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El VIH y la discriminación laboral

El 59% de los portadores de VIH prefiere no saberlo ante la posible discriminación social y laboral; el tratamiento farmacológico puede representar un gasto de 7,000 hasta 15,000 pesos mensuales.
dom 11 julio 2010 06:33 AM
France Telecom no reveló cuánto costará el plan de motivación que busca evitar más suicidios en la firma. (Foto: Jupiter Images)
empleo-despido-suicidio-laboral-telecom-france (Foto: Jupiter Images)

Mientras me preparo con lecturas para asistir debidamente actualizado a la XVIII Conferencia Internacional sobre SIDA en Viena, me encuentro en Twitter que Carlos Magis Rodríguez, director de Investigación Cooperativa del Centro Nacional para Prevención y el Control de VIH-SIDA (CENSIDA), ha señalado que el 59% de las casi 220 mil personas que portan la infección por VIH, lo desconocen, o quieren desconocerlo. ¿Pero por qué?,  ¿no es mejor, como en todas las enfermedades, estar al tanto lo más tempranamente posible para buscar la ayuda médica necesaria? Una hipótesis muy personal basada en las cifras y las opiniones de los expertos: las personas diagnosticadas con la infección por Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), que a la larga causa el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), piensan que no sólo morirán físicamente, sino que sufrirán de aislamiento social y laboral si su estatus de salud es conocido por los demás.

Y muchas veces eso que piensan, es lo que sufren.

Las cifras que no mienten

Para saber si el estigma y discriminación contra las personas que viven con VIH es un hecho, le pregunto a Arturo Rosales, especialista de Monster, empresa de reclutamiento por Internet, qué opina sobre el tema. Para él, "todavía existe mucha desinformación sobre el padecimiento y las formas de infección. Esto hace que las personas que viven con VIH, sufran de constante discriminación en su entorno social o en el trabajo.

Es muy común que no se les otorgue una vacante para la que pueden ser aptos, o que por miedo al ‘contagio', no se les den los mismos tratos que a cualquier otro trabajador".

Y esgrime como sustento de sus dichos la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (CONAPRED-SEDESOL): sólo el 0.2% de los encuestados escogería a personas con VIH/SIDA como primera opción para colocarlos en un trabajo; mientras que a la pregunta sobre a quién jamás contratarían, el 18.4% respondió que a las personas que viven con VIH/SIDA.

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Falacias, mitos y mitotes

Ignorancia, desinformación estigma y discriminación: una combinación tremenda para las personas que viven con VIH. Entonces se hace necesario aclarar que la infección por VIH y SIDA no son lo mismo, como más arriba ya lo mencioné.

El Virus de la Inmunodeficiencia Humana infecta al organismo humano a través de tres vías, y nada más: intercambio de fluidos seminales y vaginales en las relaciones sexuales; la transmisión de una mujer embarazada con la infección a su hijo y por transfusión sanguínea.

La transmisión madre-hijo puede prevenirse mediante medicamentos y cuidados durante la gestación y el parto y evitando la lactancia. La sangre con VIH para transfusión hace mucho que dejó de ser problema con los controles sanitarios instaurados por la Secretaría de Salud cuando se supo que esta era una vía de infección en la segunda mitad de los 80. El intercambio de fluidos en las relaciones sexuales se resuelve con un condón. El virus está en la sangre y en algunos fluidos orgánicos (semen, por ejemplo) y debe entrar en el torrente sanguíneo o infectar ciertos tejidos.

Y ya. Ni mosquitos, ni besos, ni abrazos, ni saliva, ni la alberca, ni sentarse en el mismo WC, ni la convivencia diaria hacen que una persona se infecte de VIH.

No es una gripa que se contagia por darse la mano o besuquearse con el acatarrado. Ni es exclusiva de homosexuales o prostitutas: su prevención atañe a todos los que tenemos vida sexual con otras personas. Además, no se nota ni tiene síntomas claros. Las personas viviendo con VIH incluso pueden no saber que están infectadas y estar asintomáticas por muchos años (de 3 a 5 hasta 10 o 15).

EL SIDA es una fase avanzada de la infección: el virus ha devastado gran cantidad de linfocitos T CD4+, un tipo de célula inmunológica que coordina la defensa de nuestro organismo. Sin ese escudo, empezamos a sufrir infecciones oportunistas como neumonías atípicas, herpes, infecciones estomacales severas y síndrome de desgaste, entre otros trastornos. En esta etapa de la infección es cuando el paciente baja de peso, sufre diarreas, sus pulmones fallan o su salud toda puede colapsarse y morir.

Queda claro: las personas viviendo con VIH no están cursando con SIDA necesariamente. Y pueden vivir y trabajar y amar y triunfar como cualquier otra persona si se atienden. Y no, no son un peligro para nadie.

Un coctel a su salud

En el verano del 96, durante la XI Conferencia Internacional sobre VIH/SIDA en Vancouver, el Dr. David Ho, un investigador estadounidense de origen taiwanés propuso tratar la infección por VIH como ya se hacía con algunos cánceres: con la combinación de tres o cuatro fármacos, que en este caso bloquearan la replicación del virus en las células CD4. Hasta ese momento los pacientes no sobrevivían más de 6 meses después de aparecer los primeros síntomas del SIDA. Y tuvo éxito. Llegó a la reunión internacional con un grupo de pacientes que seguían vivos y funcionales, gracias a que la cantidad de virus en su sangre había disminuido con esa estrategia.

Actualmente, en México contamos con 21 fármacos antirretrovirales que se administran conjuntamente como si fueran un "coctel terapéutico". Y aunque su costo es todavía muy alto, depende de la combinación, pero pueden ir de los 7,000 pesos mensuales a los 15,000, logran que los pacientes no progresen hacia el SIDA o si llegaron a esa etapa, se recuperen y con ello recuperen su vida. Por fortuna, el tratamiento es gratuito a través del IMSS, ISSSTE, el Seguro Popular o los hospitales del ejército.

El Dr. Luis Enrique Soto Ramírez, jefe del Laboratorio de Biología Molecular del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, me confirma una cifra optimista: los tratamientos antirretrovirales permiten incrementar en un 45% la supervivencia de personas que viven con VIH o SIDA. Un paciente bien medicado puede trabajar, hacer deporte, ser productivo y creativo sin limitaciones. Incluso, si llegara a tener contacto de riesgo con otra persona a través de las relaciones sexuales sin condón o se produjera un intercambio de sangre, semen o fluidos vaginales, tiene menos posibilidades de originar una infección.

Una vez conocidos los hechos, el estigma y la discriminación son inadmisibles. Aceptarlos nos pondría al nivel de personajes como Gamaliel Ramírez Andrade, regidor tapatío del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que en junio pasado, ante el Gay Pride, expresará sin el menor rubor que no quería una Guadalajara sidosa sino una "normal, bonita".

Retrógrado.

*El autor es editor de salud y nutrición de la revista Balance.

Twitter: @fctosecundario

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