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La sociedad del talento

Nuestros modelos educativos y económicos deben adaptarse a este paradigma, dice Guillermo Ortega; el éxito de organizaciones o países dependerá de la capacidad para adaptarse, afirma el consultor.
lun 08 julio 2013 06:01 AM
Una economía del talento justa debe permitir a todos la oportunidad de acceder al empleo que quieren. (Foto: Getty Images)
talento

Estamos viviendo ya, estemos preparados o no, en una nueva realidad que está empezando a ser llamada la "sociedad del talento". Hemos llegado a ella después de un cambio gradual, más acentuado en las últimas décadas, que afecta cómo las personas viven, aprenden, se comunican, se relacionan, trabajan, se entretienen... y esto, a mayor escala, ha cambiado cómo los países crecen, se desarrollan y se relacionan unos con otros.

Nuestros modelos (educativo, económico, productivo, etc.) tienen que adaptarse a esta nueva realidad. Algunos piensan que la transformación puede hacerse gradualmente, reformando poco a poco los modelos viejos. Otros piensan que ante la resistencia al cambio y la inercia histórica de los modelos viejos, la transformación solo podrá lograrse reemplazándolos completamente por modelos nuevos. Lo que nadie duda es que la transformación ocurrirá, ya sea por acción planificada o reacción improvisada.

Podemos identificar tres tendencias clave que han incidido en el cambio hacia la sociedad del talento:

Cambio del capital al talento

Con la llegada de Internet y las tecnologías asociadas y derivadas de éste, tener la información empezó a convertirse en un factor clave de competitividad y pasamos del paradigma de "el dinero es rey" al de "el conocimiento es rey". Ahora que la información ha empezado a ser accesible para cualquier persona, en cualquier momento, desde cualquier lugar, estamos pasando del paradigma de "el conocimiento es rey" al de "el talento es rey", entendiendo al talento como el conjunto de capacidades para usar el conocimiento.

El éxito de una organización o un país ya no depende predominantemente de su capital acumulado, sino del talento acumulado de las personas que lo conforman; y el talento ya no está definido nada más por poseer conocimientos, sino por tener la capacidad de usarlos para adelantarse y adaptarse a los cambios, que son cada vez más rápidos.

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Cambio de la masificación a la personalización

Cambiar hacia una visión de talento como fortaleza principal, implica también dejar de ver a las personas como una masa (e.g. la población escolarizada, la fuerza laboral) y empezar a ver a cada persona de manera individual, con su propia combinación de inteligencias y capacidades, y su propio camino de desarrollo educativo y profesional.

Así, un país que logre maximizar el talento específico de cada persona y alinearlo con un camino de realización profesional que sea productivo, conseguirá al mismo tiempo dar mayor bienestar a sus ciudadanos y ser más competitivo en el mundo.

Cambio de sistema centralizado a sistema distribuido

En una sociedad en constante interconexión, las organizaciones no pueden tener estructuras rígidas ni pueden tomar todas las decisiones de forma centralizada. Tiene que permitirse un cierto nivel de auto-organización al sistema y crear "pasarelas" para facilitar que las personas (alumnos, profesores, investigadores, trabajadores, emprendedores) se muevan fácilmente entre ciclos, entre temáticas y entre centros de actividad.

En la educación básica, por ejemplo, algunas competencias tienen que distribuirse más desde el Gobierno hacia los centros educativos, para permitir que los directores y profesores tengan la autoridad para actuar, la información necesaria para decidir con acierto, y el acceso a sistemas de apoyo efectivo que les ayuden a afrontar los desafíos (OCDE/Informe TALIS 2009).

¿Cuáles son los principales focos en los que debemos trabajar para adaptarnos y competir mejor en la nueva realidad de la sociedad del talento?

Podemos hablar de tres focos: educación, sofisticación y conexión talento-mercado

Educación: Transformar para educar con calidad y excelencia

La educación en la sociedad del talento tiene que cambiar el foco desde la cantidad hacia la calidad, desde el igualitarismo "mediocrizante" hacia la igualdad de oportunidades en la excelencia.

La calidad es el conjunto de propiedades que permiten juzgar el valor de algo (Diccionario de la Real Academia Española).

Una educación será de valor para las personas, si provee la capacidad de adaptarse a un mundo cambiante, si se basa en la construcción de aprendizaje en lugar de la transferencia de conocimiento y si forma una base educativa sólida (lengua, matemáticas, ciencias) enriquecida con competencias transversales como el razonamiento crítico y el espíritu emprendendor.

Una educación orientada hacia la excelencia es aquella que permite que cada persona avance a su propia velocidad, en su propia dirección y maximizando el rendimiento que puede alcanzar con su propio esfuerzo. Un sistema excelente no pone límites a aquellos que van más rápido y ofrece alternativas eficaces a aquellos que necesitan un refuerzo adicional.

Un sistema educativo que pueda ofrecer calidad y excelencia necesita centros que cuenten con  suficiente autonomía para adaptar su proyecto educativo a su realidad inmediata y necesita profesores preparados para ser facilitadores de una nueva dinámica en el aula que sea más participativa, más colaborativa y que integre de forma natural la tecnología al proceso de aprendizaje.

Sofisticación: Transformar para competir con productos y servicios de mayor valor

Formamos parte de una economía global. No basta medirnos respecto a nosotros mismos o aquellos países cercanos a nosotros, tenemos que medirnos respecto a todo el mundo.

Las economías emergentes han crecido rápidamente en las últimas décadas, y gracias a sus ventajas de coste laboral han dominado las actividades económicas de manufactura y servicios de baja sofisticación; es decir, actividades que requieren de poca inversión en conocimiento e infraestructuras y con procesos productivos fáciles de trasladar a otro país. Algunas de ellas, como los BRIC, están haciendo inversiones estructurales importantes que les permitirán competir en sectores cada vez más sofisticados.

Consolidar un estado de bienestar y una renta promedio alta, no puede lograrse con una estrategia competitiva basada en sectores de baja sofisticación. El ecosistema del talento tiene que orientarse a generar personas y conocimiento que permitan desarrollar sectores económicos de mayor sofisticación. Esto se logra formando competencias adecuadas en la educación básica y media, alineando las carreras universitarias con lo que necesita la empresa, invirtiendo en infraestructuras en ciencia y tecnología, facilitando la movilidad de talento nacional y extranjero en la investigación y en la empresa, poniendo en valor los resultados de la investigación en la empresa y estimulando el emprendimiento innovador y de base tecnológica.

Conexión talento-mercado: Transformar para generar una economía del talento justa y eficiente

La empresa es el vehículo mediante el cual se pone en valor el talento para poder competir. Las personas que salen del sistema educativo en un alto porcentaje aspiran a trabajar en una empresa o crear su propia empresa, (algunas aspiran a trabajar en la administración pública o en instituciones de educación e investigación).

Una economía del talento justa debería permitir que todos tengan oportunidad de acceder al empleo que quieren en virtud de su esfuerzo, que tengan alternativas flexibles para adaptarse cuando las posiciones son muy competidas y que tengan la facilidad de emprender por su cuenta.

Esto requiere una conexión ágil entre el sistema educativo y las empresas, para que se pueda orientar a los alumnos y que puedan tomar una decisión informada sobre lo que quieren ser en la su vida profesional.

Alumnos bien informados sobre el trabajo disponible y que conozcan sus propias capacidades, motivaciones y limitaciones elegirán seguramente el camino que sea mejor para ellos y para el país.

*Consultor Senior en Innovación y desarrollo regional de everis México

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