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Inteligencia emocional, útil en finanzas

La capacidad para diferenciar tus afectos te ayudará en tiempos de crisis, dice Marveya Villalobos; la catedrática de la UP te guía para aplicar la inteligencia emocional en las finanzas personales.
vie 27 noviembre 2009 06:00 AM
La inteligencia emocional en la aplicación de  las finanzas personales requiere ser catalizada por la inteligencia y la voluntad. (Foto: Jupiter Images)
pensar (Foto: Jupiter Images)

La inteligencia emocional es la capacidad que tienen todas las personas para identificar y reconocer los pensamientos, los  sentimientos, las emociones y las pasiones que conviven en el laberinto personal de la afectividad. Más allá de sólo reconocerlas o identificarlas, la persona con inteligencia emocional las piensa y elegantemente aprende a sobreponerse frente a ellas.

En esta época posmoderna, la mayoría de las personas viven con una afectividad exacerbada o en el drama permanente, y por ende, están en las mejores condiciones de generar emociones destructivas ante los diversos acontecimientos y situaciones vividas.

La realidad actual invita al consumo permanente , mismo que conduce a generar niveles de ansiedad por adquirir, comprar o tener.

Todo se presenta como consumible, y este ambiente de "compras" conduce a la autocomplacencia y sobre todo nos enfrenta a una dura realidad de decidir ante el escandaloso panorama del consumismo.

La persona de hoy vive en la sociedad del espectáculo, en donde todo invita a quererse, a "vivir sin consecuencias", -éste es el sustento de una bebida-;  a "no importa que te hayas portado mal", -slogan promocional para adquirir un coche-; lo que promueve en las personas necesidades que no tendría sin la mercadotecnia.

Por lo anterior, resulta fundamental pensar, reflexionar y cuestionarte cómo vives desde la inteligencia emocional ante las ideologías sociales que permean y nublan la realidad.

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La gran meta de la educación emocional no es el conocimiento, sino la acción. Porque es sólo en la acción en donde se conoce a las personas.

La persona tiene dos capacidades específicamente humanas a las cuales se dirige la educación: la inteligencia y la voluntad, las cuáles están reguladas por la afectividad.

La libertad es una propiedad de la voluntad que tiene la capacidad de decidir, pero también de renunciar ante lo no elegido. Cuando se es capaz de renunciar a lo no elegido, se está educando en la tolerancia a la frustración, porque a final de cuentas no todo  puede tenerse.

Cuando la inteligencia emocional se manifiesta en ese laberinto de la afectividad, presente en los pensamientos, los sentimientos, las emociones y las pasiones, conduce a actuar sin límites, y por tanto, se generan emociones destructivas que conducen a perder la serenidad.

La persona serena acepta su realidad.

¿Cómo aplicar la inteligencia emocional en las finanzas personales?

  • Reconocer que tengo la capacidad de decidir y de renunciar de forma serena.
  • Ser capaz de no utilizar la tarjeta de crédito como dinero adicional sin generar una emoción destructiva.
  • Identificar mis emociones constructivas o destructivas al momento de adquirir algún producto.
  • No generar frustración cuando se está en imposibilidad de adquirir una cosa, que al final de cuentas resulta inútil.
  • Imponer límites, puesto que éstos nos impulsan o nos imposibilitan.
  • No dejarse llevar por el deseo de adquirir, sino por la auténtica necesidad.

Cuando se vive inundado en deudas se desestabiliza la inteligencia emocional, puesto que, se generan emociones destructivas de reproche, de preocupación y de angustia de no estar en posibilidad de pagar las deudas.

Las emociones destructivas interrumpen de inmediato la calma, la quietud y la armonía de la mente; mientras que las emociones constructivas no perturban la armonía ni la sensación de bienestar, sino muy al contrario, la favorecen.

La inteligencia emocional en la aplicación de  las finanzas personales requiere ser catalizada por la inteligencia y la voluntad que es lo que hace específicamente humana a la persona, capaz de pensar y de querer. ¡Qué nada les haga perder la serenidad!

*Catedrática de la Facultad de Humanidades-Pedagogía de la Universidad Panamericana.

 

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