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OPINIÓN: 'Breaking Bad' y el mal natural que habita dentro de nosotros

Walter White toma ciertas decisiones morales con las que nos sentimos atemorizantemente identificados
mar 13 agosto 2013 12:51 PM

Nota del editor: Rachel Held Evans es autora de los libros Evolving in Monkey Town y A Year of Biblical Womanhood. Tiene su propio blog rachelheldevans.com y ha escrito otros artículos para el blog Belief de CNN.

(CNN) — El otro día me preguntaron en un programa de radio por qué sigo siendo cristiana. Como nunca he tenido reparos en escribir sobre mis preguntas y mis dudas, el entrevistador quería saber por qué me aferro a la fe a pesar de todo.

Hablé sobre Jesús, su vida, sus enseñanzas, su muerte, su resurrección, su presencia en mi vida y en el mundo. Dije que la fe siempre conlleva un riesgo y que estoy dispuesta a equivocarme respecto a la historia de Jesús. Luego, dije algo que me sorprendió un poco, aunque salió de mis labios:

"Soy cristiana porque la cristiandad da nombre y aborda los pecados".

Últimamente he pensado mucho en ello porque al igual que varios estadounidenses soy una aficionada de la serie de televisión Breaking Bad y formulo algunas maneras de evitar cualquier interacción social los domingos por la noche para poder ver el primero de los últimos ocho episodios del galardonado programa.

Lo que me encanta de Breaking Bad —además de sus apasionantes tramas, del impecable desarrollo de los personajes, de las actuaciones precisas y de la química inigualable que existe entre Bryan Cranston y Aaron Paul— es la forma en la que sigue al maestro convertido en capo, Walter White, mientras desciende hacia la ignominia moral total al tomar decisiones con las que te sientes atemorizantemente identificado.

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Walter no empieza con la idea de ganar millones de dólares ni de matar a todo el que se interponga en su camino. Al principio, solo quiere sobrevivir. Quiere satisfacer las necesidades, luego quiere impresionar, luego quiere venganza, luego quiere dominar. Sus deseos en realidad no son tan distintos de los tuyos o los míos, al igual que las decisiones que toma.

De hecho, Walter es más exasperante no cuando "cocina" metanfetaminas o dispara un arma, sino cuando traiciona a un amigo, sacia su vanidad, se envuelve en asombrosas proezas para autoengañarse, usa a los demás para su beneficio y básicamente cuando actúa como yo lo hago durante cualquier mañana de martes.

Lo que me hace regresar al cristianismo.

Para el cristianismo, el mal no es algo que existe simplemente "allá afuera", entre los ladrones, los asesinos y los productores de drogas. No, el cristianismo enseña una dura verdad: que el mal que vemos en el mundo también existe en nuestro interior.

El racismo, la avaricia, la misoginia, el odio, la violencia, la inequidad, el egoísmo y el orgullo, son parte del corazón humano, así que si hemos de combatir la injusticia en el mundo, tenemos que empezar por nosotros mismos. El cristianismo rechaza la idea de que todos somos buenos.

La buena noticia es que la liberación no se logra al subir por una escalera santa para tratar de escapar de los pecados, ni por revolcarnos en la vergüenza o el odio a causa de ellos, sino de recibir la gracia de Dios a través de Jesús y de esparcir el mensaje hacia los demás.

Este proceso comienza al nombrar el mal que existe entre nosotros y al alejarnos, un proceso llamado "arrepentimiento". En una de las escenas de Breaking Bad más fascinantes de todos los tiempos, vemos a Jesse al borde de un momento similar cuando confiesa indirectamente ante un grupo de ayuda de Narcóticos Anónimos la transgresión que más lo acecha.

Como no está dispuesto a justificar sus pecados como Walter y está desesperado por dejar de evadirlos con las drogas, Jesse se siente frustrado porque los miembros del grupo lo instan a que se acepte sin juzgarse.

En un ataque de frustración, Jesse grita: "Entonces, ¿debería de dejar de juzgar y aceptar? Así que, sin importar lo que haga, ¡bravo por mí!, porque soy un tipo grandioso. ¿Todo está bien? Qué montón de patrañas… ¿Saben por qué estoy aquí para empezar? Para venderles metanfetaminas. Para mí solo son clientes… ¿Les parece bien? ¿Lo aceptan?".

El grupo se queda atónito, sumido en el silencio, hasta que finalmente, el líder susurra: "No".

He escuchado que muchos adictos dicen que esta clase de reuniones son lo más cercano que tienen a la Iglesia porque es el único lugar en el mundo en el que la gente dice la verdad sobre sí, incluso las partes feas.

La Iglesia llama a eso "confesión".

La confesión nos da la oportunidad de reconocer ante los demás que no somos buenos para luego buscar la sanación y la reconciliación juntos, en comunidad. No se trata de señalar los pecados de los demás, sino de reconocer una ruptura compartida, nuestra capacidad de destrucción, de rebelión en contra de lo que es bello y bueno. Creo que esta es una de las razones por las que Walter White nos atrae tanto , al igual que Dexter Morgan, Don Draper y Piper Chapman. Tal vez son traficantes de metanfetaminas, asesinos seriales o presos, pero sus motivos no son tan distintos de los tuyos o los míos, como tampoco lo es la gracia que al final nos salvará a todos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Rachel Evans.

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