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OPINIÓN: Protestas con soluciones harán el verdadero cambio en México

El gobierno ha demostrado incapacidad para solucionar la violencia, por ello la ciudadanía debe proponer medidas más concretas
mié 26 noviembre 2014 09:40 AM

Nota del editor: Vidal Romero es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Stanford. Actualmente es jefe del Departamento de Ciencia Política del ITAM. Síguelo en su cuenta de Twitter:  @vidalromero_

(CNNMéxico)— Quizá las cosas no cambian en México porque nosotros mismos no cambiamos.

Desde hace ya varios años el crimen organizado ha agraviado a la sociedad mexicana. El último episodio fue el de Ayotzinapa, pero no es más que el más reciente de una larga cadena. Este caso, como algunos otros en el pasado, incrementó notablemente la indignación y las protestas al gobierno clamando una solución al problema.

A estas alturas y ante el inmenso problema de inseguridad y violencia que vive el país las protestas callejeras e íntimas tienen un aporte marginalmente muy pequeño (esto sin descontar los costos económicos), nos distrae del correcto diagnóstico y, más importante, nos nubla de pensar en las soluciones más eficaces.

Ya de quejas estamos saturados. La lógica ingenua parte de la premisa de que el culpable es “el gobierno” o personificado en “Peña Nieto” (antes era Calderón), y por tanto, es el gobierno quien debe solucionar el problema. Como consecuencia, a los ciudadanos pareciera que solo nos corresponde quejarnos para que el gobierno se decida a actuar.

Lee: Ayotzinapa, otra violación a los derechos 

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Así, la innovación y la energía de muchos ciudadanos —bien intencionada en la mayoría de los casos— se centra en cómo protestar. Por ejemplo, si la protesta se realiza de noche o de día, si se viste de blanco o de negro, si se realizan actividades artísticas; si encendemos veladoras o soltamos globos al aire, etc...

Hay dos puntos muy importantes que a estas alturas debemos tener claros. Primero, que no es que el gobierno no quiera solucionar el problema de inseguridad, sino que literalmente no puede (al menos en el corto plazo). La razón es una mezcla perversa de incapacidad operativa, intelectual, corrupción, y escasez de recursos. Segundo, si bien el gobierno tiene la responsabilidad de proveer seguridad y esto hay que exigirlo, también es cierto que la causa de origen del problema está en las bandas criminales.

Estos puntos implican que cualquier forma de protesta que se limite a “exigirle” al gobierno que solucione al problema es insuficiente, dado que el problema rebasa al gobierno. Así, la protesta debe aportar soluciones activamente a la par de la exigencia. De otra forma vamos a seguir rumiando al infinito, lamentando nuestro mal gobierno, y los problemas seguirán y empeorarán.

La discusión se ha centrado en determinar si fue el “Estado” o no, si los normalistas de Ayotzinapa están vivos o no, si los desaparecidos, además de estudiantes, tenían vínculos con el EPR y/o algún grupo criminal, o si ha habido represión o no.

Gobierno y sociedad debemos pasar a cuestiones más concretas que efectivamente incidan para solucionar el problema. Y no es estar contra las marchas, es contra el formato que seguimos. Ya sea a través de marchas, o no, pero enfoquemos nuestras protestas hacia algo útil. Innovemos en la protesta con soluciones.

Aquí van algunas posibilidades, y seguramente la energía de las marchas y las quejas dirigida a soluciones pueden lograr otras mejores alternativas, muchas de las cuales no implican la intervención del Estado del que tanto nos quejamos.

Por ejemplo, protestemos contra los criminales dejando de consumir droga por un año con el propósito de colapsar el mercado doméstico de la droga. Finalmente, el caso de Ayotzinapa y mucha de la inseguridad que sufrimos tiene uno de sus orígenes en este mercado. En lugar de cerrar Walmarts o Superamas, cerremos la tiendita narcomenudista no consumiendo.

O protestemos y recordemos a los estudiantes de Ayotzinapa limpiando y cuidando todos los parques públicos y unidades deportivas en el país para que dejen de ser espacio de delincuentes y sirvan para integrar comunidades y practicar deporte.

Esto no implica quitar responsabilidad al Estado, sino reconocer su incapacidad ante el problema que nos afecta y poner manos a la obra para solucionarlo, en tanto el gobierno también cambia para solucionar el problema. Cambiemos para que cambien las cosas.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Vidal Romero.

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