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OPINIÓN: El suicidio en México es un problema de salud pública

Aunque el suicidio se maneja con disimulo es considerada la tercera causa de muerte entre los mexicanos, principalmente en los adolescentes
jue 11 septiembre 2014 02:22 PM
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Nota del editor:Claudia Paola Debler Berentsen es Investigadora del Área de Políticas Públicas del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, abogada, especialista en temas de derechos humanos y cooperación internacional. Síguela en su cuenta de twitter: @Caludia333

(CNNMéxico)– En México hablamos poco del suicidio. No porque sea irrelevante, sino porque incomoda. Paradójicamente, este fenómeno reservado, que comúnmente se maneja con tanto disimulo es considerado una de las principales causas de muerte en México, particularmente entre nuestros adolescentes (tercera causa de muerte).

Según estadísticas del INEGI, en 2011 se registraron 5,718 suicidios, de los cuales 80.8% fueron consumados por hombres y 19.2% por mujeres; cifras que se duplicaron en las últimas dos décadas y con mayor impacto en las cifras de  mujeres, como resultado de la violencia.

No hay duda: el suicidio en México es un problema de salud pública.

Personas de todos los niveles socio-económicos se suicidan todos los días, pero existen factores de riesgo importantes, principalmente para quienes no cuentan con un sistema de salud accesible y de calidad.

Lee: Los suicidios causan más muertes que las guerras, homicidios y desastres

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que para atender el fenómeno es necesario atacarlo desde tres frentes. Para empezar, es indispensable privilegiar la prevención "universal". Con ello se podrá aumentar el acceso a la atención de salud, promover la salud mental, reducir el consumo nocivo de alcohol, limitar el acceso a los medios utilizables para suicidarse y promover una información responsable por parte de los medios de difusión. 

En segundo lugar, se requiere de una prevención "selectiva" que se dirija a grupos vulnerables identificados –de ahí la importancia de contar con información confiable- y estableciendo servicios de ayuda inmediata, como las líneas telefónicas. Por último, dirigir  estrategias "indicadas" a personas vulnerables específicas, mediante el apoyo de la comunidad, el seguimiento a quienes salieron de los establecimientos de salud, la capacitación del personal de salud y una mejor identificación y manejo de los trastornos mentales y por uso de sustancias.

No es una tarea sencilla para un sistema de salud como el mexicano. Recordemos que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT-2013) señala que hoy alrededor del 20% de la población en México no cuenta con un esquema de aseguramiento público. A su vez, hay estudios reconocidos que dan cuenta de la inexistencia de un sistema que armonice las acciones emprendidas por todos los sectores involucrados a favor de la salud, tanto a nivel federal, como estatal, así comocon viabilidad financiera. 

Bien lo dice el texto El México del 2013. Propuesta para transformar el Sistema Nacional de Salud* del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) “Un país que no cuida su salud no puede ser un país de ciudadanos sanos”.

Es urgente que México construya su sistema de salud bajo la premisa de ciudadanía e inclusión, en donde sus ciudadanos – sin importar su grupo o condición social- reciban atención puntual y de calidad, supervisada y monitoreada para garantizar su cumplimiento.

Recordemos que el suicidio es una muerte prevenible y los individuos no acaban sólo con su vida, sino atentan contra la salud mental y emocional de todo su entorno.

El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y espero que (con eso) se motive la reflexión en torno al fenómeno. La prevención del suicidio debe ser un esfuerzo sistemático no sólo para el sector salud, sino también para los centros laborales, las escuelas, los centros comunitarios y en especial, para las familias.

Para el 2020 la OMS estima que la primera enfermedad en México será la depresión –una de causas más relevantes para cometer suicidio-, así que es urgente tener una respuesta integral al fenómeno para evitar preguntarnos:

¿y si hubiera?

Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a Claudia Paola Debler Berentsen.

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