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OPINIÓN: Pragmatismo, la razón por la que Peña no verá al Dalai Lama

El gobierno que encabeza el presidente Peña Nieto quiere cuidar el relanzamiento de sus acuerdos de alto nivel con China
vie 11 octubre 2013 08:25 AM
dalai lama entrevista piers morgan cnn
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Nota del Editor: Adolfo Laborde es director de la licenciatura en Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, campus Santa Fe. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1 del CONACYT.

(CNNMéxico) — La coyuntura de la visita del Dalai Lama a México pondrá a prueba, desde mi punto de vista, la relación con China de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.

El líder espiritual del Tíbet visita México por una invitación de Casa Tíbet, México.

En un primer momento, esta visita podría ser una más de un importante líder espiritual que busca compartir sus enseñanzas y mensajes budistas, pero no creo que se pueda reducir a ello.

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Sin entrar en detalle, la historia del Tíbet está asociada con el surgimiento, en el año de 1949, de la Republica Popular de China como un actor importante en el escenario regional de Asia, y posteriormente en el internacional -en 1978, el gobierno de Estados Unidos reconoció a China como un país-.

La región del Tíbet, para los seguidores del Dalai Lama y los defensores de la autodeterminación de los pueblos, ha sido una de las primeras víctimas del expansionismo del gigante asiático en su esfera de influencia; paro otros, los chinos continentales, ha sido un asunto incómodo que de alguna u otra manera afecta o modifica sus relaciones internacionales.

De hecho, México ha experimentado los virajes de la política exterior de China. Un ejemplo claro fue el congelamiento de las relaciones (en toda la expresión de la palabra) entre México y ese país cuando el expresidente Felipe Calderón lo recibió con los máximos honores en la residencia oficial de los Pinos en septiembre de 2011, en lo que significó su tercera visita a nuestro país .

En ese entonces, de acuerdo al portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores del país asiático, Ma Zhaoxu se dañaron las relaciones entre México y la República Popular de China . Prueba de ello fueron la cancelación de programas de intercambio comercial, como el de la carne de cerdo.

Esto, de alguna manera, fue modificado con la entrada de la administración del presidente Peña, quien en el mes de junio de este año relanzó la relación bilateral desde una perspectiva "de alto nivel" que se concretó con la firma de Acuerdos de Asociación Estratégica, que incluye sectores considerados prioritarios para ambos: el energético, el minero, el turístico, el comercial, el académico y el de inversiones. La firma supone la eliminación de las barreras en productos o sectores específicos.  

LEER: China y México llegan a acuerdos pospuestos en era de gobiernos panistas

Los efectos de esta visita no se hicieron esperar. Me consta. Lo supe de viva voz de un alto funcionario de la Secretaría de Agricultura (SAGARPA) con quien compartí mesa el día del evento y que me compartió que al día siguiente de la ceremonia en Palacio Nacional, él, junto con una delegación de funcionarios del gobierno gederal  y empresarios de diversas ramas y sectores, saldrían con rumbo a Pekín con el objetivo de continuar con la firma de los acuerdos comerciales, suspendidos tras la tercera visita del Dalai Lama a México, durante la administración de Calderón.

Si bien es cierto que esta visita es esperada por miles de mexicanos, también lo es que si en esta ocasión la administración federal no recibe al Dalai Lama es por lo que llamaría un pragmatismo de nuestra relaciones internacionales con China, en donde los asuntos de "Estado" y los compromisos adquiridos entre el presidente Xi Jinping y Enrique Peña Nieto (relanzamiento de la relación bilateral) tendrán más peso.

En este caso, me parece que sería bueno recobrar y poner en práctica algunos principios budistas (paz y armonía) que bien caerían a un país con tantas incógnitas en su acontecer cotidiano.

Si de algo sirve citarlo aquí, recordemos el eje de un gran estratega japonés de la posguerra, Shigeru Yoshida (1878-1967), quien apegándose al interés nacional separó la política de la economía mediante la doctrina que lleva su nombre.

En nuestra realidad, separemos la política de la religión. Eso, considero, nos evitaría caer en confrontaciones y malos entendidos.   

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Adolfo Laborde.

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