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El riesgo del ‘riesgo país’ en México

Las agencias calificadoras evalúan modificar la calificación de grado de inversión en el país; Irén Castillo explica qué significa el riesgo país, cómo se evalúa y qué elementos lo afectan.
mar 16 junio 2009 06:04 AM
La influenza podría aumentar la disminución de las inversiones hacia el país (Foto: Archivo)
inversiones (Foto: Archivo)

El desarrollo de los mercados financieros internacionales ha dado auge a la percepción sobre el riesgo país (grado de inversión) y la manera como éste se expresa. Por ello cobra importancia estudiar su evolución, cada día más compleja, dada la amplitud y diversificación de los participantes en el mercado, las formas de negociación y de los instrumentos; resultando relevante distinguir entre diferentes conceptos que circulan alrededor de este riesgo. Asumiendo que el análisis del riesgo país es una herramienta en el proceso de toma de decisiones, muchas veces su apreciación es errónea. Numerosas confusiones conceptuales rodean la idea del riesgo-país ya que éste es un concepto que va más allá del " riesgo soberano " o del "riesgo político", aunque algunas veces se utilicen como expresiones intercambiables, pero no lo son en realidad.

Este riesgo está asociado, en general, a una exposición ante una pérdida potencial por un préstamo realizado fuera de las fronteras, causada por eventos de un país en particular, eventos que están, por lo menos en alguna medida, bajo el control del gobierno pero definitivamente no bajo el control de una empresa o un individuo en particular.

Esta idea hace resaltar inmediatamente algunos puntos. Primero, que la definición solamente se refiere a préstamos realizados fuera de las fronteras, el riesgo de préstamos contraídos en el país y en la moneda local son excluidos.

Segundo, todo préstamo dentro de un país, si es realizado al gobierno, a una empresa privada o a un individuo, está expuesto al riesgo país. Por tanto, es un concepto más amplio que el riesgo soberano, el cual es el riesgo de prestar sólo al gobierno de una nación soberana.

En tercer lugar, sólo los eventos que están, al menos en cierta medida, bajo el control del gobierno, pueden conducir a la materialización del riesgo país. Por ejemplo, un incumplimiento por bancarrota puede considerarse como riesgo país si la quiebra es el resultado de la mala administración de la economía por parte del gobierno; sería considerado como riesgo comercial, si la quiebra es el resultado de la mala administración de la empresa.

Un último punto de interés es el que se refiere a los desastres naturales. Si estos son inusitados, no pueden considerarse como riesgos del país. Pero si la experiencia pasada muestra que han tenido una tendencia a repetirse periódicamente, como tifones o huracanes en algunos países, entonces el gobierno puede hacer ciertos preparativos ante tales contingencias con el propósito de minimizar sus efectos dañinos.

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Los eventos más frecuentes que pueden conducir a la materialización del riesgo país pueden clasificarse como:

Políticos: una guerra, ocupación por un poder externo, disturbios, desorden por reclamo de territorio, diferencias ideológicas, conflictos de intereses económicos, regionalismo o polarización política.

Sociales: una guerra civil, distribución inequitativa del ingreso, unión militar, divisiones religiosas, o antagonismo entre clases sociales.

Económicos: retraso en el crecimiento de largo plazo del PIB, rápido crecimiento en los costos de producción, huelgas, déficit comercial , súbito incremento de la importación de alimentos y energía o combustibles, entre otros.

Como un caso importante entre los eventos económicos se encuentra la recesión, que puede analizarse desde dos perspectivas, si es a nivel mundial, y el gobierno aplica las políticas anticíclicas apropiadas, no se considera como riesgo país. Pero si la recesión se da en un país en desarrollo, o si se agrava por la incapacidad de las políticas del gobierno para controlarla, sí puede verse como riesgo país.

En este sentido se puede hablar de riesgos económicos, políticos y sociales, pero cada uno se refiere a la naturaleza del evento que puede causar una pérdida y es aplicable a todos los deudores dentro de un país. De manera individual, representan un concepto estrecho, pero en su conjunto dan sentido a la noción del riesgo país, pese a que la confusión conceptual de éste también obedece a los diferentes criterios utilizados para su clasificación que van desde el sentido geográfico, el tipo de deudor, la naturaleza de los eventos, la actitud de un deudor ante un préstamo contraído o hasta la magnitud alcanzada de un país.

La amplitud en las clasificaciones de riesgo país obedece a que se ha convertido en un elemento fundamental del funcionamiento de las economías latinoamericanas desde que los países se incorporaron de lleno al mercado financiero internacional, precisamente a principios de la década de los noventa, a través del famoso Plan Brady. En ese plan, por medio de la ingeniería económica, la deuda con el sector bancario que tenían los Estados como el argentino y el mexicano se transformó en deuda de mercado de valores.

A partir del Plan Brady el Estado dejaba de endeudarse directamente con la banca, lo que significó un cambio en las políticas de endeudamiento. Ahora, el Estado debía endeudarse en el mercado de valores a través de la emisión de títulos públicos, los cuales serían comprados por aquellos agentes que considerarían que el riesgo de pérdida no sería tan alto. En otras palabras, el Estado sólo podría recibir fondos si pudiese convencer a los inversores de que es un Estado confiable y de que en el futuro se encontraría en condiciones de pagar los servicios de la deuda contraída.

Es debido a esto que los inversores buscaron la manera de medir cuan transparente y confiable podía ser el Estado deudor, el riesgo país resultó el indicador elegido para cumplir con dicha tarea.

Con estas reglas de juego, el riesgo país se ha convertido en un elemento fundamental para las economías emergentes como la de México, pues de ella dependen sobremanera las inversiones para el crecimiento y desarrollo. Por su parte, las inversiones sólo llegarán al país en la medida que el riesgo sea bajo; cuanto menor sea, mayor será la entrada de inversionistas.

En síntesis, el riesgo país es un indicador de riesgo de inversión, pero no es exacto ya que posee componentes subjetivos; también es una herramienta que sirve para comparar a los distintos mercados de capital entre sí, posibilitando la creación de un ranking de países confiables, yendo del más seguro al más inestable. Que una nación tenga riesgo país "cero", significa que puede endeudarse al precio más bajo en el mercado, lo cual hará que los proyectos de inversión de dicho país sean menos riesgosos y por tanto, con mayor probabilidad de éxito.

La clasificación que se refiere a la actitud que toma un deudor frente a una deuda es de las más importantes, ya que ésta puede causar una pérdida de diferentes niveles, por ejemplo, cuando notifica al acreedor que cesará definitivamente de hacer pagos porque (a) no puede pagar, (b) no quiere pagar (incumplimiento) o, en el peor de los casos, (c) porque deja de reconocer el adeudo.

Aunque a nivel país, el desconocimiento de una deuda es muy raro de observarse, el incumplimiento ofrece más elementos de análisis, ya que su importancia en la creación de riesgo país obedece a ciertos eventos que dificultan justamente el pago de servicios de una deuda. Tales eventos merecen una justificación para entender su existencia y sus efectos sobre el riesgo país.

Se distinguen tres problemas que subyacen tanto en los préstamos de carácter doméstico como en los internacionales: la ejecución, el riesgo moral y la selección adversa. En la ejecución se da la dificultad de asegurar que ambas partes del contrato se adhieran a los términos, pero en especial, que el deudor pague al prestamista. Ante un incumplimiento, internacionalmente existen métodos legales y ejecuciones por una corte, cuando que domésticamente, un incumplimiento puede resolverse con una declaración de quiebra y con la compra de una institución con mayores posibilidades.

El problema del riesgo moral se asocia a la dificultad del prestamista de monitorear las acciones del deudor para asegurar que no le afecten de manera adversa en sus prospectos para recuperar la deuda. Por su parte, el problema de la selección adversa está relacionado con la dificultad de acertar sobre las características de un "buen deudor". Si bien ambos problemas, el riesgo moral y la selección adversa, merecen atención, el enfoque está más en entender las relaciones crediticias entre países desarrollados y en desarrollo, para identificar los incentivos que tienen los deudores para pagar y los oferentes de capital para seguir prestando. Tales incentivos se estudian desde el lado de los deudores, como el caso de la buena voluntad para pagar y el miedo a las sanciones si no cumplen. Y desde el lado de los prestamistas, diseñando modelos que incluyen la incertidumbre.

Existe un gran número de variables que se consideran para determinar si el grado de inversión es adecuado, por ejemplo el PIB per cápita, la propensión a invertir, la razón de reservas a importaciones, el saldo de la cuenta corriente como proporción del PIB, la tasa de crecimiento de las exportaciones, la variabilidad de las exportaciones, la proporción de la deuda externa neta sobre las exportaciones, e incluso indicadores de inestabilidad política.

La principal es el PIB per cápita, que supone que los países más pobres tienen menos flexibilidad de reducir su consumo que los países más ricos. Por lo tanto, los países con un bajo PIB per cápita pueden estar menos dispuestos a solucionar problemas del pago de la deuda implementando programas de austeridad. La relación entre el rating de crédito y la razón de reservas a importaciones se basa en que cuanto mayor es el nivel de reservas con relación a las importaciones, mayor es el nivel de divisas disponible para pagar el servicio de la deuda externa y, por tanto, es menor la probabilidad de incumplir.

Bajo la situación económica mundial actual, y considerando lo anterior, México podría mantenerse con la misma calificación de grado de inversión, aunque debe de empezar a considerar los estándares que las calificadoras incluyen en el indicador de riesgo país. Para nosotros es indispensable si se quiere la fluya la inversión.

* El autor es licenciado en Economía por parte de la Universidad Panamericana , cuenta con una especialidad en Gestión de Cartera y Mercados Financieros en Coruña, España y es maestro en Economía Sectorial por la Universidad de Santiago de Compostela en España.

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