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Desafíos de la banda ancha móvil en América Latina

Existe correlación entre la adopción de la banda ancha y el crecimiento económico, dice José Otero; en América Latina y el Caribe existen 58 redes comerciales de LTE, a través de 22 mercados.
mar 31 marzo 2015 06:00 AM
La propuesta permitiría a proveedores cobrar a empresas como Netflix y Amazon por un acceso más rápido para sus clientes. (Foto: Getty Images)
banda ancha

Las primeras redes comerciales de LTE (Long-Term Evolution) de América Latina y el Caribe surgen en las postrimerías de 2011 con lanzamientos en Brasil, Puerto Rico y Uruguay. Contrario a tecnologías anteriores, la llegada de esta tecnología en la región ocurre al mismo tiempo en que la misma fuese ofrecida en mercados como Reino Unido, España, Francia e Italia, o por operadores como Sprint y T-Mobile en los Estados Unidos.

Anteriormente, la llegada de una nueva generación de tecnología inalámbrica para servicios móviles llegaba a la región con una demora de 5-6 años. Con LTE, aparte de tener finalmente una red totalmente IP, vemos el inicio del fenómeno de la simultaneidad: las nuevas redes son desplegadas al mismo tiempo tanto en mercados desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo.

Cifras de 4G Americas a marzo de 2015 muestran que en América Latina y el Caribe existen 58 redes comerciales de LTE distribuidas a través de 22 mercados.

Esta nueva realidad tiene diversas implicaciones para una región que históricamente ha sido criticada por su letargo en todo lo relacionado a la innovación tecnológica. El impacto positivo inmediato es que los usuarios latinoamericanos comienzan a disfrutar de servicios avanzados al mismo tiempo que los consumidores de mercados desarrollados.

La simultaneidad en despliegues también tiene una cara menos favorable para los consumidores de menor poder adquisitivo. La oferta de LTE que se ha tenido en los primeros años de comercialización de esta tecnología en los mercados de América Latina y el Caribe palidecía en número de dispositivos disponibles al ser comparada con la oferta existente al momento de lanzamiento de la primera red UMTS de América Latina en 2006.

Una buena noticia es que los problemas de economías de escala de LTE están siendo solventados por una adopción más rápida de la tecnología y por la decisión  unánime de los operadores de encaminarse al 4G por medio de esta tecnología. En otras palabras, el mayor número de operadores optando por LTE se traduce en una mayor demanda a los fabricantes para producir dispositivos e infraestructura.

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De todas formas, existen obstáculos que deben ser superados para acelerar la expansión de tecnologías de banda ancha móviles como LTE en zonas rurales y suburbanas. Entre estos desafíos hay tres que deben ser considerados por las autoridades responsables de regulación del sector: asignación de espectro de radio frecuencia (RF) para la oferta de servicios móviles, la importancia de la infraestructura cableada para la expansión de redes inalámbricas de banda ancha y la necesidad de facilitar la entrada de equipos que permitan la adopción de estas tecnologías.

Disponibilidad de espectro RF

El insumo más básico de una red móvil es el espectro RF que tiene a su disposición el operador para ofrecer servicios. Cuando se habla de espectro RF hay diferentes aspectos que tienen que ser considerados que van desde la propagación de la onda (léase distancia máxima adonde llega la señal) hasta el tipo de tecnología que puede ser desplegada.

No todas las concesiones de espectro RF son iguales, pues las economías de escala que pueden estar presentes en una frecuencia específica pueden no existir en otras, indistintamente si son bandas más altas o más bajas. Por ejemplo, en la actualidad existen más dispositivos LTE que funcionan en la banda de 2,6 GHz o de AWS (1,7 GHz / 2,1 GHz) que en la banda de 700 MHz.

La cantidad de espectro que se asigna es un parámetro que ayuda a determinar la velocidad pico de transmisión de tráfico de la tecnología que sea desplegada. Mientras que versiones iniciales de HSDPA en un canal de 5 MHz ofrecía velocidades pico de 14 Mbps, la versión 11 de HSPA+ en 50 MHz de ancho de banda llegaría a ofrecer 336 Mbps.

La importancia del espectro es tal, que en la actualidad las propuestas que se están presentando para lo que se espera sea definido como estándar 5G en el 2016 incluye numerosas sugerencias para la utilización de tecnologías centradas en maximizar la eficiencia del uso que se da a los bloques de espectro RF que se le asignan a un operador. Asimismo, estas propuestas incluyen como parte de sus sugerencias el uso de tecnologías que tienen como objetivo primordial descargar tráfico de las redes móviles para, de esta forma, mejorar la experiencia del usuario final cuando se conecta a la red de su proveedor.

Aún con la importancia que tiene la asignación de espectro RF para el sano desarrollo del sector de servicios móviles, muchos reguladores de América Latina están atrasados en los montos de espectro RF que han adjudicado a los prestadores de servicios móviles de sus respectivos mercados. Mientras que en mercados desarrollados la cantidad de espectro que ya se ha entregado supera los 600 MHz y 700 MHz, cifras de Signals Telecom Consulting muestran que en la región apenas contamos con mercados que alcanzan los 400 MHz y varios por debajo de los 200 MHz asignados, como Honduras o Panamá.

Cuando la cantidad de espectro RF que ha sido asignado es limitada, es altamente probable que los operadores utilicen el ancho de banda que poseen para ofrecer servicios bajo diferentes plataformas tecnológicas. Esto hace muy difícil que puedan introducir una nueva tecnología como LTE, que requiere su propia red si las expectativas para un nuevo proceso de adjudicación de espectro no son positivas, ya sea porque esta ocurrirá muy tarde o porque el espectro que se piensa adjudicar no está limpio y los operadores tardarán años en poder utilizarlo para servicios comerciales, como es el caso de la banda de 700 MHz en Brasil.

Una de las posibles soluciones que existe para destrabar la carencia de espectro RF en mercados donde hay concesionarios que lo subutilizan es la creación de un mercado secundario para su comercialización.

En palabras sencillas, bajo un marco jurídico que permite la existencia de un mercado secundario para la venta de espectro RF, los operadores pueden vender una parte de espectro que no estén utilizando a un tercero, siempre y cuando se mantengan las obligaciones originales de la concesión original. Todo lo anterior, teniendo en consideración que son las autoridades de regulación las que tienen la palabra final al momento de aprobar o desestimar esta transacción.

Es importante mencionar que este tipo de transacciones ya se ha observado en América Latina, con la compra de 8,4 MHz de espectro en la frecuencia de 1,9 GHz por parte de la filial móvil mexicana de América Móvil (Telcel) a Unefón en el 2004.

Este tipo de transacciones es común en Estados Unidos y múltiples mercados europeos, hecho que ha llamado la atención de las autoridades de regulación de Chile para incluir este esquema dentro del marco legal que rige a la industria de telecomunicaciones de ese país, pues incrementa la eficiencia con la que se utiliza un activo finito beneficiando de esta forma al consumidor.

Aún con las ventajas que crea en la existencia de un mercado secundario de espectro, es necesario brindar más información a las autoridades que velan por la sana competencia de la industria de telecomunicaciones en la región.

En la actualidad el caso más notorio sobre de freno a una transacción de espectro RF entre operadores móviles que tendría un impacto positivo en impulsar la innovación y fomentar un incremento en nuevos servicios para los usuarios se observa en Perú. En este mercado, la filial de América Móvil local le compra 10 MHz de espectro en la banda AWS a la operación local de Telefónica. No obstante, el ente que toma las decisiones sobre concesiones de espectro RF en este país sudamericano, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), no ha autorizado la transacción, aun cuando el resultado sería que Claro (América Móvil) llegara a 70 MHz de espectro RF en este mercado, unos 20 MHz menos a los que posee Telefónica y 27 MHz a los que ostenta Entel.

La decisión del MTC tiene como resultado limitar la expansión de la red LTE del operador afectado, privando a muchos consumidores de una nueva alternativa comercial de esta tecnología, reduciendo de esta forma la presión competitiva del mercado.

Importancia de los cables

Una de las características más ignoradas de las redes inalámbricas es el hecho de que la parte donde carecen de infraestructura cableada es la pertinente a la interfaz aérea, o sea el espacio entre la antena y el dispositivo con el que se comunica. La parte posterior a la antena recibe poca prensa, pero es sumamente importante pues es la que permite a las tecnologías de banda ancha proveer las velocidades que promete. Cada antena tiene un enlace que la conecta con la red dorsal de fibra óptica de su mercado, permitiendo que el tráfico bidireccional que maneja llegue a su destinatario final.

La mayoría de estas conexiones –conocidas como backhaul– son por medio de redes cableadas como cobre o fibra óptica. La llegada de tecnologías de banda ancha móvil a velocidades que superan los 20 Mbps tiene como consecuencia la evolución de las conexiones de backhaul de las redes inalámbricas. Mientras que para servicios 2G una conexión E1/T1 era suficiente, en la actualidad estaríamos hablando de conexiones de fibra o VDSL2.

Esta nueva realidad tiene como consecuencia que independientemente de la innovación tecnológica que desee hacer el operador móvil con el despliegue de LTE en la interfaz aérea, si las conexiones de backhaul no pueden soportar las altas velocidades que viabiliza esta tecnología, el resultado es una conexión similar a la que se obtiene con tecnologías anteriores. Como ejemplo Bolivia es un lugar donde la baja calidad del backhaul hace que las antenas LTE apenas ofrezcan velocidades esperadas de un despliegue 3G.

Como se puede observar, es sumamente importante que los gobiernos de la región viabilicen el otorgamiento de permisos para el despliegue de redes móviles que contemplen la colocación de una antena y también el despliegue de las tecnologías cableadas necesarias para que la red móvil pueda operar. Teniendo en cuenta que en la gran mayoría de los mercados de la región estas autorizaciones se entregan a nivel municipal, existe el peligro de que los despliegues de banda ancha móvil pueden ser retrasados artificialmente por burocracia o falta de información, mayormente en zonas rurales o apartadas que irónicamente son las que más precisan la llegada de tecnologías como LTE.

Por otro lado, si el interés de las autoridades de regulación es continuar fomentando la llegada de nuevas tecnologías para que los despliegues en sus mercados coincidan con los de los desarrollados, es importante fomentar localmente la actualización de las redes cableadas.

En la actualidad, el único mercado de América Latina y el Caribe que reúne todas las condiciones para recibir una red LTE-A con cobertura nacional total es Barbados, en el Caribe oriental. Solo basta decir que más del 85% de los hogares de esta isla pueden acceder a servicios de banda ancha de 1 Gbps, algo que no alcanzan aún muchos países desarrollados. El resto de los mercados de la región reúnen condiciones propicias para el despliegue a corto plazo de LTE-A en localidades limitadas de sus principales centros urbanos.

El rol de los dispositivos

Así como el espectro RF y la obtención de permisos a nivel local son elementos necesarios para el despliegue y expansión de nuevas tecnologías móviles, la disponibilidad de dispositivos que puedan conectarse a estas redes es esencial. Una red móvil que carece de dispositivos que puedan conectarse a la misma no cumple ninguna función, es un elefante blanco.

Es por esta razón que es sumamente importante que los gobiernos regionales adopten medidas para facilitar la llegada de dispositivos compatibles con las nuevas tecnologías. La proliferación de estos aparatos a bajo costo sirve para acelerar la adopción de tecnologías de banda ancha móvil como LTE. Lo anterior, considerando que la llegada de servicios de banda ancha inalámbrica superiores a 10 Mbps o 20 Mbps fuerza a los proveedores de banda ancha fija (léase cablemódem, DSL, etc.) a mejorar su oferta para mantenerse competitivos.

Desafortunadamente, la realidad en América Latina y el Caribe en lo relacionado a disponibilidad de nuevos dispositivos no es alentadora en muchos países, siendo Venezuela el caso más paradigmático de la región. Los problemas de obtención de divisas en moneda fuerte impiden a los operadores actualizar sus redes a la velocidad que desearían. Por ejemplo, declaraciones a la prensa de Digitel señalan que el operador tardó tres años en hacer actualizaciones a su red que, bajo condiciones normales, le habría tomado entre seis y nueve meses.

Es precisamente este operador el primero en Venezuela en lanzar servicios LTE en septiembre de 2013, pero la dificultad de obtener teléfonos que funcionen con esta tecnología en la banda de 1,8 GHz ha servido de freno a la adopción de LTE por los consumidores venezolanos. Según cifras de la consultora IDC, los obstáculos en la importación de teléfonos celulares han hecho que, de los 12 millones de unidades nuevas que se vendían en el mercado en 2012, en la actualidad el número de teléfonos celulares nuevos que se comercian no lleguen ni al 50% de esa cifra.

Esta información coincide con la publicada por Pyramid Research, que identifica las dificultades de importación de dispositivos como una de las razones que justifican que apenas el 3% de la base de usuario de Digitel contratasen servicios LTE a final de 2014. Esta misma consultora, al referirse al crecimiento proyectado de líneas LTE por parte de la operación en este país de Movistar, vuelve a identificar las dificultades en la obtención de nuevos dispositivos como una de las razones para que los niveles de adopción en Venezuela de esta tecnología sean inferiores a los de las filiales de Telefónica en Brasil o Colombia.

Conclusiones

Múltiples estudios académicos han encontrado una correlación entre la adopción de tecnologías de banda ancha y el crecimiento económico de un país . Asimismo, la arquitectura de las redes inalámbricas las hace más propicias para ser desplegadas de manera más rápida en zonas donde no hay cobertura de alternativas cableadas.

Estos dos hechos deberían ser suficientes para que los gobiernos de América Latina y el Caribe busquen alternativas para acelerar el despliegue de redes de banda ancha móvil en todo su territorio y comiencen a fomentar iniciativas de tele-educación, tele-salud y gobierno electrónico, mientras se expande el mercado local de desarrollo de aplicaciones para las nuevas tecnologías.

Hasta el momento la realidad nos presenta con numerosos atrasos en la asignación de espectro RF y obstáculos para el establecimiento de un mercado secundario para este activo. La consecuencia inmediata de este acercamiento por algunas autoridades de regulación de la región es atrasar la llegada de redes capaces de ofrecer velocidades más rápidas a los usuarios y un uso ineficiente del espectro RF ya asignado en el mercado.

Estos obstáculos van acompañados por atrasos en la entrega de autorizaciones para el despliegue de infraestructura tanto cableada como inalámbrica. Facilitar el despliegue de fibra óptica y de antenas es sumamente importante para la expansión de redes de banda ancha móvil capaces de ofrecer velocidades superiores a los 10 Mbps, permitiendo la dinamización de todo el ecosistema de telecomunicaciones del país.

Pero solventar todas estas dificultades tendría muy poco impacto si continúan los frenos a la comercialización de dispositivos aptos para la utilización de las últimas versiones de HSPA+ y LTE. Tener cobertura no sirve de nada si los usuarios no tienen la posibilidad de comprar un aparato que les permita beneficiarse de la misma. Hay que flexibilizar las condiciones para fomentar una rápida adopción de estas tecnologías y poder comenzar a hablar de la masificación de la banda ancha móvil en América Latina y el Caribe.

El mensaje es claro: si deseamos fomentar el crecimiento económico y tener una población capaz de utilizar las nuevas tecnologías para su desarrollo personal e individual, los gobiernos tienen que adoptar medidas que fomenten el despliegue y adopción de nuevas tecnologías inalámbricas.

*Director para América Latina y el Caribe de 4G Americas.

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