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OPINIÓN: Terrorismo y periodismo, de Francia a México

En México no hay fundamentalismo religioso pero sí terrorismo criminal, aunque los métodos de exterminio son los mismos
jue 15 enero 2015 09:12 AM
charlie hebdo
charlie hebdo charlie hebdo

Nota del editor: Ricardo Monreal Ávila es diputado federal por Movimiento Ciudadano y líder de la bancada en San Lázaro de este partido; es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Zacatecas y doctor en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en su cuenta de Twitter: @ricardomonreala

  "La sátira es el arma más eficaz contra el poder; el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos": Darío Fo.

(CNN)— Francia, la tierra de la libertad de expresión y, dentro de esta invención cultural y civilizatoria, la cuna de la sátira (composición poética u otro escrito cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo: diccionario de la Real Academia),

Una serie de caricaturas ridiculizando las actitudes fanáticas y extremistas de los grupos fundamentalistas islámicos, que en nombre de Mahoma asesinan y violan derechos humanos fundamentales, fue el motivo para que un grupo armado irrumpiera en el domicilio de la revista y asesinara arteramente a doce personas que laboraban en el semanario.

Lee:Lo que sí sabemos y no del ataque a la revista 'Charlie Hebdo'

Antes, en el 2011, el "diario irresponsable" había sido objeto de un atentado, una bomba en la puerta de sus instalaciones, sin mayores daños. La revista no cambió su línea editorial y los cartones alusivos al uso y abuso de Mahoma siguieron apareciendo.

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No sólo la intolerancia religiosa era objeto de la crítica mordaz de la revista. Una revisión de su contenido refleja que lo mismo ridiculizaba a políticos franceses, como el presidente Francois Hollande y su desliz amoroso, que a Obama y su reforma migratoria, a hombres de poder económico y a la misma iglesia católica. No era una revista contra el islam, sino contra el poder arbitrario, en cualquiera de sus expresiones.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando la sátira humilla, agrede u ofende a otros? Hay una serie de recursos que la misma libertad de expresión y la civilización han desarrollado para ventilar las presuntas transgresiones, desde las demandas judiciales hasta la réplica en los medios, pero nunca el exterminio o la eliminación del otro.

Fernando Savater tiene una reflexión sobre este dilema ético: "No podemos utilizar el ataque, la crítica, incluso la sátira contra una idea, para provocar algo que humille u ofenda a los demás. Ahora, si se trata de ideas, hay que saber pararse frente aquellas que son peligrosas".

Lo que hicieron los franceses, encabezados por un buen número de líderes del mundo, que en número de casi dos millones marcharon en Francia este fin de semana contra el terrorismo, fue precisamente saber pararse frente a la postura violenta que considera que la crítica y la ironía se combaten con balas, no con otras ideas o el diálogo entre ideas.

Contrastante es la respuesta que hemos visto en México en los últimos años contra los ataques a periodistas mexicanos. Aquí no hay fundamentalismo religioso pero sí terrorismo criminal. Aunque los objetivos son diametralmente opuestos (motivaciones culturales allá, motivos económicos aquí), los métodos de exterminio son los mismos.

Cuando el mundo se indignó el año pasado por los decapitamientos en vivo realizados por la organización terrorista Isis en contra de un periodista norteamericano y diversos militares sirios, en México ya teníamos un lustro con casi 300 decapitaciones de ciudadanos, buena parte de ellos grabados y difundidos mediante un blog (El Blog del Narco) que llegó a registrar un millón de visitas, sin que nadie en el país o en el exterior se indignara o exigiera a las autoridades el esclarecimiento de esos crímenes. A la muerte física, las autoridades aplicaban la muerte cívica: "Es un asunto entre ellos, entre criminales". Y con ese argumento ni averiguación abrían.

El terrorismo criminal se lanzó después contra los periodistas, cuyas ejecuciones y desapariciones crecieron exponencialmente. La estadística nos coloca en un triste récord mundial: 32 en el gobierno de Vicente Fox, 89 en el de Felipe Calderón y 17 en los dos años de Enrique Peña Nieto. 138 periodistas victimados en 14 años, de los cuales se ha aclarado el 4% de los casos. Mientras que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos en contra de la Libertad de Expresión (FEADLE), creada en el gobierno pasado, tiene un récord mundial: cero casos resueltos.

Crimen y política son las fuentes más señalados como el origen de esos atentados, por ello la intrascendencia de esa fiscalía de papel.

Si Charlie Hebdo se hubiese editado en alguna ciudad de México, la estadística criminal hubiese registrado doce nuevos casos, pero nada más.

La diferencia en las respuestas de Francia y de México, tanto de la sociedad civil como de las autoridades, frente a atentados contra ciudadanos en general y periodistas en particular, es la misma que existe entre un Estado democrático de Derecho y un simple Estado de Derecha. Por ello, la justicia en México, más que inspirar una sátira, es una auténtica tragicomedia.

Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a Ricardo Monreal Ávila

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