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Pros y contras de la Reforma Política

La forma de presentar el ‘decálogo de Calderón’ suena más a protagonismo, dice Gustavo López; las propuestas, aunque atractivas, carecen de análisis de funcionamiento, señala el catedrático.
jue 17 diciembre 2009 06:00 AM
Felipe Calderón, presidente de México, anunció el financiamiento para los productores lecheros. (Foto: AP)
calderon (Foto: AP)

Finalmente el presidente Felipe Calderón anunció un conjunto de reformas constitucionales para fortalecer la institucionalidad de la política mexicana, dando continuidad al discurso pronunciado el 2 de septiembre del presente año.

Si bien los aspectos anunciados, que conforman una primera etapa de reformas, son relevantes para dar funcionalidad al sistema político, la forma en que se presentan no asegura ni un buen funcionamiento una vez aprobados, ni el apoyo tácito de las fracciones parlamentarias en el Congreso de la Unión.

A lo largo de los últimos 30 años, se desmantelaron un conjunto de reglas informales que daban funcionalidad al sistema en su conjunto y cuyo resultado fue el debilitamiento del poder presidencial, así como el fortalecimiento del legislativo y, en segunda instancia, del judicial.

Sin embargo, únicamente se construyeron instituciones (reglas) en el espacio electoral, pues fue ahí donde se centró la atención de los actores políticos más relevantes, dando como resultado un diseño donde los incentivos para que dichos actores negocien son escasos, la incertidumbre sobre el cambio institucional es amplia, así como la inoperancia de las reglas formales ante momentos de crisis.

Es por ello que bajo la situación actual, los partidos son los entes más relevantes, asumen la exclusividad de la representación política formal, tienen incertidumbre sobre el resultado de sus acciones, tienen poder suficiente como para vetar o, por lo menos, amenazar la eficiencia de las decisiones de otros actores y les incentiva a negociar únicamente cuando las condiciones les dan certeza sobre los resultados.

En este contexto, las reformas propuestas por el Presidente buscan dotar de reglas más claras al juego político, así como fortalecer los mecanismos del sistema para generar resultados que incrementen su legitimidad.

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Sin embargo, no es clara la forma en que dichas propuestas contribuyen para el efecto, así como la forma en que impactarán la disputa por el poder político.

Algunas de las propuestas presidenciales han sido presentadas en anteriores ocasiones por otros actores, distintos al Partido Acción Nacional (PAN), como la reelección consecutiva de legisladores y alcaldes, la reducción de los integrantes del Congreso de la Unión, la segunda vuelta y el incremento del umbral de sobrevivencia de los partidos, así como el ascenso de los derechos y condiciones de la iniciativa legislativa. En esas ocasiones la suerte de las iniciativas así como las discusiones en torno a ellas han dejado mucho que desear.

En una primera instancia las propuestas parecen atractivas pero la forma en que se presentan refleja un ánimo más protagónico que serio con respecto al problema que se enfrenta.

Además, el momento en que se hace no es el adecuado, pues el Congreso está a punto de cerrar la cortina, como dijo el presidente del Senado, con varias semanas de por medio antes de que se reúnan las Cámaras nuevamente y con pocas posibilidades de retomar una discusión seria en el corto plazo sobre los temas propuestos. Aunado a lo anterior, viene un momento electoral importante.

En segundo lugar, las propuestas no se han realizado en términos de un análisis del funcionamiento del sistema como tal. Por ejemplo, la reelección legislativa y de alcaldes tiene ventajas importantes para el sistema de rendición de cuentas, pero por sí misma no funciona si no va acompañada de otros mecanismos que aseguren su efectividad. De lo contrario, su introducción puede traer más desventajas que aquellas que se busca resolver.

Una vez que tengamos reelección ¿qué va a pasar con las formas de elección de candidatos al interior de los partidos? ¿Cómo se van a generar contrapesos a los funcionarios con capacidad de reelección? ¿Cómo se van a asegurar mecanismos de destitución en caso de ineficiencia?

Como este ejemplo podemos decir lo mismo del resto de las propuestas. La reducción del Congreso es atractiva en términos de discurso, pero ¿qué efectos tendrá sobre el papel de los partidos y la repartición de espacios de poder a su interior?

Un Congreso más pequeño no es necesariamente más eficiente o menos oneroso que el que tenemos actualmente. Es más, la reducción de los diputados y senadores de representación proporcional puede generar efectos importantes en la construcción de la representación política.

La discusión por venir será interesante, pero si no se hacen reformas de largo y mediano alcance junto a las propuestas realizadas, su funcionamiento una vez aprobadas puede ser más nocivo que benéfico. Por tal motivo, lo dicho y propuesto hasta ahora por el Presidente no es suficiente, por lo que habrá que enriquecer el debate y hacer ver a los legisladores que la discusión debe incorporar a otros actores y propuestas.

* El autor de este artículo es profesor investigador en la Licenciatura en Ciencia Política en el Tecnológico de Monterrey, así como consultor asociado en el Centro de Estudios Políticos Internacionales. Realizó sus estudios de Maestría y Doctorado en Ciencia Política en The New School for Social Research (Nueva York). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Harvard y la Universidad de Connecticut.

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