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OPINIÓN: En su segundo informe de Gobierno, Mancera se halla al fin

El jefe del gobierno del DF se declaró de izquierdas, defendió el diálogo y se aseguró un futuro nada gris ante la clase política nacional
jue 18 septiembre 2014 10:28 AM
Mancera
Mancera, segundo informe Mancera

Nota del editor: Alberto Bello es director editorial de noticias y negocios de Grupo Expansión, al que pertenece CNNMexico.com.

(CNNMéxico)— Los tropiezos del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, son públicos. Lo insospechado es que, por los giros de la cosa pública, se convirtió esta semana en uno de los representantes con mayor capital político del país, por más que las encuestas lo castiguen. Le quedan tres años para darles la vuelta, y en su informe de gobierno quiso convencernos de que tiene con qué.

Parecía huérfano de partido, de tribu y de ideología. Este miércoles, ante lo más selecto de la política nacional, Mancera optó por construir sobre el legado que le llevó al poder: defendió la “capital social” y los programas que heredó de sus antecesores –con los que no se arregló, todo tiene un límite-, así como un programa de equidad y desarrollo económico.

Desde un inicio, Mancera fue objeto de burlas de sus propios compañeros por una sorprendente impericia política (una cosa era pelearse con una tribu del PRD; lo insólito era pelearse con todas), por la incómoda posición de, decían sus rivales, “entregado a los Pinos” –a la que lo habían en el fondo, obligado–; y por sus metidas de pata.

Algo cambió. Mancera se reconcilió con el partido que lo candidateó sin perder la mano tendida al gobierno federal del que espera una reforma política y apoyos en seguridad pública. Un malabarismo que se reflejaba en quienes asistieron a su informe.

En la tribuna estaba a su derecha el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, y frente a él, en primera fila del recinto de la Asamblea Legislativa, se sentaba el senador Alejandro Encinas (jefe de gobierno cuando Andrés Manuel López Obrador cerró el Paseo de la Reforma).

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No faltaron Cuauhtémoc Cárdenas o Porfirio Muñoz Ledo, que tienen su debido puesto en el gobierno local, ni Silvano Aureoles o Miguel Barbosa, los perredistas que presiden las Cámaras o los “Chuchos” Jesús Ortega y Jesús Zambrano, previsibles vencedores de las guerras internas perredistas.

Las izquierdas tienen una carta que se llama Mancera y no la quieren dejar ir.

Pero ahí no termina la sorpresa. Ante él tuvo Mancera a más de una decena de gobernadores de todo el país, desde Velasco de Chiapas a Malova de Sinaloa, sin que faltaran Medina de Nuevo León o César Duarte de Chihuahua.

También se vio a los coordinadores de las bancadas del senado del PRI, Emilio Gamboa o el panista Jorge Luis Preciado, que algo tendrán que decir sobre el debate de la reforma política en el DF, el tema que Mancera anunció a todos que será parte de su agenda inmediata.

Mancera expuso el miércoles su propuesta para la ciudad. Sus inversiones en salud y educación, los programas de recuperación de espacios públicos y de acceso a las minorías, su apuesta por los programas para mujeres y el apoyo en el gobierno federal para la seguridad pueden fortalecer su peso político.

La inversión para la construcción del aeropuerto, las nuevas líneas de Metrobus y la rehabilitación de la Línea 12 generarán sin duda empleos. Hizo una defensa de sus decisiones polémicas con el casi lema “gobierno que decide”, muestran un mayor oficio y sin duda muchas horas de asesoría y reflexión.

Mancera, que arrancó como caballo ganador con su victoria casi cubana en 2012 (más de 65% de los votos), parecía derrotado hace unos meses o incluso hace unos días. Un PRD nervioso y amenazada por la escisión de Morena, un gobierno que quiere minimizar a la oposición radical y un Mancera que encontró que su soledad fue su mayor fortaleza coincidieron el miércoles en revivir a una figura que, si logra evitar otro tropezón mayor, tendrá mucho que decir en 2018.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Alberto Bello.

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