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El agujero fiscal en el caso Walmart

¿Cómo Hacienda no supo de los ilícitos de la minorista?, cuestiona la especialista Iliana Rodríguez; el caso de Walmart expone que la voracidad por la riqueza provoca la ilegalidad, añade.
jue 26 abril 2012 06:02 AM
El escándalo de Walmart exhibe corrupción e impunidad por una parte, pero por otra la urgente necesidad de un sistema tributario eficiente. (Foto: AP)
walmart (Foto: AP)

La globalización es un fenómeno preponderantemente económico,  producto de la transnacionalización del capital, lo que tiene un impacto en diferentes aspectos de nuestras vidas, tanto en lo social como en lo cultural.

Esta afirmación debe permitirnos considerar que la movilidad de capitales exhibe las deficiencias de los sistemas de seguridad que impiden la observancia absoluta de la ley y promueve los actos de corrupción.

México no es el único miembro de la comunidad internacional promotor de actos de corrupción, nuestro país es el número 100 de 183 países de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción 2011 de Transparencia Internacional, y es catalogado en el lugar 34 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Sin embargo, bajo las condiciones actuales del combate al crimen organizado, este hecho se suma negativamente a la imagen que proyectamos a nuestros socios comerciales, donde incertidumbre, violencia y corrupción corresponden a un clásico de terror.

El caso de corrupción en días recientes de Walmart de México expone que en la voracidad de la acumulación de la riqueza y obtención de plusvalía, se aceptan evadir las formas legales para generarla, incurriendo en hechos ilícitos que tipifican delitos en ambos lados de la frontera.

Llama la atención el quebranto a la ley y a las buenas prácticas empresariales desde el interior de la empresa que, indistintas del marco regulatorio local y federal de nuestro país, establecen en sus contratos cláusulas específicas respecto del comportamiento ético y legal de la misma y sus proveedores, por lo que si hablamos de corrupción ésta se generó desde el interior, pues si observamos las bases para la integración del catálogo de sus proveedores, Walmart de México establece la siguiente cláusula al momento de la firma del contrato:

"DECLARACIÓN DE COMPORTAMIENTO ÉTICO.- EL PROVEEDOR en este acto declara bajo protesta de decir verdad que en todas las actividades que desarrolle con motivo de estas bases, observará el más estricto cumplimiento a las disposiciones legales aplicables, manteniendo en todo momento, el más alto e incuestionable comportamiento ético, respetando incondicionalmente las disposiciones contenidas tanto en la Declaración de Ética como en la Política Anticorrupción de Walmart de México . EL PROVEEDOR además acuerda que no ofrecerá, prometerá o dará por sí o por interpósita persona, dinero, objetos de valor o cualquier otra dádiva ya sea en bienes o servicios a funcionario público alguno ya sea federal, estatal o municipal". 

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Por lo anterior, las prácticas de corrupción se dan desde distintos ámbitos, y si bien es cierto que se evadieron leyes y se incumplieron las obligaciones impuestas por el Estado Mexicano para la inversión y la expansión del capital de la empresa WalMart de Méxi co, a través del pago de sobornos a funcionarios mexicanos, hasta en 24 millones de dólares según el diario The New York Times, la pregunta es: ¿Cómo es que las autoridades  hacendarias de México no sabían de tales ilícitos? ¿Cómo es que los contribuyentes ante la deficiencia de la compensación de IVA pueden resultar inmediatamente multados y por evasión encarcelados, mientras que empresas de tales proporciones no son auditadas de la misma forma? ¿Cómo es que el sistema financiero no se percata de este tipo de hechos?

Este escándalo que la Procuraduría General de la República ya ha tomado en sus manos exhibe corrupción e impunidad por una parte, pero por otra la urgente necesidad de un sistema tributario eficiente, capaz de detectar el enriquecimiento ilícito, y aquellos actos donde se presuma la corrupción y en consecuencia la evasión fiscal, así como una regulación mucho más severa respecto de los delitos conocidos como de cuello blanco. Recordemos que a uno de los mafiosos más grandes de la historia en Estados Unidos, Al "Scarface" Capone en la década de los treinta jamás pudieron aprehenderlo por ningún delito criminal, sino por el de evasión fiscal.

Finalmente, las anteriores son soluciones urgentes, las importantes radican en no dejar de razonar incluso en el alcance del hecho generador de las conductas ilícitas en el género humano, que a partir de un principio hedonista de la obtención del máximo con el mínimo esfuerzo, responde a una cultura de la inmediatez y lo fácil, lejana a la de la responsabilidad y la perseverancia, alejada de aquellos valores éticos que deben cultivarse desde el seno familiar y el sistema educativo para inducir no sólo a una mejor convivencia en sociedad, sino a mejores prácticas empresariales en el campo de lo económico.

El caso de la quiebra de Enron en el 2001 en Estados Unidos develó esto, no sólo la falta de liderazgo de sus directivos, la violación de leyes en ese país, sino también la falta de ética en la conducción de la misma.

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