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OPINIÓN: La recaptura del 'Chapo', un éxito que no esconde las fallas

El sistema de seguridad y justicia sigue siendo corrupto e ineficaz, dice el director del Observatorio Nacional Ciudadano
mié 13 enero 2016 06:23 PM

Nota del editor: Francisco Rivas es director del Observatorio Nacional Ciudadano por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad. Síguelo en su cuenta de Twitter:  @frarivasCoL

(CNNMéxico) — Las fuerzas de seguridad del Estado Mexicano, en particular la Marina Armada de México y la Policía Federal, acaban de lograr un gran resultado: recapturar al hombre considerado como el más buscado del mundo, Joaquín Guzmán Loera, el Chapo. Felicidades a esos valientes hombres que arriesgaron su vida y seguridad para que pudiera ser aprehendido el líder del Cartel de Sinaloa.

La recaptura es un éxito que aparentemente da un respiro al gobierno de la República, porque la fuga del Chapo de la cárcel del Altiplano fue una dura cachetada a la imagen del país y del presidente Enrique Peña Nieto, que en ese momento se encontraba alistándose para ver desfilar a las fuerzas de seguridad en el aniversario de la Revolución Francesa en París. 

Los periódicos de todo el mundo condenaron las altas tasas de corrupción del país, que habían permitido una fuga impensable e imperdonable como en su momento definieran el entonces procurador Jesús Murillo Karam, y el propio presidente.

A seis meses de lo ocurrido y ante lo que muchos pensamos era altamente improbable, el gobierno de Peña Nieto mostró que las fuerzas de seguridad sí son capaces de hacer frente a cualquier opositor del Estado.

Sin embargo, este éxito no resuelve, esconde, ni debe distraer de las fallas de un sistema de seguridad y justicia débil, corrupto e ineficaz. 

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El Chapo Guzmán mostró dos veces lo que todos sabemos: los centros de readaptación social no readaptan, no castigan, ni son tampoco capaces de contener a los delincuentes del país.

Recordaremos cómo el año pasado la Secretaría de Gobernación (Segob) reconoció que más del 50% de las llamadas de extorsión salen precisamente de los penales de Tamaulipas; recordemos que también Orso Iván Gastélum Cruz, alias el Cholo, se fugó por la puerta principal del CERESO de Aguaruto, Sinaloa; recordemos los 37 homicidios dolosos en 2014 en las cárceles del país, según datos del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social.

Toda esta información nos ayuda a explicar cómo el Chapo pudo fugarse de dos Centros Federales de Readaptación Social en el carrito de la lavandería, o construyendo un túnel sin problema alguno.

No existe evidencia que muestre que en seis meses las cosas hayan mejorado en el sistema penitenciario del país, no existe evidencia que nos permita afirmar que algo se ha hecho para resolver los problemas que permitieron esta fuga.

Paralelamente, no parece que la detención del Chapo por sí sola pueda generar un cambio en la política y estrategia de seguridad, un aumento en los decomisos de bienes, en el combate a las redes de corrupción, delincuencia y lavado de dinero.

No hubo impacto alguno mientras el Chapo estuvo detenido en Puente Grande, ni mientras estuvo en el Altiplano; si no se actúa en la verdadera raíz del problema y se sigue reaccionando para  tan sólo enmendar errores, tampoco servirá de nuevo.

La revista Forbes incluye al Chapo Guzmán entre los hombres más ricos del mundo, si es así: ¿dónde está es riqueza mal habida, construida sobre la muerte y el sufrimiento de tantas personas? ¿Por qué el Estado Mexicano no la ha incautado, atacando la fuerza principal que este delincuente tiene para seguir corrompiendo y lastimando a la sociedad? ¿Por qué no se han usado las casas, terrenos, negocios y efectivo para generar bienestar, riqueza y reconstrucción del tejido social? 

En lo que se procesa y logra la extradición del Chapo, e incluso después, es urgente que el gobierno ataque los recursos de esta y de todas las organizaciones criminales.

Otra acción prioritaria, paralela a la captura de el Chapo, debe ser la generación y desarrollo de Estado de Derecho y recuperar el control de la zona conocida como el triángulo dorado.

Incontables testimonios y evidencias muestran cómo el área entre Sinaloa, Durango y Chihuahua se encuentra bajo el poder del narcotráfico y no de las instituciones y la sociedad mexicana; una zona donde, quien quiere quedarse debe vivir bajo las normas que los cárteles de la droga establecen o son forzados a desplazarse; una zona que dio cobijo en las dos fugas al narcotraficante.

Poco se ha hecho y poco se hace para generar esas condiciones que lleven a un ciudadano involucrado en actividades ilícitas –porque quiso o porque fue obligado– a moverse hacia actividades que le permitan progresar dentro de la ley.

Poco se hace por brindar modelos sociales alternos al de las armas, “el dinero fácil” o la violencia. Poco se hace por garantizar la seguridad de quienes están dispuestos a denunciar los delitos, y que saben que sólo con el respeto de la ley se logra el desarrollo de toda una sociedad.

En lo inmediato la captura de el Chapo sirve para mostrar que las instituciones de esta país sí pueden capturar y llevar ante la justicia a un delincuente, sea este quien sea.

Sirve para demostrar que los miles de millones de pesos gastados en entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad tiene un efecto. Sirve para demostrarle al mundo que en México, cuando se quiere, a los delincuentes se les combate con valor y efectividad.

Sin embargo, lo que realmente debe importar en las discusiones en los medios y entre la sociedad y la autoridades es qué se va a hacer ahora: si se va a tomar con seriedad la reforma del Sistema Penitenciario, la implementación de la reforma anticorrupción, el fortalecimiento de las instituciones locales de seguridad y justicia, la generación de programas para que la población se desarrolle en bienestar dentro de la ley, o si se implementará una cultura de la legalidad que fortalezca el Estado de Derecho.

En los próximos días debemos observar con detalle cómo el Estado Mexicano va a capitalizar la captura del Chapo en favor de un combate más efectivo contra las causas y efectos que mantienen viva la crisis de inseguridad que vivimos en el país.

Demandamos acciones claras, contundentes y efectivas, con una mirada de largo plazo y proceso de evaluación continuo para medir los avances. 

Cerremos filas a favor de un Estado libre de corrupción, rechacemos la apología de criminales y dejemos de distraernos con aquellos que quieran presentar al Chapo y su organización de delincuentes como un ejemplo a seguir.

Las opiniones de este texto pertenecen exclusivamente a Francisco Rivas.

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