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Cinco puntos para una nueva arquitectura

Lejos de ser cabalístco o mágico, el número cinco juega un papel importante en las pautas arqui
jue 05 julio 2007 09:57 AM

De los escritos sobre arquitectura que fueron publicados durante el siglo XX, sin duda el más importante fue el de Le Corbusier Cinco puntos para una nueva arquitectura, que vio la luz en 1926. Su éxito se demuestra con la enorme cantidad de edificios que se realizaron a partir de sus propuestas y con la validez que aún tiene, a 81 años de distancia. Su enorme éxito consistió en que definió y propuso los elementos precisos para realizar una nueva arquitectura. A partir de su publicación el manifiesto se convirtió rápidamente, a nivel mundial, en un manual normativo; en un código de utilidad práctica como antes lo habían sido las lecciones de Durand en el siglo XIX o, desde el siglo XVI, el tratado de Vignola sobre los cinco órdenes clásicos.

Es importante notar que Le Corbusier propuso elementos que se usaban ya y que él no inventó. La enorme importancia de su escrito es que logró definir algunos de ellos y una técnica constructiva, mediante el concreto armado, que permitieron una verdadera revolución en los proyectos donde se aplicaron sus recomendaciones. La repercusión fue mundial y en México, Juan O’Gorman —cuando sólo tenía 25 años— fue quien aplicó primero con mayor rigor y extraordinaria creatividad los cinco puntos, en la casa-estudio de Diego Rivera (1930). Ahí, O’Gorman planteó la modernidad más radical que implicó la asimilación de un nuevo lenguaje arquitectónico y una nueva cultura material.

El pabellón que proyectó para Philips (1958), fue una extraordinaria obra que no sólo se adelantó por su arquitectura de superficies curvas a la obra de Gehry y muchos más, sino que inició una revolución en los criterios de museografía, al incorporar los audiovisuales y la música en las exhibiciones. La última obra de Le Corbusier fue un pabellón en Zurich, una nueva alternativa a la estética del concreto armado, contenida en los cinco puntos. Esta revolución teórica, desconocida para una gran cantidad de arquitectos, contribuyó a terminar con una práctica profesional obsoleta y generó miles de obras que representaron una profunda trasformación universal.

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