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OPINIÓN: Las 8 cosas que el sistema electoral de EU puede aprender del IFE

Hay mucho trabajo por hacer en Estados Unidos antes de que podamos estar al nivel de México en materia electoral
jue 05 julio 2012 10:59 AM

Nota del Editor: Robert A. Pastor es profesor y codirector del Centro de Democracia y Administración de Elecciones en la Universidad Americana y autor de La Idea Norteamericana: Una Visión de un Futuro Continental

(CNN) — La gran duda sobre las elecciones presidenciales mexicanas del 1 de julio era si la victoria del Partido Revolucionario Institucional (PRI) significaría que México regresara a su pasado autoritario.

La respuesta es simple: El PRI ha cambiado porque México ha cambiado. Durante más de seis décadas, el PRI manipuló las elecciones y gobernó México en un sistema cuasiautoritario. Sin embargo, entre 1988 y el 2000, dos presidente mexicanos, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, respondieron gradualmente a las presiones internas y externas para abrir la economía y el sistema político.

He observado las elecciones en México desde 1986 y he sido testigo de la transformación del sistema de elecciones, que pasó de ser el peor al mejor en el continente. La proyección sobre el triunfo del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, no hará que México retroceda. Los mexicanos han apostado por la democracia y después de dos sexenios con presidentes panistas, votaron por un cambio.

De hecho, en este año, cuando Estados Unidos se encuentra en medio de una feroz campaña hacia la presidencia , la pregunta que debería hacerse es: ¿Cómo puede compararse el sistema electoral de EU con el de México? Llevé a cabo un estudio exhaustivo de los sistemas electorales en los países de América del Norte, y la buena noticia es que Estados Unidos quedó en tercer lugar. Pero la mala es que solo hay tres países en América del Norte.

De hecho, el sistema electoral mexicano es mucho más justo, profesional, independiente y apartidista que el sistema de EU, según los ocho criterios tomados en cuenta para evaluar a quienes organizan las elecciones:

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1.- Administración electoral no partidista. El Instituto Federal Electoral (IFE) es una institución apartidista y profesional a la que representantes de partidos políticos tienen acceso, pero no el control. El IFE maneja, en todo el país, un sistema con reglas uniformes. En contraste, Estados Unidos tienen 13,000 condados y municipios que manejan nuestras elecciones nacionales con diferentes reglas y menos capacidad. Funcionarios habitualmente partidistas controlan el proceso y en elecciones reñidas, la oposición suele sospechar del resultado.

2.- Registro e identificación de los votantes. El IFE tiene registrados a cerca del 95% de los 77 millones de personas en edad de votar —a partir de los 18 años— y les da una credencial con fotografía y huella digital que es usado por los mexicanos como su principal documento de identificación. La lista de registro es auditada regularmente y las fotos de los votantes están en la lista de cada lugar en que se vota.

En contraste, los estados y comunidades de EU registran a un 55% de los votantes elegibles y las listas fallan, registrando votantes que se duplican y además registran errores, especialmente en los estados y condados. Cada estado tiene diferentes reglas y en los estados en los que los republicanos tienen la mayoría, su enfoque en prevenir un fraude electoral los ha llevado a restringir el registro y a pedir identificaciones, mientras que a los demócratas les preocupa más el acceso de los votantes y creen que la postura de los republicanos de exigir identificaciones, pretende disminuir la participación de votantes pobres o de las minorías. La verdad es que deberíamos adoptar el sistema mexicano nacional de identificación biométrica. Eso eliminaría los duplicados y simplificaría el proceso de registro y votación.

3.- Funcionarios de casillas. México observa la forma en que se conducen las elecciones de la misma forma en que los estadounidenses cumplen su labor como jurados —como una obligación cívica— y reclutan, al azar, a un gran número de personas de cada distrito electoral. Son bien entrenados en cada etapa del proceso electoral. Cuando le pregunté a un oficial de las elecciones de EU acerca del criterio para escoger a los funcionarios de casilla, él dijo: "Acepto a cualquiera con pulso". Muchos funcionarios de casilla son ciudadanos muy grandes sin el tipo de energía que se necesita para manejar una casilla durante 12 horas y en muchos de los casos, están mal entrenados, en comparación con sus contrapartes mexicanos.

4.- Financiamiento/corrupción de campañas. Cada uno de los principales partidos políticos de México recibe aproximadamente 24 millones de dólares de financiamiento público para una campaña de tres meses. También pueden recibir el equivalente a un 10% adicional de sus simpatizantes, pero ninguno de ellos puede aportar más de 71,000 dólares. En contraste, en Estados Unidos habrá un estimado de 6 mil millones de dólares recaudados de manera privada y con la decisión de la Suprema Corte de Justicia, las empresas pueden destinar ilimitadas cantidades de dinero. Los mayores contribuyentes podrían tener acceso extraordinario e influencia sustancial sobre las políticas públicas. Algunos podrían definir esto como un tipo de corrupción a una escala a la que ni los cárteles de drogas pueden acceder.

5.- Acceso equitativo a los medios/publicidad negativa. El IFE paga por los anuncios de los medios y se asegura que los candidatos tengan el mismo acceso. El IFE trata de convencerlos para que no haya ningún anuncio negativo. Una gran cantidad de los 6 mil millones recaudados por los candidatos de EU van a parar a los anuncios y un estudio reciente mostró que el 70% de los anuncios en el concurso presidencial de este año han sido negativos. Piensa en la utilidad que esos 6 mil millones de dólares podrían tener en caso de ser donados a una universidad; tendría efectos duraderos. ¿Habrá alguien que piense que la publicidad negativa puede tener un efecto positivo a largo plazo?

6.- Neutralizar la injerencia oficial. A partir de la Revolución, la Constitución de México prohíbe la reelección para evitar que los involucrados traten de utilizar al gobierno para manipular al proceso electoral. El IFE va más allá tratando de prevenir que el presidente haga campaña, aunque sea de forma indirecta, en favor de los candidatos de su partido. En Estados Unidos, los involucrados tienen una gran ventaja en cuanto a la obtención de recursos, debido a que intereses específicos pueden influir en los integrantes del Congreso mientras estos redactan leyes.

7.- Disputas judiciales. México ha elaborado leyes electorales minuciosamente detalladas y un Tribunal Electoral, profesional e independiente, para que resuelva las disputas electorales. Estados Unidos tiene pocas leyes en la materia y no cuenta con una corte con experiencia para resolver ese tipo de casos.

8.- Observadores. México invita a observadores internacionales a las casillas mientras que el gobierno estadounidense no lo permite, a excepción de dos estados.

Fue en parte por las décadas de fraudes electorales que la gente de México decidió construir una organización completamente profesional, independiente y apartidista. Esto no ha eliminado todos los problemas, pero comparado con las miles de llamadas recibidas por las autoridades estadounidenses en las elecciones, las preocupaciones de México son menores.

Una medida de compromiso es que el IFE de México invierte aproximadamente 10 veces más per cápita que Estados Unidos, lo que le permite administrar un proceso electoral de alto nivel. El sistema de Estados Unidos es tan anticuado, descentralizado, disfuncional, con tan pocos fondos públicos y amparado en recursos de interés privado, que nos lleva a dejar de preguntarnos si el PRI implica un retorno al pasado en México, y por el contrario, debemos cuestionarnos por qué nuestro sistema electoral no es tan bueno como el de México.

EU podría y debería establecer una administración electoral independiente, nacional, apartidista con una identificación biométrica, una sola lista de registro nacional, restricciones en el financiamiento económico privado, financiamiento público para campañas cortas, multas para los anuncios negativos, cortes electorales independientes y observadores internacionales y nacionales. Hay mucho trabajo por hacer antes de que podamos estar al nivel de México.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Robert A. Pastor.

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