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Museo Arocena, la joya de la Comarca

Casi un siglo después, el edificio recobra su brillantez en forma de museo.
vie 24 octubre 2008 03:24 PM
Sin Pie de Foto
Con acentos de luz, el ex Casino de La Laguna es el acceso n

Ecléctico. Así es el Museo Arocena, un inmueble histórico que alberga la igualmente diversa colección de arte religioso virreinal y europeo que en tres generaciones reunió la familia Arocena.

Este nuevo centro de arte y cultura —ubicado en Torreón, Coahuila— es resultado de una intervención que preserva el patrimonio histórico de la ciudad, a la vez que incorpora materiales y elementos contemporáneos que coexisten armónicamente con otras construcciones del Centro Histórico de la ciudad coahuilense, según indica Eduardo Aguirre Moreno, arquitecto titular del proyecto.

La primera idea para rescatar este inmueble surgió hace seis años. El alcance de la propuesta creció gradualmente y ahora el proyecto no concluye con la sola restauración y adecuación del Casino de La Laguna, sino que hay planes para rescatar e incorporar la Casa Histórica Arocena y el antiguo Banco Chino, sus vecinos de toda la vida.

Exhibición de voluntades
Construido bajo la dirección del arquitecto francés Louis Channel, el Casino de La Laguna fue inaugurado en 1910, sólo dos meses antes del estallido de la Revolución Mexicana. Tres años atrás, el 15 de septiembre de 1907, Torreón adquiría el rango de ciudad, luego de haber sido rancho, estación de tren y villa. De manera que el inmueble de rasgos neoclásicos posee un valor histórico y simbólico que va unido al desarrollo de la urbe. Si en tiempos porfirianos el edificio sirvió como punto de encuentro para los hombres de negocios y las personalidades de la zona, hacia finales del siglo XX cayó presa del abandono.

Intervenir una edificación como ésta —casi centenaria— y devolverle el brillo, constituyó un desafío en varios aspectos. Aguirre comparte con emoción: “El mayor reto fue la conservación de la esencia arquitectónica de este edificio que durante muchos años fue un hito de toda la Comarca Lagunera. Fue un arduo proceso para el redescubrimiento de su estructura principal y de sus elementos decorativos originales”. Además, estaba el compromiso con la sociedad local que estuvo a la expectativa durante todo el proceso.
Rosario Ramos Salas, directora del Museo Arocena, refiere que el recinto se originó gracias al impulso de la iniciativa privada para destinar un espacio a la vasta colección de la familia Arocena. Al objetivo de la Fundación Elvira Arocena se sumaron la sociedad civil, autoridades federales, estatales y municipales y empresas. De ahí que cuenta con el respaldo económico de diversos sectores sociales.

Ramos comenta que si bien en la entidad se han realizado otros trabajos para rescatar edificios y convertirlos en recintos museísticos, los resultados no han sido del todo satisfactorios. Por ello, buscaron proveer al lugar con “adelantos modernos de comodidad y funcionalidad” para obtener “un museo de clase mundial”.

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En 2002 se tuvo la oportunidad de comprar, rescatar y restaurar un inmueble “emblemático para los laguneros”, ubicado en el Centro Histórico, comenta la directora. Con la obra, dice, se preserva el patrimonio arquitectónico, se contribuye a la descentralización de la actividad cultural y se abren oportunidades para otros proyectos económicos que desarrollen la ciudad. Después de trabajar dos años en el proyecto arquitectónico y otros dos en la ejecución de obra, el 26 de agosto de 2006 el Museo Arocena abría al público.

El recinto es parte de la muestra
Para alcanzar el objetivo, se involucró a estudiantes de arquitectura de las universidades Iberoamericana Unidad Laguna y de Coahuila. Sus opiniones coincidieron en que la nueva fachada del museo debía ser contemporánea y aportar al entorno, mas no competir con los edificios colindantes. Al final se usó zinc laminado, que procesó y donó la empresa Met-Mex Peñoles, y que aporta un toque moderno con cierto aire a la Frank Gehry.

Con base en un estudio de masas de las construcciones aledañas, precisa Aguirre, se integró el volumen superior hacia la calle Cepeda en relación directa con las alturas de los balcones de ambas edificaciones. “El Museo Arocena fue el primero en el que nosotros experimentamos el uso del zinc, y el segundo en la región —después del Teatro Nazas, a dos cuadras de distancia—. Lo utilizamos como elemento para fachada integral, pero a partir de esta experiencia, hemos seguido en la línea de experimentación de nuevas formas y nuevos sistemas de colocación de las placas para fachadas integrales en varias obras importantes alrededor de México, en trabajo conjunto con Met-Mex Peñoles”.

Igualmente, sin pretender una competencia con la nueva fachada, se situó un obelisco en la acera. Al originarlo, su función quedó clara: ser un elemento perceptible a la distancia para identificar la entrada principal. Es una estructura metálica forrada en acero inoxidable y cuenta con un sistema de iluminación policromática para la proyección de las letras.

En el interior se liberaron espacios remodelados décadas antes y se descubrieron muros y plafones hasta llegar a los originales de principios del siglo XX. Sólo fue demolido el edificio que se localizaba donde ahora se levanta la Plaza Peñoles, la cual funciona como vestíbulo principal del museo.

En cuanto a la cubierta del patio interior, el entrevistado indica que se procuró ampliar el ambiente de la plaza con el mínimo de soportes estructurales para “no encerrar en su totalidad el espacio superior”.

Después de analizar varios tipos de techumbres decidieron utilizar un sistema de velarias, consistente en un conjunto de elementos metálicos y una membrana plástica de PVC con tensado suspendido, “de apariencia ligera, translúcida, con profundidad propia, limpia a la sensación visual, con propiedades acústicas, de aislamiento térmico y diseño de vanguardia”.

Reunión de siglos
La interconexión entre espacios viejos y nuevos del museo permite al visitante dos tipos de desplazamiento: una circulación horizontal para hallar la zona de talleres y las oficinas administrativas, y otro recorrido vertical, a través de escaleras o elevador, para descubrir las amplias salas de exhibición. Para exponer la obra temporal y permanente —arte del México virreinal y arte europeo—, la museografía quedó en manos del maestro Rodrigo Witker, quien diseñó módulos reutilizables, dimensionados en espacios específicos del edificio. Este trabajo museográfico busca representar un conjunto homogéneo de elementos y a la vez distinguir a cada sala con un carácter individual.

A fin de favorecer una paseo confortable por las diferentes áreas, se dispone de un sistema de automatización de instalaciones monitoreado las 24 horas del día desde un site que controla climatización, circuito cerrado de televisión, sistema inteligente de intrusión, iluminación sensible al movimiento y sistema de detección de humos y altas temperaturas. Además, el museo cuenta con sistema contra incendios, una extensa red de voz y datos, red inalámbrica y sistema de monitoreo de la obra artística expuesta.
Junto con el confort, el diseño también consideró el uso de materiales de primera calidad y bajo mantenimiento. De ahí que en los pisos se utilizaron mármoles y granitos, parquet y duela de maderas finas, concreto pulido y alfombra, mientras que las maderas finas y el laminado de plata se observan en lambrines. Además, en las escaleras y sus barandales se emplearon mármol, concreto martelinado, cristal templado y acero inoxidable.

Un cuidado diseño acústico e isóptico se realizó en el auditorio —con capacidad para 125 espectadores— que posee sistemas de sonido multicanal y de proyección de imagen a partir de seis proyectores. Para la biblioteca se aprovechó la altura del espacio original y se fabricó un tapanco metálico en todo el perímetro de ésta; en el piso se ocuparon aproximadamente 30 mil piezas del parquet de madera fina (tsalam de 5 x 7.5 cm) que existían en las antiguas pistas de baile del Casino de La Laguna. Otro lugar no para consultar libros pero sí para comprarlos, se encuentra en la cafetería, espacio que une al primer nivel del Arocena con la Plaza Peñoles.

Rumbo al bicentenario
Para Rosario Ramos, la colección Arocena encontró un anfitrión muy significativo que, ya recuperado, es motivo de orgullo para Torreón. Mas la tarea aún no termina, sino que hay dos proyectos en puerta: el primero, cuya finalización se prevé en 2009, se ocupará de la Casa Histórica Arocena, que mostrará a los visitantes cómo vivía una familia en los años 20 y 30 del siglo XX. Este espacio añadirá 800 m2 de exhibición y quedará conectado con el tercer nivel del museo.

El segundo proyecto rehabilitará otro inmueble colindante: el Edificio Russek —antiguo Banco Chino— localizado en Av. Juárez y Valdés Carrillo. Las dos plantas superiores del edificio fueron cedidas en comodato durante 30 años por la familia Russek y añadirán 1,500 m2 más al área de exhibición.

Al respecto Gerardo Traegger Mendoza, especialista en arte, ha opinado a medios locales que el esfuerzo en sí beneficiará cultural y urbanísticamente a la ciudad coahuilense y a su entorno inmediato, como ha sido el caso del Museo Macay, en Mérida, o del Marco en Monterrey.

El plan, signado en forma simbólica desde la fecha de fundación del casino, coincide con los festejos del bicentenario independentista y convertirá al Arocena en el recinto de arte e historia más grande y completo del Norte del país.

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