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OPINIÓN: Un plan de trabajadores invitados puede interferir con la reforma

La reforma inmigratoria propuesta por Obama no contempla un aspecto central para solucionar el déficit de trabajadores en sectores clave
mar 19 febrero 2013 03:40 PM

Nota del Editor: Ruben Navarrette es colaborador de CNN y columnista que vende sus escritos a diversas publicaciones nacionales con el Grupo de Escritores del Washington Post. Puedes seguirlo en su cuenta de Twitter:  @rubennavarrette

(CNN) — Aquellos que tienen la esperanza de que la reforma integral inmigratoria se consumará este año —latinos, negocios, iglesias, industria agrícola, autoridades del orden y otros— están por enfrentar un duro despertar.

El engaño de los políticos será parecer como si estuvieran haciendo algo, cuando en realidad están haciendo nada. Pero, independientemente de lo que parezca, es una posibilidad remota que este año el Congreso apruebe una reforma inmigratoria.

Esas son malas noticias para aquellos que quieren darle a los indocumentados la oportunidad de mantenerse en el ámbito de la ley y desarrollar una política sensata, justa y eficiente para los futuros inmigrantes. Sin embargo, es una buena noticia para aquellos que se resisten a la legalización de los indocumentados, dado a su temor hacia los extranjeros, ya sea debido a la competencia con su ética de trabajo, o a que están cambiando la cultura y el aspecto del país.

El problema no solamente son los republicanos, quienes no pueden ponerse de acuerdo sobre si quieren ser reformadores, sino también de los demócratas, quienes parecen estar tomando el pelo en materia de la reforma inmigratoria.

Las señales están en todos lados, si se sabe en qué lugar buscar. Por ejemplo, hace unos días, fue filtrado un borrador del plan de reforma inmigratoria del presidente Obama. Tardó cuatro años en ser escrito, y sin embargo, sus puntos clave caben en una servilleta de papel, y todavía le queda espacio.

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Esto es lo que está en el plan: más seguridad fronteriza; el requisito de que los empleadores utilicen un sistema electrónico para verificar si los prospectos de contratación son elegibles para trabajar, y un largo camino hacia la ciudadanía para los aproximadamente 11 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos.

¿Por cuánto tiempo? Los indocumentados podrían solicitar inmediatamente un estatus de protección especial para evitar la deportación, pero les tomaría alrededor de ocho años obtener la residencia legal permanente (una tarjeta verde, la llamada green card) y entre cuatro y cinco años más para convertirse en ciudadanos estadounidenses.

Esto es lo que no está en el plan: un programa de trabajadores temporales invitados. Los republicanos han insistido reiteradamente en que esto tiene que estar dentro de la propuesta para que voten por cualquier paquete de reforma. El hecho de que esto sea dejado de lado nos dice que Obama no toma en serio la reforma y garantiza que su plan estaría, tal y como lo dijo el senador republicano de Florida, Marco Rubio, "muerto", al llegar al Congreso.

La idea sería traer unos cientos de miles de "trabajadores invitados" temporales para hacer los duros y sucios trabajos que los estadounidenses no quieren hacer por ningún salario. Cuando el trabajo esté hecho, y los trabajadores hayan recibido un salario justo, se irán a sus países. Y se traerá otra tanda de trabajadores. No es la solución perfecta. Pero no se encontrará ninguna solución así en el debate inmigratorio

El primer presidente estadounidense en impulsar la idea de trabajadores invitados fue Abraham Lincoln. Las industrias enfrentaban escasez de mano de obra durante la Guerra Civil, y con el apoyo de Lincoln, el Congreso aprobó en 1864 la Ley de Fomento de Inmigración. El proyecto permitió a los empleadores contratar trabajadores extranjeros y pagar su transporte a Estados Unidos. Hubo más trabajadores invitados durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el concepto realmente se hizo popular durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. De 1942 a 1964, bajo el programa Bracero (de la palabra 'brazo'), aproximadamente  5 millones de trabajadores invitados entraron y salieron de Estados Unidos.

De hecho, sin duda, la razón por la que los braceros dejaron de venir fue porque el periodista Edward R. Murrow —en el documental Harvest of Shame (Cosecha de vergüenza), de la CBS, de 1960— dio a conocer los horribles tratos que recibían los trabajadores por parte de los empleadores, entre ellos bajos salarios, condiciones insalubres, viviendas en ruinas, etc. El Congreso lo cortó abruptamente al poco tiempo.

Pero la explotación no tiene que ser parte del acuerdo, y no todos los programas de trabajadores invitados son tan pesimamente dirigidos como ese. Hay productores de manzanas del estado de Washington que no tienen que pelearse por los recolectores de la cosecha debido a que los mismos trabajadores regresan cada año. Los productores los atraen de nuevo mediante el pago de salarios dignos y dándoles alojamientos dignos. Todos son felices.

Bueno, quizá no todos. Muchas personas pertenecientes a sindicatos odian el concepto de trabajadores invitados debido a que sus líderes están ocupados difundiendo la fantasía de que los empleos duros y sucios en cuestión son buscados por los integrantes del sindicato. Claro. En dado caso, ¿por qué no los están haciendo ahora? Respuesta: Porque son duros y sucios.

Es hora de que el Congreso elabore un nuevo programa de trabajadores invitados para el sector de la agricultura, donde los empleados puedan tener salarios decentes, acceso a clínicas de salud, viviendas habitables, compensaciones en caso de lesiones, y protección legal para que no sean explotados. Por supuesto, ahí está la trampa. Si los productores tienen que pagar por todo eso, dicen los economistas, esto bien podría terminar con el incentivo de que participen.

Pero son los mismos productores los que ahora se quejan de que no pueden encontrar trabajadores estadounidenses que eséán dispuestos a recoger una gran variedad de cultivos que no pueden ser recolectados por máquinas: duraznos, ciruelas, manzanas, lechugas, tomates, aguacates, nectarinas, fresas, arándanos, albaricoques, uvas de mesa, etc. Así que los empleadores tendrán que tomar algunas decisiones difíciles. Si quieren un suministro laboral confiable, eso les costará. Así debe ser. Nada es gratis.

De cualquier manera, se trata de un programa de trabajadores invitados que hará o acabará con las perspectivas de una reforma inmigratoria. Apuesto a que es el último.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Ruben Navarrette.

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