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Haz una inversión de impacto social

La idea de que las causas sociales no son rentables comienza a cambiar, afirma Alejandro Villanueva; ahora existen fondos de inversión que buscan crear negocios con propuestas filantrópicas.
jue 24 noviembre 2011 06:00 AM
La “inversión de impacto” busca optimizar, desde el origen, la combinación de resultados financieros e impacto social. (Foto: Thinkstock)
filantropia desarrollo social negocio (Foto: Thinkstock)

En la medida que las poblaciones crecen y los recursos se vuelven más escasos, se hace más complejo el reto de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos. Los gobiernos y la sociedad civil trabajan todos los días por llevar servicios básicos efectivos a poblaciones marginadas dentro y fuera de las ciudades. Estos esfuerzos, sin embargo, se ven permanentemente acotados por su capacidad de conseguir recursos públicos y privados que sostengan operativamente la prestación diaria de los servicios. Al mismo tiempo, también los gobiernos y la sociedad civil reconocen la necesidad de generar condiciones para la creación de los empleos que permitan mayor movilidad social, al romper de fondo el ciclo intergeneracional de la pobreza que ha mantenido a millones de familias dependientes de los programas subsidiados. En este caso, pese a cuantiosas inversiones, muchos esfuerzos han fracasado por la falta de una verdadera noción de sustentabilidad financiera, donde exista una clara conexión entre oferta y demanda en condiciones atractivas para ambos lados. 

Ante este panorama, desde hace algunos años han comenzado a confluir dos ideas que en su combinación pueden ofrecer una alternativa tanto al acceso a productos y servicios básicos como a la generación de empleos en zonas deprimidas. Por un lado, las empresas que están buscando nuevos mercados han encontrado en los segmentos de menor ingreso una oportunidad interesante si se pueden desarrollar modelos con la combinación de productos, precios, canales y mercadotecnia adecuados. Por otro lado, los inversionistas sociales que, frustrados por la dependencia de sus recursos para prestar los servicios , están buscando fórmulas que permitan resolver los problemas en sus causas y no sólo atendiendo sus efectos. Estos inversionistas están explorando modelos de mercado que puedan incluir productos y servicios de agua, vivienda, salud, nutrición, educación y otros factores críticos para mejorar la calidad de vida y las oportunidades de las familias más pobres. Igualmente, están comenzando a apostar en proyectos integrales que vinculen de manera positiva y financieramente viable el trabajo y los activos de las comunidades marginadas con el capital, la experiencia de negocios y los mercados de mayores ingresos.  Esta tendencia que ha comenzado a llamarse "inversión de impacto" trata también de ofrecer más transparencia en el retorno social de las inversiones, combinando los indicadores tradicionales de negocio con indicadores que reflejen el efecto en la calidad de vida. 

Aunque la gran mayoría de las personas de muy bajos ingresos siguen dependiendo casi por completo de los subsidios públicos y privados para acceder a los bienes y servicios más básicos, hay ejemplos alrededor del mundo que muestran las posibilidades de invertir en modelos de negocio para mejorar la calidad de vida de estas personas y brindarles movilidad social. Estos modelos han tenido orígenes muy diversos. Algunos vienen de cooperativas comunitarias que, además de insertarse en cadenas de valor, reinvierten sus utilidades en el desarrollo de nuevos empleos y programas de beneficio local. Otros vienen del trabajo de empresas o emprendedores visionarios que han identificado una oportunidad donde nadie más la veía. Por su parte, organizaciones de la sociedad civil e incluso gobiernos están experimentando con esquemas que combinan subsidios con el cobro parcial de los bienes o servicios para darle mayor alcance y sustentabilidad a sus esfuerzos. Finalmente, muchas fundaciones alrededor del mundo están financiando el desarrollo de modelos de mercado que, honrando su misión de ayuda a los demás, permitan hacer más con menos y especialmente, que permitan solucionar los problemas más profundamente. 

Es importante recalcar que los mercados y la búsqueda de rentabilidad pueden también aprovecharse injustamente de las condiciones de vulnerabilidad de las familias con menores ingresos, cuando existe una marcada asimetría de poder. Es por ello que la "inversión de impacto" busca optimizar, desde el origen, la combinación de resultados financieros e impacto social.  Esto no siempre resulta sencillo y da lugar a un amplio debate dentro y fuera de las organizaciones mismas, especialmente porque el capital empresarial esta frecuentemente orientado a maximizar el retorno económico, y el capital filantrópico además de carecer con frecuencia de la experiencia para evaluar la viabilidad económica de los proyectos, no siempre acepta con facilidad financiar "negocios". Por eso han comenzado a aparecer fondos de inversión que, con su propia curva de aprendizaje, están logrando con éxito combinar los recursos de actores muy diversos para invertir en estos nuevos modelos con enfoque de mercado.  Dichos fondos son una alternativa que incorpora en sus criterios de inversión la disciplina en el análisis de negocio con una misión social de largo plazo.

En los próximos años, seguramente veremos un crecimiento en la inversión de impacto proveniente de distintos sectores y diversas perspectivas. Por un lado, inversionistas privados que buscan colocar fondos de manera más socialmente responsable. Corporaciones buscando nuevos mercados. Instituciones multilaterales explorando nuevos modelos y fundaciones tratando de mejorar la sustentabilidad y la eficiencia en sus esfuerzos de impacto social. Este crecimiento, sin embargo, seguramente continuará envuelto en un debate sobre el rol de los gobiernos como proveedor y/o como garante de los servicios básicos, el valor social que hay en la gratuidad de algunos servicios y si los subsidios deben ser para todos o sólo para algunos grupos. También seguramente continuará la reflexión respecto al concepto de lo justo como referente del mercado, e incluso al papel de las fundaciones pagando aquello que nadie quiere pagar, y tomando riesgos necesarios pero que nadie quiere tomar.  Vienen tiempos muy interesantes y, en mi opinión, promisorios para ayudar a mejorar la calidad de vida y las oportunidades para todas las personas. 

*El autor es Director regional de Programas para América Latina y el Caribe de Fundación W.K. Kellogg.

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