto: Cortesía Almas)
Almas (Foto: Cortesía Almas)

Cambiar el destino de un espacio abandonado, rescatarlo y darle una nueva función a través del rediseño de su arquitectura, consiguió replantear la esencia y quizá hasta los valores originales no sólo de un edificio, sino de un entorno urbano que hoy luce abandonado por sus viejos fueros industriales y aguarda por un futuro insospechado.

Ubicado en una esquina de la colonia Anáhuac, en el DF, el edificio Almas aporta a esta zona de la ciudad una pieza de renovación estética que se inserta serenamente dentro del fenómeno de reciclaje urbano que ocurre en su entorno con proyectos como Parques Polanco. Contribuye así a la transformación de este antiguo barrio industrial que se perfila como zona residencial y de usos mixtos, donde la modernización de la infraestructura vial y de servicios ha ido muy a la zaga de los nuevos desarrollos.

La afinidad de intenciones entre el ejercicio de arquitectura que hizo el despacho KMD Architects, mediante Juan José Martínez, arquitecto a cargo, y la labor que realiza el propietario, la Asociación de Laicos por la Madurez Afectiva y Sexual (Almas), es evidenciada en este nuevo centro.

A través de la psicología y la orientación, la institución está dedicada a ofrecer herramientas para que las personas, ya sea en condición matrimonial, en soltería o consagradas a la vida religiosa, alcancen la armonía y establezcan relaciones sanas con los demás. Así como para Almas toda persona es perfectible y constituye una materia prima de inmenso valor si se le brindan los medios adecuados, el reto para KMD fue descubrir esa quintaesencia en una construcción de mediana edad y brindarle los valores arquitectónicos para su nueva función.

Visión compartida
El fundamento espiritual del proyecto constituyó el punto de unión y empatía entre cliente y diseñador. Conforme avanzaba la obra fue notorio que, además del rescate como tal, la propuesta sería definitivamente contemporánea. Una sobria envolvente de panel ‘quiebravista' de Hunter Douglas, la actualización de un prisma acristalado en la parte posterior, el revestimiento con ladrillo en la planta baja a manera de plinto y un tratamiento nuevo en las circulaciones verticales dieron al volumen un contundente cambio. Para atender la demanda de servicios de los usuarios se construyó un núcleo adosado al cuerpo existente. Este tratamiento siguió la geometría compositiva y tuvo la virtud de hacer notorio el buen equilibrio de masas, un justo reconocimiento al trabajo del arquitecto original.

El programa que alojaría el edificio era muy variado: desde un estudio de televisión hasta consulta psicológica para religiosas y sacerdotes, pasando por producción editorial, oficinas generales y un call center para orientación sexual. Para darle sitio se decidió desnudar por completo la estructura anterior y crear una matriz para colocar elementos autónomos, trabajando los espacios intersticiales como plantas abiertas. Unidad en la diversidad, dada por conceptos que el arquitecto hilvana en torno al tema humano. "Quisimos expresar la sexualidad como es, honesta, sin miedos; por eso, materiales, sistemas y espacios se muestran tal cual son, sin querer disfrazar nada, y ése es un hilo conductor en todo el proyecto".

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En ascenso
Una vez que se entra al edificio, se encuentra una sencilla recepción con un escritorio flotado; enseguida, salas con muro móvil con todas las facilidades para pláticas y presentaciones. De ahí se llega al nivel 1 por una escalera de acero y madera, construida en torno al cubo de concreto aparente del nuevo ascensor. Allí ocurre el primer contacto del centro con el exterior, a través del call center y la sala de juntas, espacios delimitados por medio de un muro de vidrio templado y que cuentan con un plafón luminoso de membrana Barrisol. El resto de la planta es ocupada por oficinas abiertas y privados de consejería. Las áreas de trabajo están separadas de los sanitarios mediante una mampara flotante de madera, que se pliega a modo de ‘U' invertida para formar un plafón. En este muro se utilizó un material comúnmente despreciado, el pino de segunda, trabajado en barrotes macizos verticales de diferentes espesores que junto con los nudos propios de la madera producen una textura particular.

En un extremo se encuentra un librero forjado bajo el concepto de la diferenciación de géneros y su unión. Por una parte, una serie de marcos de madera representa el lado femenino "más honesto y más noble" -comenta en el recorrido con Obras Juan José Martínez-, y del otro lado, el masculino. Los estantes son de la misma madera, la esencia es la misma, pero está forrado con un laminado plástico gris, "pues somos más reservados y herméticos"; ambos están unidos por una placa de acero que simboliza unión y división, diferencia y comunión.

Tierra y Cielo
En cada planta se trabajó con ambientaciones gráficas propuestas por el diseñador Sergio Jamaica, de la firma Ra bacheeza. En el primer piso un mural muestra textos intercalados de la misión de Almas. Mimetizados en el panel, se encuentran los accesos a los sanitarios, cuya señalización se indica en muros y pisos con mosaico veneciano a través de los símbolos astrológicos de masculino y femenino.

En el segundo nivel se encuentra el centro intelectual. En una sección se extienden las salas de consulta y apoyo psicológico para personas de vida consagrada, dotadas con muros dobles aislantes para mantener la privacidad, y vestibuladas del resto del espacio mediante un muro de cristal templado al ácido. En la otra ala, el equipo de producción y diseño está desplegado en un área común provista de un ‘muro creativo' a manera de pizarrón y una pantalla de luz para fotografías. Detrás de este muro se aloja el estudio de televisión equipado con ciclorama y persianas black-out para la filmación de programas de difusión. Más adelante está el comedor de empleados, un sitio amable que también ofrece importantes detalles ya sea por sus muebles de diseño especial cuyas asideras están moldeadas en las propias puertas o por sus plafones curvos.

La madera de pino reaparece en este nivel a través de un muro de barrotes ensamblados en arreglo horizontal. Así se indica al visitante un in crescendo en el papel que juega, que será enaltecido en el tercer nivel. El motivo gráfico muestra aquí un tapiz de dos mil íconos con diferentes actitudes ante la vida. "Bueno, la verdad, algunas
se repiten", confiesa el arquitecto.

Para la siguiente planta se dispusieron los espacios de dirección en compartimientos realizados con cristal templado. Al entrar aparece por tercera ocasión un muro de pino, esta vez interrumpido por una tronera luminosa que forma una cruz virtual al coincidir con el diseño intencional de la alfombra. A su lado, un lienzo reza en antigua caligrafía el Padre Nuestro escrito en español y en griego koiné. Al atardecer, un fragmento de las palabras se proyecta sobre la alfombra, esculpido por el sol poniente, en un elegante gesto de interacción con el movimiento del planeta.

Luz sobre todas las cosas
El muro de pino muestra algunas ranuras. Ahí se percibe que delimita un recinto forjado como una caja dentro de la caja. Una discreta puerta apenas perceptible conduce a través de una antesala a una sencilla, cálida e inesperada capilla construida en su totalidad con esta madera. El aroma de aceite de linaza con que se ha barnizado completa la sensación. Entonces todo cobra sentido: las entrecalles permiten la entrada de una luz tamizada del exterior.

Éste es el corazón del proyecto. Un sitio sagrado construido con un material subestimado, imperfecto, como lo es la naturaleza humana, poco uniforme por las diferencias entre sus componentes, lo cual simboliza la diversidad de relaciones posibles entre lo humano y lo divino.

No hay que olvidar que Jesús, quien para Almas es el enviado de la divinidad, tuvo el oficio de carpintero y supo ver a cada persona, aun con fallas y cicatrices, apta y capaz de trascender su naturaleza ante una palabra, una enseñanza o una mirada suya. Para el arquitecto, "el momento máximo de esa experiencia fue ver el banco de trabajo del maestro carpintero mientras realizaba la capilla".

Al fondo de ésta, dos enormes maderos macizos de unos 80 kilogramos parecen salir al encuentro. "Es la actitud de la cruz que abraza y acoge al creyente", comenta Martínez. A través de una de las ranuras previstas, la directora del centro puede tener contacto visual con el sagrario desde su escritorio. Una vez fuera, uno se da cuenta de que aunque su existencia es una sorpresa en el recorrido, en realidad nada la oculta de la vista. No se percibe porque no se sabe lo que hay dentro, pero una vez que se conoce es claro que desde cualquier punto es muy notoria. Así se tiene la sensación de haber encontrado algo que simplemente siempre había estado allí, pero que debe ser descubierto por uno mismo.

Dignidad en cada acto
Al llegar a la azotea, una terraza habilitada para eventos remata el edificio. Con el mismo interés y atención dedicados a los espacios principales, están perfilados los servicios, algo poco común en la práctica actual.

Para labores de mantenimiento entre la fachada maciza y la pantalla se pensó, por ejemplo, en una barra a manera de línea de vida para que pueda sujetarse el personal en la circulación técnica. La caseta de vigilancia tiene una azotea ajardinada que ofrece una vista agradable a todos los empleados. Su escala marina -una medialuna metálica- se utiliza a menudo para subir y almorzar en ese remanso. Asimismo, para cumplir con el Reglamento de Construcciones, se instalaron plataformas elevadoras para vehículos, consiguiendo así la capacidad requerida.

Legado
El laborioso y paciente esfuerzo en equipo, siempre bajo los principios espirituales de la asociación, y con la inspiración del sexo en su sentido más fuerte, limpio y honesto, impuso resultados ricos en texturas, en simbolismos, juegos y verdades, de sutileza y de contundencia, discretamente entretejidos en su contexto urbano. Una vez que Almas va develando sus secretos, se convierte en una experiencia única, una generosa motivación para el día a día de sus usuarios.

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