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OPINIÓN: La encrucijada climática de Latinoamérica

América Latina y el Caribe debe decidir si seguirá invirtiendo en combustibles fósiles o apuesta por un crecimiento bajo en carbono
vie 12 diciembre 2014 05:20 PM
Energía alternativa
Energia solar Energía alternativa

Nota del editor: Carolina García Arbeláez es abogada y trabaja para WWF Colombia en el área de comunicaciones. Hizo la traducción de inglés a español del libro de PavanSukhdevCorporation 2020 y fundó Tío Conejo, el blog de medio ambiente de La Silla Vacía.

(CNNMéxico)—  América Latina­ y el Caribe, resistió la crisis financiera de 2008 y creció, en promedio, un 3% anual, fortaleció sus relaciones comerciales y en 2013 su PIB fue de 5.65 miles de millones de dólares. No hay duda de que es una región emergente posicionada para crecer. La pregunta es otra ¿de qué forma lo hará?

Los países desarrollados eligieron apegarse a la quema de carbón, gas y petróleo para potenciar su crecimiento económico. En la revolución industrial el afán era producir, construir, descubrir nuevas tecnologías. La sociedad se transformaba a pasos agigantados y las externalidades ambientales no estaban en el radar político ni científico. No había información para saber que el crecimiento ligado a los combustibles fósiles sería el responsable del desafío ambiental más grande de nuestro tiempo: el cambio climático.

Ahora las cosas han cambiado. Hay mejores alternativas de desarrollo viables y competitivas económicamente. América Latina y el Caribe está en una encrucijada: ¿invertirá en combustibles fósiles y quedará atrapada en un camino de altas emisiones que contribuye al cambio climático o le apostará a una economía baja en carbono?

Algunos países ya han elegido apostarle a las energías limpias. Uruguay y Costa Rica están en camino hacia una economía descarbonizada: más del 80% de su electricidad es renovable (incluyendo energía hidroeléctrica). De 2008 a 2012, Nicaragua tuvo el mayor crecimiento anual de electricidad renovable diferente a la hidroeléctrica en la región.

La decisión marcará el desarrollo regional. Actualmente, su matriz eléctrica sigue dependiendo de los combustibles fósiles (40%) y de energía hidroeléctrica (54%). Solo el 6% de la electricidad proviene de fuentes no convencionales de energía renovable. Pero esto está cambiando. Latinoamérica está experimentando una nueva revolución: la energía limpia está floreciendo a un paso acelerado.

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El mito se acabó. Las energías renovables no son más caras ni su uso es más complejo que los combustibles fósiles. En los últimos cinco años el costo de generación eléctrica solar y eólica ha disminuido en un 80% y 60% respectivamente. Tan solo en 2013, se invirtieron más de 16,000 millones de dólares en energía renovable en Latinoamérica, lo que equivale al 7% de las inversiones globales en energía limpia.
 
Las empresas locales están fabricando paneles y turbinas. Brasil, por ejemplo, es un centro de producción de energía eólica. En 2016, se convertirá en el principal ensamblador en la región y producirá turbinas 100 por ciento nacionales.
 
Los gobiernos no solo están respondiendo favorablemente al mercado: están fomentando el desarrollo de energías renovables no convencionales. Países como Chile, Colombia, Perú, Brasil y México, entre otros, han creado marcos normativos que promuevan proyectos de energía limpia.

Para combatir la pobreza y el cambio climático

La región de América Latina y el Caribe es altamente vulnerable al cambio climático. Históricamente la mayor fuente de sus emisiones venía de la deforestación. Ahora, del consumo de combustibles fósiles. Escoger las energías renovables es combatir el calentamiento de la tierra.

Pero no solo eso. Crean entre 1.5 a 7.9 veces más empleos que los combustibles fósiles y son una alternativa para combatir la pobreza energética. Son mejores para la electrificación rural ya que son más baratas, no necesitan una inversión en la red y son más limpias que la energía tradicional. De hecho, 19 de los 26 países de la región latinoamericana cuentan con programas que buscan electrificar zonas rurales con energía limpia.
  
Tal es el caso de Perú, que actualmente cuenta con un plan para proveer de energía solar a 500,000 hogares pobres. Este proyecto forma parte de una creciente trayectoria de iniciativas de energía limpia que ha liderado el gobierno peruano. En 2006, instaló 4,200 paneles solares en la Amazonia. En 2011, 33,000 personas obtuvieron acceso a energía solar.
 
¡Estas iniciativas son rentables! De 2010 a 2011, el mercado de energía solar en Perú generó alrededor de 5.4 millones de dólares. La energía solar ha demostrado ser una buena alternativa para resolver la pobreza energética.

Si América Latina y el Caribe explotara su potencial renovable no hidroeléctrico, podría proveer 20 veces más la demanda de electricidad prevista para el 2050. No hacerlo es casi un contrasentido.
 
Un desafío en curso
  
Que las energías renovables estén floreciendo no significa que los combustibles fósiles estén pereciendo. Al mismo tiempo los países están explorando nuevas reservas de petróleo, gas y carbón, o nuevas técnicas de explotación como el fracking.

No es fácil dejar la adicción a los combustibles fósiles. En 2013, más de 40,000 millones dólares fueron destinados a subsidiar combustibles fósiles en la región latinoamericana, dos veces más de lo que se invirtió en renovables.

Sin embargo, los beneficios que trae el uso de energías renovables al reducir emisiones, así como los relacionados con la salud humana, están haciendo que la energía limpia se vuelva una opción atractiva.

El cambio climático exige medidas urgentes. Se proyecta que para el año 2050, el uso de energía renovable no hidroeléctrica, podría pasar de un modesto 6% a constituir un 20% de la matriz eléctricade la región.
  
La Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP) que se ha llevado a cabo en Lima esta semana es una oportunidad para que América Latina y el Caribe muestre su liderazgo y se comprometa a construir una economía mundial impulsada por las energías renovables.

La revolución de la energía limpia está floreciendo. Con el impulso adecuado, pronto dará más frutos. 

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Carolina García Arbeláez

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