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OPINIÓN: Tres claves a seguir del sistema de elecciones de Argentina

Los argentinos eligen presidente, vicepresidente y legisladores en un país donde el voto es obligatorio, hay balotaje y no hay observadores
jue 22 octubre 2015 02:17 PM

Nota del editor: Yuri Beltrán Miranda es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos (FLACSO) y licenciado en Economía (UNAM); cuenta con estudios en Geografía Electoral, Análisis Político Estratégico y Democracia en América Latina. Es especialista en temas de voto extraterritorial. Síguelo en su cuenta de Twitter:  @yuribeltranm

(CNNMéxico)— Este 25 de octubre en Argentina serán electos el presidente, vicepresidente, senadores y diputados. Este país es una de las cuatro naciones latinoamericanas que cuenta con un sistema de umbral reducido.

Esto significa que para obtener el triunfo, la fórmula presidente-vicepresidente debe obtener el 45% de los votos, o más del 40% de ellos siempre que la diferencia entre el triunfador y el segundo lugar sea mayor al 10%. En esos casos se declara la victoria del primer lugar.

De ocurrir cualquiera de estos dos escenarios, el domingo por la noche la nación Argentina tendrá presidente y vicepresidente. En caso contrario, el 22 de noviembre se llevaría a cabo la segunda vuelta electoral o balotaje.

Este sistema si bien tiene su lado positivo, como el amplio respaldo ciudadano y un mayor apoyo en el poder legislativo, tiene también lados negativos muy profundos: la distorsión de la voluntad popular, la restricción al electorado de votar únicamente dos opciones, la subrrepresentación de minorías, los gastos duplicados al haber dos elecciones, y la negociación forzada entre las fuerzas políticas perdedoras.

Aquí uno de los aspectos más interesantes de la elección del domingo, pues existe la incertidumbre de que los comicios del 25 de octubre puedan ser concluidos en una sola vuelta.

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Esto en razón de que, según las encuestas, Daniel Scioli, del oficialista Frente para la Victoria, puede alcanzar arriba de un 39%. Es decir, está apenas a unas décimas de punto para superar el umbral del 40%; en tanto, su contendiente más cercano, Mauricio Macri, alcanzaría un puntaje cercano al 29%, con lo que superaría por más de 10 puntos como lo establece la ley argentina.

De ser este el caso, sería la tercera vez consecutiva que no se recurre al balotaje para elegir presidente, pues en 2007 y 2011 el Frente para la Victoria ganó en primera vuelta con la actual presidenta, Cristina Fernández.

Otra característica importante del sistema electoral argentino es que obliga a sus ciudadanos a participar en las elecciones. A diferencia del caso mexicano, donde no existe sanción alguna para la abstención, Argentina impone una multa del equivalente a 16 dólares a quienes no asisten a las urnas.

A quienes no paguen la sanción, se les puede negar la realización de trámites ante los organismos estatales. Si bien este mecanismo incrementa la participación electoral, al mismo tiempo aumenta el número de boletas en blanco, lo cual no genera un mayor compromiso cívico de votar por alguna opción política sino, al contrario, una asistencia forzada —artificial— por el riesgo de sanción.

Así, un segundo aspecto a seguir el próximo domingo serán los niveles de participación y su correlato en la cantidad de votos nulos.

Ahora bien, otro rasgo importante en la organización electoral en Argentina es el tratamiento que da a la observación electoral internacional. Existe un impedimento para que organismos internacionales realicen observación electoral el día de los comicios.

De hecho, en 2011, en el Acuerdo 128 de la Comisión Nacional Electoral se estableció que el “Acompañamiento Cívico” a las elecciones generales quedaría limitado a organizaciones de carácter “doméstico”.

Las instituciones internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA) o el Parlamento del Mercosur (Parlasur), no pueden solicitar su acreditación para realizar observación. En su caso, estas organizaciones pueden ser invitadas por el Poder Ejecutivo, pero sin atribuciones para desplegar metodologías de observación.

Pero si bien no existe observación electoral internacional, en Argentina se reconoce que esta actividad permite identificar problemas y llevarlos a la atención de los administradores electorales e incrementar la credibilidad en los procesos electorales.

De ahí que el tercer aspecto a seguir en Argentina serán los informes que presenten las 13 organizaciones nacionales que ya fueron registradas para realizar observación electoral. Se echarán de menos los informes que hubieran podido presentar organismos internacionales de larga trayectoria en la veeduría electoral.

La democracia argentina llega a un nuevo examen en las urnas. Una oportunidad más para ver el desempeño de reglas e instituciones electorales que si bien en México serían impensables, en otras latitudes han funcionado bien. 

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen exclusivamente al autor.

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