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OPINIÓN: La Cruz Roja lo intenta, pero no puede proteger a Gaza

Personal intenta rescatar a civiles y reabastecer los hospitales pero sus esfuerzos son insuficientes, acusa el jefe de la misión en la zona
sáb 26 julio 2014 02:48 PM

Nota del editor: Jacques de Maio es el jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Israel y los territorios palestinos. El CICR presta apoyo técnico y financiero al Magen Davim Adom, la Sociedad Nacional israelí y a la Media Luna Roja Palestina, para ayudarles a mejorar su capacidad de respuesta en emergencias

(CNNMéxico)— Tres vehículos del CICR parten de Shujaia. Han rescatado a 11 personas de los escombros, pero los intensos combates los obligan a regresar. Al irse, una multitud de palestinos indignados ataca los vehículos con palos y piedras. “No hacen nada”, grita la multitud. “Tienen que protegernos.”

Pero no podemos. La indignación nos incomoda y no se dirige a quien corresponde, pero es comprensible. Hacemos todo lo que está a nuestro alcance, nuestro personal arriesga la vida para rescatar al mayor número de personas posible, pero no podemos poner fin al conflicto. Como siempre, las organizaciones humanitarias prestan ayuda, pero no aportan la solución.

Si su casa en Gaza ha sido bombardeada, ¿a quién llama para pedir ayuda? La noche en que Israel comenzó la ofensiva por tierra, un fuego intenso se abrió contra el nordeste de Gaza. Los servicios de emergencia, incluidos los de nuestro asociado, la Media Luna Roja Palestina, se vieron saturados. Muchos pobladores de Gaza trataron de comunicarse con nosotros por teléfono. El conmutador de nuestra oficina no daba abasto. En las horas oscuras y violentas de la noche, no podíamos enviar ambulancias, restablecer el suministro de agua ni curar las heridas de quienes agonizaban. La ira de las familias palestinas, aisladas y aterrorizadas, sin ningún lugar adonde ir y sin ayuda a la vista, no hizo más que crecer.

Dos noches después, en Shujaia, otros cientos de familias atravesaron la misma experiencia. En este caso también, poco fue lo que pudieron hacer el personal del CICR y los voluntarios de la Media Luna Roja Palestina. Sin garantías de seguridad, habría sido una locura intentar un rescate. Al día siguiente se acordó un cese del fuego temporario, a pedido nuestro. Si bien el acuerdo se quebró rápidamente, varias decenas de heridos pudieron ser trasladados de sus casas en ruinas a hospitales y centenares de personas aprovecharon nuestra presencia en el lugar para huir. La ayuda fue poca y llegó tarde. No sin razón las familias desesperadas nos acusaron de despiadada desconsideración. Cuando la tenue esperanza que uno tiene se desvanece, la decepción se vuelve más y más intensa.

Y se nos hicieron otras acusaciones.

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Se nos acusó de colaborar con las Fuerzas de Defensa de Israel en la destrucción del hospital de Wafa. En realidad, tratamos de proteger el hospital a través del diálogo con ambas partes. Cuando los combates se acercaron peligrosamente, intervinimos para ganar tiempo a fin de poder proceder, como último recurso, a una posible evacuación de los pacientes de gravedad, muchos de ellos con soporte vital.

Se nos critica por no tomar partido y por negarnos a atribuir culpas. Dada nuestra estricta neutralidad política, no es extraño que todas las partes nos critiquen en diferentes momentos. Pero el CICR no se calla ante las infracciones manifiestas del derecho internacional. Condenamos en forma explícita y contundente el ataque directo contra el hospital Al Aqsa perpetrado el 21 de julio, en el que murieron al menos cuatro personas. Denunciamos claramente el lanzamiento indiscriminado de cohetes hacia Israel . Afirmamos con vehemencia que, incluso en medio de la guerra, las personas deben poder recibir atención médica en condiciones seguras.

Estamos horrorizados por el número de víctimas fatales . En repetidas ocasiones hemos instado a ambas partes a proteger y preservar a la población civil. Hemos advertido acerca de la necesidad de proteger el suministro de agua peligrosamente frágil de Gaza; muchos de los residentes de las zonas con alta densidad de población ahora carecen de agua, en el punto álgido del sofocante verano mediterráneo. Hoy en día nuestra prioridad son los civiles, en Beit Hanun y en muchos otros lugares de Gaza. Instamos a todas las partes, dadas las imperiosas necesidades humanitarias de la situación, a que se aseguren de que sus operaciones de combate sean conducidas de conformidad con los principios fundamentales del derecho internacional que protegen a los civiles.

Pero ¿nuestro llamado a la moderación y los esfuerzos constantes de nuestros 140 empleados y más de 400 equipos de la Media Luna Roja Palestina para rescatar a los civiles y reabastecer los hospitales serán suficientes para aquietar la indignación de las familias desesperadas? Esperamos que así sea, pero comprendemos que esos esfuerzos tal vez no alcancen.

Pero sí pedimos una cosa: que se entiendan los límites de nuestro papel y se inste a los políticos que pongan fin a este terrible y letal conflicto.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Jacques de Maio

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