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OPINIÓN: ¿Nigeria ya se olvidó de las niñas secuestradas por Boko Haram?

El hito de los 100 días del secuestro de las niñas es signo del fracaso del Estado nigeriano en la tarea de proteger a los ciudadanos
sáb 26 julio 2014 11:28 AM
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Nota del editor: Chude Jideonwo es cofundador de Red Media Africa, grupo que posee el mayor portafolio de marcas de medios para jóvenes en el continente. Su más reciente libro es Are We the Turning Point Generation?

LAGOS, Nigeria (CNN) — Ciertamente no esperaba este giro en los acontecimientos: que más de 200 niñas nigerianas, estudiantes a las que secuestraron en su dormitorio en plena noche, seguirían desaparecidas junto con sus captores desde hace 100 días en plena época de paz en Nigeria.

La agonía de las niñas y específicamente la de sus padres ha acechado a Nigeria desde entonces. A lo largo de esas semanas, han muerto al menos 11 de los padres: siete de ellos estaban entre los 51 cadáveres que llevaron al hospital de Chibok luego de que los terroristas atacaran Kautakari, una aldea cercana; se confirmó la muerte de al menos cuatro a causa de infartos, hipertensión y otras enfermedades.

"El padre de dos de las niñas secuestradas entró en una especie de coma y repetía sin cesar el nombre de sus hijas hasta que la vida lo abandonó", dijo un líder comunitario, Pogu Bitrus, a la agencia Associated Press.

Entre los manifestantes de todo el mundo y los nigerianos en general predomina una sensación de incredulidad. Los ciudadanos susurran para sí en centros comerciales, fiestas, mercados, en las oficinas, en los puestos de periódicos y en las terminales aeroportuarias. Sabíamos que las cosas estaban mal, pero no sabíamos que estaban tan mal que el gobierno nigeriano sería incapaz de asegurar siquiera una victoria simbólica sobre los terroristas de Boko Haram durante más de 100 días.

¿Cuándo nos convertimos en la clase de país en el que ocurren estas cosas?

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Bueno, ciertamente ha ocurrido desde hace tiempo. Los años de disputas políticas entre el partido gobernante y la oposición provocaron que la confianza y la cooperación se resquebrajaran en las dependencias federales y estatales; unos sospechaban que los otros recurrían a los terroristas para obtener una ventaja política.

La inacción relativa solo ha servido para envalentonar a Boko Haram , que en estos días invade comunidades, provoca a los nigerianos a través de videos (su líder, Abubakar Shekau, publicó el más reciente esta semana) e iza banderas en aldeas con la tranquilidad de un ejército que avanza.

El hito de los 100 días del secuestro de las niñas de Chibok es el mayor símbolo del fracaso del Estado nigeriano en la tarea de proteger a sus ciudadanos, defender su territorio, infundir esperanza. A causa de que el presidente Goodluck Jonathan tardó dos semanas en reconocer oficialmente la magnitud del problema y de los ataques de todo el gobierno contra los ciudadanos manifestantes, ha predominado la sensación de que a las autoridades les interesa más proteger sus puestos que restaurar la confianza.

No ayuda que el presidente haya tardado 99 días en reunirse con los padres de las niñas desaparecidas y eso ocurrió hasta que una extranjera, Malala Yousufzai, se lo rogara. No ayuda que, al parecer, las más de 50 niñas que escaparon del cautiverio no hayan recibido la protección inmediata del gobierno. No ayuda que el servicio secreto del país se haya dedicado a acosar a los líderes de la campaña #BringBackOurGirls en los aeropuertos internacionales.

Han roto un récord: el gobierno afirma que sabe la ubicación de las niñas. Sin embargo, esto da poco consuelo, igual que la información sobre la forma exacta en la que la comunidad internacional está ayudando ya que no tiene representantes en el lugar.

Esperemos que la reunión con los padres del martes abra un nuevo capítulo en la labor para encontrar a estas personas. Para empezar, se hizo gala de la muy mencionada empatía que le ganó a este presidente el corazón de los nigerianos.

Haya sido prefabricada o no, al menos arrojó un rayo de esperanza sobre una ciudadanía sedienta… mientras nos reunimos en marchas en todo el mundo, desde Lagos hasta Nueva York, desde Abuya hasta Londres.

Tal vez esto sea el principio de una cooperación más fuerte entre la comunidad de Chibok y su gobierno federal; tal vez signifique que las relaciones entre la presidencia y el gobierno estatal de oposición están mejorando. Tal vez el presidente finalmente se convenza de que los manifestantes, al igual que los padres, no desean su caída, sino que solo quieren una rebanada de esperanza.

En un entorno politizado, en el que todo se interpreta de acuerdo a las próximas elecciones generales de 2015, esto podría ser poco más que una esperanza fútil.

Pero, mientras ponderamos el destino de al menos 219 jóvenes que están atrapadas en el bosque de Sambisa, rodeadas de mosquitos, arañas, agua sucia, serpientes mortíferas y fundamentalistas trastornados, la esperanza es, desafortunadamente, todo a lo que aspiramos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Chude Jideonwo

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