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OPINIÓN: ¿Los soldados estadounidenses están listos para otra guerra?

Los expertos indican que para un soldado es muy difícil lidiar con los efectos de la violencia en la guerra cuando la misión no es muy clara
mié 24 septiembre 2014 08:16 AM
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Nota del editor: Carol Costello conduce la edición matutina del noticiero Newsroom de CNN.

(CNN) — El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Martin Dempsey, no se anduvo por las ramas. Si cree que las tropas estadounidenses que están asesorando a los iraquíes en la lucha contra ISIS podrían ayudarles en combate, pedirá permiso al presidente para hacerlo.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la mayoría de los legisladores, dicen que no habrá "soldados en el terreno", pero ya saben qué ocurre en esos casos. Como dijo el senador Lindsey Graham al hablar de ISIS en Siria: "Se necesitará un ejército para derrotar a un ejército. Esta idea de que nunca habrá soldados en el terreno para derrotar a Siria es una fantasía".

Así que me preocupa, al igual que a muchos civiles estadounidenses. Los soldados estadounidenses están asombrosamente capacitados y son valientes, pero es sorprendente la cantidad de soldados a los que no les va bien (psicológicamente) cuando regresan a casa.

Yo creo que no nos damos cuenta de que la guerra deja secuelas duraderas que no podemos ver. Enfrentémoslo: luego de las reuniones conmovedoras que hemos atestiguado y del aplauso obligado que estalla cuando vemos a un soldado uniformado en un avión, seguimos con nuestra vida. Como me dijo el teniente coronel Rick Francona, analista militar de CNN, "el mayor temor que tenemos los que servimos es que nos olviden".

Parece que Estados Unidos tiene la mayor tasa de veteranos o soldados que sufren del síndrome de trastorno por estrés postraumático (TEPT) en el mundo. Según el Cuestionario de Salud General, los soldados estadounidenses presentan tasas de TEPT de entre el 21 y el 29% en comparación con Reino Unido, por ejemplo, en donde entre el 16 y el 20% de los soldados reporta síntomas de trastornos mentales típicos, casi igual que la población general.

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Lo más preocupante es el índice de suicidios . Cada día se suicidan 22 veteranos. Eso es un suicidio cada 65 minutos; 8,000 veteranos al año.

Joel Dvoskin, psicólogo clínico, dice: "William Tecumseh Sherman dijo que la guerra es un infierno. Que ha habido guerras y ha habido gente que no maneja bien las guerras. Sospecho que los que las manejan bien son una minoría". Piénsenlo. Las fuerzas armadas toman gente normal y la entrena para hacer, sin cuestionarlo, la cosa más antinatural del mundo: correr hacia el peligro, no huir de él. Matar con justificación y sin cuestionamientos.

"A la mayoría de la gente le afecta considerablemente el matar, pero no a todos les afecta de la misma forma", me dijo Dvoskin. "Para la mayoría de las personas no es una experiencia feliz, para algunas es levemente traumática y para otras es extremadamente traumática". El problema, agrega Dvoskin, es que no hay forma de predecir quien está mejor preparado para lidiar con la muerte violenta.

El teniente coronel Francona, veterano tanto de la guerra de Vietnam como de las de Iraq, vio a la muerte de muy cerca y estuvo a punto de morir.

"No pasa un día sin que piense en ello. Lo veo en este momento".

Era el 30 de octubre de 1995. Eran las 3:14 de la madrugada. Francona estaba en el norte de Iraq en una misión de la CIA. Él y sus compañeros trataban de negociar un cese al fuego entre las facciones kurdas para poder derrocar a Saddam Hussein.

"Estaba haciendo un reporte en una laptop (una Thinkpad de IBM) y luego me arrojaron al piso". Gritó: "¿Qué fue eso?", pero no podía escuchar su voz. La explosión lo había ensordecido temporalmente. Francona se arrastró entre el polvo, los papeles y los escombros para tomar un arma. "No iba a caer prisionero", me contó.

Logró salir dando tumbos para ayudar a sus compañeros; no procesó del todo las imágenes que hoy lo atormentan. Durante un rato estuvo muy concentrado.

"Había mucho humo. Mucha gente gritaba. Había partes humanas: manos, pies, torsos". En este punto, Francona (que para mí es un tipo duro) empezó a llorar. "Eran solo personas, personas indefensas. No sabía quién estaba muerto. No quería saber, quería sobrevivir".

Luego, Francona me dijo: "yo no hablo de esto. No me gusta hablar de esto".

El coronel Francona serviría a su país con gusto una vez más, pero está claro que los efectos de la violencia real lo acompañarán por el resto de su vida.

Terry Lyle, psicólogo que trata el estrés por el combate , piensa que la tasa de suicidios entre los soldados es mayor de lo que las estadísticas indican. Al igual que otros expertos con quienes hablé, no entiende la razón. "Vivimos en una sociedad violenta", dicen. "Los estadounidenses son duros. Somos cowboys". Sin embargo, una gran cantidad de veteranos nunca se recupera de lo que atestiguan en el campo de batalla.

Algunos expertos se preguntan si es un asunto "generacional". Los veteranos de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, estaban traumatizados, pero parecían estar mejor equipados para lidiar con las cosas que vieron en el campo de batalla.

"Los veteranos de la Segunda Guerra Mundial eran mentalmente más duros porque llevaron vidas más duras mientras crecían", me dijo Lyle. Después de todo, los veteranos de la Segunda Guerra Mundial crecieron durante la Gran Recesión. "Crecieron con menos comodidades y francamente solo se aguantaban y lidiaban con ello".

Esos veteranos sí que "lidiaban con ello"… en silencio. En un artículo que se publicó en el Cleveland Plain Dealer se menciona un estudio que la Universidad de Michigan hizo entre 2008 y 2009. Se estudió a 78 veteranos mayores de 60 años y se descubrió que el 38% habían tenido "síntomas importantes de TEPT".

En el artículo también se señala que los veteranos de la Segunda Guerra Mundial provienen de una generación "en la que manifestar síntomas psicológicos era muy mal visto. Esos casos tal vez no recibieron tratamiento porque los veteranos no lo buscaron y de alguna forma lograron suprimir sus síntomas y su función".

Otros, como el teniente coronel Todd Yosick, me contaron que servir en la Segunda Guerra Mundial o en Iraq no tiene punto de comparación. Yosick, quien sirvió en Iraq y ahora es trabajador social en el Ejército estadounidense, me dijo que "la diferencia es que te enciendes y te apagas".

Los veteranos de la Segunda Guerra Mundial regresaban a casa y se quedaban para siempre. Hoy en día, los veteranos regresan al campo de batalla en múltiples ocasiones. El ajuste constante a la guerra, luego a casa, luego a la guerra puede trastornar tu mente y (esto lo digo yo, no el coronel Yosick) pueden estresar a un soldado hasta doblegarlo.

Los veteranos de la Segunda Guerra Mundial también tenían una misión que entendían claramente y en la que creían apasionadamente. "Si la misión no es muy clara, es mucho más difícil que (un soldado) justifique el matar", me dijo Lyle. El secreto para sobrevivir a la guerra es que "puedas justificar el motivo (para matar)". Si puedes, "es heroísmo no terrorismo".

Esa es la razón por la cual tantos veteranos de Vietnam sufrieron problemas psicológicos. (Los veteranos varones que cometen suicidio tienen cincuenta y tantos años en promedio). Si no sabes por qué estás peleando, es difícil justificar quitarle la vida a alguien. Tristemente, si las tropas estadounidenses vuelven a ir al campo de batalla, seguirán lidiando con una misión incierta y una guerra que no tiene un final a la vista.

Así que me preocupa. No que nuestros valientes hombres y mujeres no sean capaces de servir para protegerme, sino de que sufran por ello y que es poco lo que yo o alguien más pueda hacer para compensarlos realmente por ello.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Carol Costello.

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