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Concebido en Venus, fraguado en Marte

El conjunto Grand Sirenis Riviera Maya fue seleccionado como la Obra del año 2008; la construcción destaca por conjuntar arquitectura, ciencia, astronomía y sensibilidad.
mié 08 octubre 2008 06:44 PM
Sin Pie de Foto
Acceso. El arco maya reinterpretado en piedra caliza y preco

"Me preguntaban: ¿Cómo nos va ir con este proyecto? Y siempre les respondí que sería exitoso y saldría adelante; contaba con la fuerza de Marte para hacerlo. Los resultados son evidentes”, narra el profesor Alberto Haggar González, connotado arqueo-astrónomo, quien asesoró al despacho Arquimaya en la concepción del complejo hotelero.

La inquietud era justificada. La Riviera Maya es una de las franjas litorales más explotadas del planeta en los últimos cinco años. Por ello se imponía la necesidad de no dejar nada a la casualidad o a la repetición de apreciaciones gastadas o invasivas sin más objeto que el de erigir un centro turístico cuyo único vínculo con su entorno fuera su conexión a la playa. Nada de esto se quería.

Del cielo al manglar
El equipo de Obras demoró poco más de una hora para llegar al hotel, en Akumal, Q. Roo, desde el aeropuerto internacional de Cancún. Una imagen recurrente en el trayecto llevó a la inevitable pregunta de cómo se impusieron tantas moles de concreto y cristal a un paisaje de gran potencial pero a la vez delicado. Ninguna de las posibles respuestas logró justificar una presencia forzada, a veces insultante, pero evidentemente rentable. Son pocos los edificios que disimulan el impacto que han tenido sobre este ecosistema; todas las formas han sido exploradas con materiales ajenos a la región. Es evidente que la arquitectura se abre camino a toda costa entre el contexto natural, a pesar del daño que provoca transformarlo. Así es en la mayoría de los casos.

Pero la historia del Grand Sirenis es diferente. Los presidentes de la cadena hotelera del mismo nombre, con sede en la isla de Ibiza, España, tenían en mente otra idea para lo que sería su primera gran inversión en suelo mexicano. Al comenzar con el plan realizaron ocho visitas previas a México durante las cuales recorrieron la mayoría de los hoteles ubicados en la Riviera Maya. Tomaron nota firme de lo que no harían y detectaron una serie de propiedades con cualidades específicas que pudieran alojar un destino muy original, donde a través del contacto con la naturaleza los usuarios pudieran olvidarse del concepto tradicional de hotel. Akumal, en el estado de Quintana Roo, fue el mejor sitio para cumplir con el objetivo: su cercanía con el aeropuerto, extensión, playas, vegetación, fauna y un peculiar espacio arqueológico protegido por el INAH —contemporáneo de Tulum— fueron los argumentos que los convencieron de invertir en la región.

Un estilo propio
Con un entusiasmo evidente, en 2004 se concretó la primera reunión entre el cliente y el arquitecto. Tal como lo afirma Alejandro Medina Peniche, director de Arquimaya, le fue solicitado un plan maestro que involucraba el desarrollo arquitectónico de cuatro hoteles, spa, salones y lotes habitacionales y comerciales en una superficie de 200 hectáreas a diseñarse y construirse por etapas. La primera de ellas se enfocaba en los dos principales hoteles: Grand Sirenis Mayan Beach y Grand Sirenis Riviera Maya. Sin embargo, lo que parecía una propuesta irrefutable resultó tener una condicionante poco motivante: generar un conjunto con carácter “mexicano” y perfil de hacienda haciendo uso de cúpulas, campanarios, cornisas u otros elementos coloniales.

Sin considerar esta petición fueron fieles a su sello: Arquimaya realizaría una primera propuesta que no fue del agrado de la cadena por resultar “muy moderna para la zona”, recuerda Medina. A pesar de ello se había logrado avanzar al prescindir del planteamiento inicial. Finalmente, en una segunda oportunidad, sería aceptado el trabajo conceptual realizado a lo largo de un mes. Con la confianza total puesta en la oficina, bastó un año para documentar el proyecto ejecutivo quedando listas todas las áreas para comenzar la construcción. Pero, ¿qué concepto había logrado que los clientes tomaran una decisión audaz al cambiar su idea original?

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Ángulos singulares
El arquitecto nos comparte la respuesta: “Se nos ocurrió que era muy interesante reinterpretar la arquitectura maya que se encuentra en el sitio, pero no sólo a nivel formal sino filosófico y matemático considerando las necesidades del hotel”. Nunca se intentó emular formas o fórmulas; por el contrario, tomar su base ideológica para crear un espacio atemporal.

Sin embargo, aplicar adecuadamente el fundamento filosófico significaba adentrarse en meses de estudio para entender cómo se derivan los conceptos formales; “por ello contamos con la valiosa colaboración del profesor Haggar, con quien logramos hacer la interpretación que dio paso al aspecto urbano y arquitectónico que actualmente tenemos”, aprecia Medina. En materia de construcción, la consulta de este especialista marca una pauta multidisciplinaria fuera de lo ordinario.

El profesor accedió a participar. Visitó el terreno para comprender sus componentes (arena, duna, manglar, mar,  etc.) y aplicar un principio universal que es el equilibrio de fuerzas. “Al acercarnos al lugar, aplicamos la geomancia —adivinación que se vale de los cuerpos terrestres o de líneas, círculos o puntos hechos en la tierra— detectando los flujos energéticos cosmo-telúricos que corren por las catacumbas del predio, en este caso los flujos marítimos, y la mecánica de suelos. Un avalúo inicial nos demostró que esta tierra era cien por ciento femenina al estar regida por Venus”.

De hecho, la forma de la costa describe una caleta que actúa como receptora de las corrientes marinas. De acuerdo con Haggar, comprendieron que el primer reto era equilibrar para construir en concordancia con la creación en todos sus niveles. Para ello usaron la denominada geometría sagrada maya o Hunab Ku que significa “el que otorga la medida única”. Con lo anterior, se decidió construir empleando los ángulos rectores del pentágono (a 72°) referidos a una partitura numérico-geométrica perteneciente a Marte (el opuesto de Venus), el cual en el momento del nacimiento del proyecto se encontraba más cerca de la Tierra. “Éste fue el principio de la arquitectura, estructura y cimentación del Sirenis”, afirma a Obras el arqueo-astrónomo.

El concepto estaba listo y fue llevado a la realidad con equipo topográfico de alta precisión. Si se observa en planta, el conjunto adquiere la forma de una matriz femenina o un par de números 8 que se dividen en dos por la isleta donde se ubica el sitio arqueológico, justo al Oriente del terreno. Tanto el Sirenis Riviera Maya como el Mayan Beach siguen el flujo energético Sur-Norte de las aguas marinas, dando continuidad a estas líneas virtuales a través de los andadores internos que funcionan a modo de vestíbulos en cada hotel y permiten la circulación tanto de vehículos de servicio como de huéspedes para llegar hasta al bloque de servicios compartidos. Ahí se localizan dos volúmenes protagónicos con forma trapezoidal a triple altura que albergan recepciones independientes y son conectados por una zona semicircular que contiene cocinas, restaurantes, gimnasio, salones, salón y otros locales.

Amor por la tierra
Abel Matutes, presidente de Sirenis Hotels, reitera el compromiso con la política de la cadena que exalta que uno de los principales atractivos para garantizar la actividad turística es el respeto cabal al medio ambiente. Por lo anterior, cada uno de los 21 edificios que integran ambos hoteles fueron diseñados bajo el principio de palafito; es decir, el edificio arranca a poco más de 1.50 m sobre nivel de terreno para generar una plataforma que no tocara directamente el suelo con la finalidad de alterar lo menos posible su composición natural y garantizar que en caso de huracanes o inundaciones el flujo del agua o viento no fuera interceptado por algún elemento estructural. Esta solución permitió alojar todas las instalaciones debajo de los cuerpos, haciéndolas totalmente registrables, y que los pilotes que transmiten las cargas al terreno lo hicieran de forma puntual hacia el estrato duro, con lo que el sondeo subterráneo fue más preciso y menos costoso en comparación con otro sistema de cimentación.

El ingeniero Mario Duarte Carrillo, quien diseñó y calculó la cimentación agrega: “Esta estrategia fue utilizada debido a que en el terreno no existe un suelo real sino más bien una zona rocosa, que a pesar de su resistencia, representa gran complejidad dada la imposibilidad de excavar, y a los sondeos necesarios para determinar el lugar óptimo de desplante con la finalidad de evitar fallas o grietas por las cavernas o cenotes existentes, algunos con 50 o 60 m de diámetro”.

Un grupo de buzos especialistas elaboraron sondeos a 15 o 20 m de profundidad en cada punto para establecer el tipo de cimentación a utilizar. Para obtener la profundidad y dimensiones de los cimientos fueron determinadas las resistencias de carga del suelo. Dependiendo de sus valores resultaron o totalmente superficiales, o una zapata o un pilote, puesto que se encontraron factores que iban de las 20 a las 2,000 ton/m. Prosigue Duarte: “En algunos casos tuvimos que reforzar las cavernas hincando pilotes a más de 25 m; éste fue el caso del edificio número 10, el cual se desplanta sobre una caverna de 350 m y seis metros de altura, siendo por ende el más costoso de todo el conjunto”.

Precisión astronómica
Entendido y adecuado el terreno, el sistema estructural basado en marcos rígidos de concreto prefabricado quedó definido. La superestructura fue resuelta a detalle desde Mérida, Yucatán, a través de Predecon, empresa encabezada por Enrique Escalante Galaz, quien en conjunto con su equipo detalló las características de los marcos estructurales que se montarían sobre ‘candeleros’ de concreto sostenidos por la cimentación. Con la particularidad de trabajar en ángulos precisos, Predecon planteó tolerancias milimétricas permisibles para que el montaje de las piezas subsecuentes —como trabes presforzadas tipo TL o T invertida—, se realizara sin contratiempos de consecuencias económicas. En este esquema, las losas doble T de 40 cm de peralte fueron utilizadas en  cada planta para complementar la morfología estructural de los edificios. Al igual que estos cuerpos principales, los balcones y paneles de concreto adquirieron un característico color, debido al agregado de piedra caliza de la región con que fue fabricado el concreto.

Pero para que el montaje fuera exitoso, la logística de producción e instalación debía ser puntual porque el objetivo era entregar edificios totalmente terminados para dar acceso a los contratistas de otras partidas. Debido a ello, los trabajos realizados por Predecon estuvieron basados en una planeación integral para edificar los diferentes tipos de edificios existentes en un rango de tres a siete semanas como máximo, vigilando que los ritmos de producción, transporte y montaje pudieran traslaparse para no generar una acumulación excesiva de elementos estructurales en planta u obra.

Con este método, las piezas empezarían a ser transportadas para que llegaran a Akumal exclusivamente los elementos que cubrían el avance programado, con lo cual se logró suministrar alrededor de 20 tráileres diarios en la etapa más demandante de la construcción, lo que representa un total de 300 a 600 toneladas de concreto movilizadas. Al final, con este sistema a precio alzado se logró un ahorro de 30% en calendario de obra en comparación con una manufactura de concreto colado in situ, refiere el Ing. Gabriel Andrade de la empresa Predecon.

Para Jaime de la Portilla, arquitecto técnico por parte de la cadena, las anécdotas sobran. En los 10 años que ha trabajado con los propietarios en República Dominicana, Ibiza y ahora en México, su contacto directo y pasión por la construcción lo hacen referir cada dificultad como un giro que otorgó más valor al plan maestro. Recuerda haber restringido el área de trabajo de montaje para no dañar la vegetación y enfatiza que la lógica era anteponer el respeto a la naturaleza. “Los huracanes que impactaron la península en 2005 (Emily y Wilma) advirtieron las posibles consecuencias de remar contra corriente oponiéndose a ellos. Ésas fueron pruebas de alto grado de dificultad, que en su momento fueron superadas con éxito, pero debían ser recordadas actuando con responsabilidad durante la construcción de un espacio que puede gustar o no, pero que simplemente es diferente”.

Suma de voluntades
De la Portilla lo dice bien. Es éste el primer hotel en México que se realiza mayoritariamente prefabricado, ya que a excepción de los muros divisorios, todo lo visible fue realizado bajo ese sistema. Hoy Predecon afirma que con el ejemplo de esta obra se ha incrementado el desarrollo de proyectos integrales, pero recuerda que convencer a los dueños fue algo complicado, pues se estaban presentando soluciones inusuales para esta tipología. Afortunadamente, señalan, todos los involucrados se comprometieron al cien por ciento desde el inicio para generar un traje a la medida.

“Éste es un gran proyecto donde ingeniería, arquitectura, filosofía y construcción se conjugaron para lograr algo completamente distinto, por lo cual durante su realización no tuvimos mayor complejidad o retraso administrativo”. Todos los pagos fueron tomados con gran seriedad por el cliente y, al mismo tiempo, los directores de construcción de España y el equipo de residentes hicieron lo necesario para dar soluciones y lograr que todo marchara perfectamente. “Quizá la fórmula para lograr esta distinción de ser nombrada Obra del año fue que todos hicieron bien lo que les correspondía”, afirma Escalante. El ingeniero no se equivoca. Sin saberlo ni con mediana profundidad, el jurado de Obra del año intuyó algo especial en Sirenis. Al cabo de la sesión protocolaria, la decisión había logrado apreciar la base geométrica que reguló la fisonomía del conjunto; las relevantes soluciones constructivas; las bondades del sitio por demás excepcional; la nula intención escenográfica y sí una interpretación sincera y fundamentada de las formas vernáculas.

El fallo fue unánime. Al final, Marte, el planeta rojo donde se presume haya vida, tampoco se había equivocado.

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