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OPINIÓN: La vacante de papa, un puesto con muchos retos que enfrentar

El abuso sexual y la antipatía de Occidente son algunos de los pendientes que Benedicto XVI no pudo enfrentar durante su pontificado
mar 12 febrero 2013 02:53 PM

Nota del editor: Kevin Clarke es editor asociado de la revista America, un semanario nacional publicado por los jesuitas de Estados Unidos que reporta acerca de temas relativos al catolicismo como noticias, críticas literarias y artísticas y artículos de opinión.

(CNN)– La renuncia del papa Benedicto XVI  tomó por sorpresa  a muchos observadores del Vaticano y aparentemente también a algunos de sus colaboradores más cercanos. No debieron sorprenderse tanto.

El derecho canónico contempla la renuncia papal. Tradicionalmente, el papa reina hasta su muerte, así como un padre no puede “abandonar” su sitio en una familia.

Antes de ser papa, el cardenal Joseph Ratzinger fue testigo de la creciente fragilidad del papa Juan Pablo II y de su lucha por asumir múltiples responsabilidades y reaccionar, en sus últimos años, a los escándalos de abuso sexual por parte de clérigos en Estados Unidos y Europa.

Otra razón por la que esto no fue una sorpresa, es que durante una larga entrevista con Peter Seewald, Benedicto XVI fue claro al decir que estaba abierto a la idea de la renuncia papal.

Sí, un papa puede renunciar, dijo Benedicto. “Si un papa se da cuenta de que no es capaz física, psicológica y espiritualmente de manejar sus responsabilidades, entonces tiene el derecho —y en algunos casos la obligación— de dejar el título”.

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Algunas personas dicen que él hizo tres peregrinaciones a la tumba del papa Celestino V, quien renunció en 1294.

¿Ahora qué sigue? Si asumimos que tras la renuncia del papa se sigue el mismo protocolo que se aplica en caso de la muerte del papa, todas las decisiones y pronunciamientos importantes se pospondrán hasta que  termine el mandato de Benedicto XVI, el 28 de febrero . Oficialmente habrá sede vacante.

Durante la vacante, el cardenal Tarcisio Bertone, el camarlengo de la Santa Sede, asumirá el cargo con la ayuda de tres cardenales asistentes.

Para evitar falsificaciones, Bertone romperá el anillo de pescador del papa al golpearlo con un pequeño martillo, una tradición que inició cuando se utilizaba para sellar documentos. El apartamento de Benedicto XVI se sellará para evitar algún incidente con documentos oficiales.

Bertone organizará el cónclave  con 118 cardenales, quienes habrán de reunirse en Roma para elegir a un sucesor dentro de los 20 días siguientes al final del pontificado. Cuando de la chimenea de la Capilla Sixtina salga humo blanco, significará que ya hay un elegido.

El juego de especulación, uno de los deportes favoritos entre los observadores papales en todo el mundo, ya inició. 

Entre los candidatos están el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán; el cardenal Mac Ouellet, exarzobispo de Quebec; el cardenal Peter Turkson, de Ghana, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz. De ser elegido este último, significaría la aprobación de la creciente popularidad e influencia de la corriente africana; Joao Braz de Aviz, de Brasil, indicaría que la Iglesia podría asumir una postura liberal de cara al futuro.

¿Qué hay de los cardenales estadounidenses Donald Wuerl o Timothy Dolan? No tienen oportunidad: el resto del mundo piensa que los estadounidenses ya tienen suficiente poder.

Quien resulte electo  se enfrentará a muchos de los retos  que el papa Benedicto XVI sabiamente decidió que ya no puede enfrentar, como:

  • La creciente secularización y la antipatía de Occidente.
  • La violencia y la intolerancia contra los cristianos en naciones islámicas como Pakistán, Egipto o Siria.
  • La menguante presencia del cristianismo en Tierra Santa, Irak y otras partes de Medio Oriente.
  • Las escandalosas revelaciones de abuso sexual por parte del clero en África y América Latina, en donde aún no se enfrenta adecuadamente el problema.
  • La persistente escasez de sacerdotes.
  • La disminución de los seguidores.
  • Los llamados cada vez más frecuentes a hacer optativo el celibato.
  • La exigencia creciente de ordenación de mujeres y más.

¿Hay alguien que en verdad quiera este empleo?

Tal vez ahora, con la confianza de que se ha sentado un nuevo precedente y que no se descarta del todo un retiro bien merecido, alguien tendrá el valor o la ingenuidad de postularse.

Una de las cosas extrañas de la tradición eclesiástica es que esa persona no necesariamente debe ser clérigo, basta con que sea un varón bautizado. Así que si es tu caso, siéntete libre de enviar tu solicitud al Colegio Cardenalicio.

Mientras tanto, recemos por que el siguiente papa, sea quien sea, tenga compasión, piedad y visión.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Kevin Clarke.

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