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Ingenieros, los más deseados en reforma

El futuro energético del país depende de profesionales relacionados con la ciencia: Gonzalo Monroy; cerca de 7,000 especialistas se jubilarán en los próximos años y no se pueden remplazar fácilmente.
jue 20 febrero 2014 06:00 AM
Durante 2014 más de 3,000 especialistas cumplirían requisitos de jubilación, mientras que solo 200 ingenieros egresan al año en México. (Foto: Getty Images)
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Con la reforma energética, aprobada el pasado mes de diciembre, México transformó radicalmente su sector petrolero y eléctrico. Durante 75 años, el país mantuvo una política altamente restrictiva a la participación extranjera, que solo se limitaba a ser contratista y nunca socio de Pemex.

Este modelo cerrado funcionó adecuadamente por décadas gracias a la fortuna de contar con yacimientos gigantes como Akal (pilar del proyecto Cantarell) y de grandes bondades geológicas, al permitir una gran producción a muy bajo costo.

La historia de Cantarell es bien conocida : cuenta la leyenda que en 1971 el pescador Rudesindo Cantarell notó que sus redes de pesca contenían una especie de brea, por lo que notificó a las autoridades.

Típicamente esa es la versión incompleta de la historia que se conoce y, con ello, se subestima el trabajo de los geólogos e ingenieros petroleros de Pemex que invirtieron miles de horas de trabajo en transformar un evento de la fortuna en, lo que en su momento, llegó a ser el tercer campo productor más grande del mundo.

Para dar una idea de la magnitud de Cantarell conviene recordar que en 2003 se alcanzó el pico de producción con 2.2 millones de barriles diarios de petróleo, equivalente a la producción total de los Emiratos Árabes Unidos.

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Formalmente, el yacimiento que hizo más famoso a México inició operaciones en 1979, pero el éxito del megaproyecto inicia incluso previo a su descubrimiento. Gracias a la política de industrialización y a la migración de la población rural a las ciudades, producto del Desarrollo Estabilizador (1952-1970), el país aumentó considerablemente su demanda de petróleo.

Por desgracia, los campos existentes -descubiertos entre 1940 y 1958- ya no daban para más y el país, en 1971, no solo cesó de exportar sino que terminó importando petróleo. Esta inercia, sin embargo, no fue ignorada por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, creando en 1965 el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP). Los resultados no fueron inmediatos, pero definitivamente fueron contundentes.

Debido al incremento de las inversiones en exploración y al talento de los ingenieros petroleros, geólogos, geofísicos e investigadores del IMP, en los primeros años de la década de los 70 se descubre el campo Reforma en Tabasco, Cantarell y la zona productora de Chiapas. Para 1974, México había regresado al mercado petrolero mundial al volver a la exportación y con la promesa de Cantarell en el horizonte, se volvería un jugador relevante en el mundo.

¿Dónde están los especialistas?

Como es sabido, la estrategia para desarrollar el yacimiento Cantarell fue principalmente con la emisión de deuda, que derivó en la crisis de pagos de 1981-1982, con lo que el país redujo al mínimo su inversión en exploración y, por consiguiente, en investigación petrolera. México, al día de hoy, vive un reto crucial para el éxito de la emblemática reforma energética de 2013, ya que esos primeros ingenieros petroleros que con becas y otros estímulos del IMP y CONACYT realizaron posgrados en México y el extranjero, están por retirarse.

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De acuerdo con algunas proyecciones de Pemex y la Comisión Nacional de Hidrocarburos, durante 2014 más de 3,000 especialistas en exploración y producción, refinación y petroquímica cumplirían los requisitos para su jubilación. La cifra no es menor cuando consideramos que alrededor de 200 ingenieros egresan por año a nivel nacional. La tendencia tampoco es favorable.

Se estima que dentro de cinco años, más del 20% de la plantilla actual –casi 6,800 especialistas– podría jubilarse. En general, existe un déficit de 44% en áreas de geociencias y de más del 88% en ingeniería petrolera. Como se puede apreciar, estas son áreas de alta especialización que no son fácilmente reemplazables o sustituibles por otras disciplinas.

Con la reforma, México tiene la geología y condiciones para emprender decenas de nuevos proyectos. Igualmente, el ímpetu generado por las reformas estructurales ha derivado en mejoras en la calificación crediticia del país, abriendo más oportunidades de inversión. Hoy, existe más dinero y proyectos disponibles que recursos humanos, calificados y con experiencia, para llevarlos a cabo.

¿Qué profesionistas necesita el país?

Este predicamento no es exclusivo de México sino de la industria en general. La demanda de ingenieros petroleros y, en general, de aquellas carreras asociadas a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (comúnmente referidas con el acrónimo STEM por sus siglas en inglés) ha seguido creciendo por los desarrollos de proyectos en aguas profundas y la revolución de las lutitas.

Tan solo en Estados Unidos, el Departamento de Educación estima un incremento de 14% en empleos relacionados a las carreras STEM en esta década, derivado del boom energético que actualmente goza nuestro vecino del norte.

Para crear talento en carreras STEM, las matemáticas son la base fundacional. El reto para México no puede ser mayor. De acuerdo a la prueba PISA 2012, 55% de los alumnos mexicanos no alcanzó el nivel de competencias básicas en matemáticas y solo un 1% logró los niveles de competencia más altos.

En promedio, un alumno en México obtiene 413 puntos en matemáticas, un nivel ampliamente bajo al considerar que el promedio de la OCDE es de 494. Para dar mayor perspectiva, esta desventaja de 81 puntos se traduce en una diferencia de casi 2 años de escolaridad. En ciencias, los resultados son similares. De ese tamaño es el rezago que arrastra México en las carreras del futuro energético.

Un ejemplo de este rezago es en el caso de Zacatecas, estado minero por excelencia. Con una historia de más 500 años en la producción, principalmente de plata, el estado debería ser una de las puntas de lanza del país en carreras asociadas a esa actividad. Sin embargo, la licenciatura en ciencias ambientales se instituyó en la universidad estatal hace apenas cuatro generaciones. México no ha podido capitalizar y trascender esa vastedad de conocimientos que forma parte de su identidad misma.

Perspectivas educativas

Los retos no son menores y, por su escala, parecen de ciencia ficción. Una muestra de ello es la metalurgia. Una tubería diseñada para un proyecto de aguas profundas, por ejemplo, tiene que poder resistir cambios de temperatura extremos al pasar de la ebullición cerca del yacimiento hasta temperaturas bajo cero en el lecho marino, al igual que tener la fortaleza y flexibilidad para enfrentar varios kilómetros bajo el agua en constante presión de las corrientes marinas. Y esto es solo uno de los cientos de componentes de un proyecto.

Esta es una clara oportunidad para poder poner en marcha algo que ha funcionado en otros países: una política educativa que privilegie la asociación de interés mutuo entre lo que las empresas demandan y lo que las escuelas ofrecen; habiendo tantos proyectos para que los estudiantes inicien en prácticas de campo, dando como resultado una plétora de ingenieros capacitados no solo para laborar en el país sino para ser globalmente competitivos.

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¿Quién iba a pensar que el éxito de la reforma energética depende de una verdadera revolución educativa?

*El autor es consultor en energía, con más de 12 años de experiencia en temas de regulación, legislación y desarrollo de proyectos de hidrocarburos y electricidad. Actualmente es Director de GMEC, consultoría especializada en modelos de simulación, de producción y rentabilidad para el sector de hidrocarburos.

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