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EU necesita una nueva crisis financiera

Los líderes del país podrían aprender varias lecciones si ven el borde del abismo, dice Allan Sloan; la pasividad ha llevado a EU a escenarios como el del ‘secuestro’, que podrían haberse evitado.
jue 23 mayo 2013 06:02 AM
Obama y los legisladores demócratas podrían estar envalentonados por ganar la primera de las batallas fiscales. (Foto: Getty Images)
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Hace casi un siglo, Thomas Marshall, vicepresidente de Woodrow Wilson, se cansó de escuchar a los senadores parlotear acerca de las necesidades del país y pronunció las palabras que le hicieron inmortal: "Lo que este país necesita es un buen puro de cinco centavos". Hoy, cuando los parloteos a todas horas del día son el pasatiempo político nacional de Estados Unidos, permítanme adaptar el comentario de 1917 de Marshall: Lo que este país necesita para organizarse es una buena crisis financiera de cinco alarmas.

Quiero decir, mira a tu alrededor. A excepción de la Reserva Federal (Fed), que ha intentado constantemente ayudar a la economía, pese a lo equivocadas que algunas de sus acciones puedan ser, los únicos cambios reales que el gobierno ha hecho desde el inicio de la crisis financiera fueron inducidos por el miedo. El Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés), que desempeñó un papel fundamental en la recuperación de la confianza y la estabilidad en el sistema financiero, fue aprobado solamente porque su rechazo por parte de la Cámara de Representantes el 28 de septiembre de 2008 provocó un desplome de 778 puntos en el Dow Jones. Esto asustó a la Cámara de Representantes e hizo que revirtiera su decisión.

Las únicas partes del 'secuestro' (recortes automáticos) del presupuesto -un ejercicio de idiotez económica- que han sido modificadas son los recortes de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) que causaron retrasos tan graves en los viajes aéreos como para provocar que los políticos actuaran en respuesta al miedo. Recuerda que el secuestro era un mecanismo de último recurso para resolver la crisis del techo de la deuda de 2011, en el supuesto de que el secuestro era tan estúpido y dañino que la gente haría cualquier cosa por evitarlo. Sin embargo, aquí está.

Ahora, por tercera vez en dos años, estamos lidiando con un drama sobre el techo de la deuda. Las dos veces anteriores que los republicanos jugaron este juego -en el verano de 2011 y a finales de 2012- dañaron la credibilidad financiera del país con ninguna ganancia discernible para sí mismos. No logro comprender por qué creen que la tercera vez será la vencida. Yo culpo a los republicanos (mi ex partido) más de lo que culpo a los demócratas (mi ex partido anterior) por el estancamiento nacional. Pero los demócratas no son perfectos tampoco.

Toma como ejemplo el déficit presupuestario, que se está reduciendo rápidamente. Muchos demócratas están declarando la victoria, diciendo que todo va en la dirección correcta, no hay necesidad de reducir el crecimiento de la Seguridad Social, Medicare y Medicaid; todo está bajo control. Pero si lees los análisis recientes de la no-partidista Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), verás que todo está lejos de estar bien para el largo plazo.

Parte de la reducción de déficit proviene de las tasas impositivas más altas que entraron en vigor este año, y parte proviene del crecimiento de la economía. Pero una buena parte de la contracción proviene de partidas extraordinarias que van a desaparecer, como un aumento en la recaudación de impuestos sobre ingresos de este año, porque las empresas aceleraron la entrega de algunos de los dividendos y bonificaciones de 2013 el año pasado para que los destinatarios pudieran evitar los aumentos de impuestos del 1 enero. Otro factor son las tasas de interés por debajo de lo previamente proyectado sobre la deuda nacional. Pero no van a durar indefinidamente, porque la Fed ya ha comenzado a advertir a los mercados de futuros aumentos de tarifas.

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Yo había esperado que nuestros líderes tuvieran conversaciones racionales después de que terminaron las venenosas elecciones de 2012. Fui ingenuo. Los demócratas, oliendo sangre, pretendían llegar a los republicanos, pero en realidad no lo hicieron. Ahora, con el olor a sangre sobre Bengasi, el Servicio de Impuestos Interno (IRS, por sus siglas en inglés) y los registros telefónicos de la prensa, los republicanos ni siquiera están fingiendo que siguen las reglas.

Cálmate, me dirás. Las acciones están en máximos históricos, los precios de la vivienda se han recuperado , y las ganancias corporativas son fuertes. ¿Qué podría causar una crisis?

Para empezar, todavía tenemos bancos demasiado grandes para quebrar que dependen de los mercados financieros a corto plazo, los cuales podrían secarse en un instante, como en 2008-09. Algunas personas, entre ellas mi colega de Fortune Sheila Bair, creen que el gobierno tiene ahora las herramientas para hacer frente a eso. Yo respetuosamente discrepo.

La cuestión del techo de la deuda, supuestamente en pausa hasta septiembre, tiene un potencial de desastre también. Si caemos al abismo esta vez, podríamos asustar a los compradores extranjeros, hacer que las tasas de interés suban, hacer que las acciones caigan, y desatar un pánico financiero.

No quiero ver a una crisis, y espero que nuestros supuestos líderes, que no son estúpidos, reaccionen antes de que una ocurra. Pero yo ciertamente no cuento con ello. Mal por ellos. Mal para nosotros.

Este artículo es de la edición del 10 de junio de 2013 de Fortune.

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