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OPINIÓN. 'Mexamérica: Una cultura naciendo...'

La comunidad mexamericana tiene una larga historia, es enorme, y aunque le disguste al norteamericano xenófobo, está para quedarse en los Estados Unido, asegura Fey Berman.
vie 08 septiembre 2017 09:30 AM
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Término Los individuos de origen mexicano en Estados Unidos se autodenominan de varias maneras: latinos, hispanos, chicanos, mexicanos, méxico-americanos y hasta mexamericanos. (Foto: ruskpp/Shutterstock / ruskpp)

Nota del editor: Fey Berman es mexamericana. Nació en la Ciudad de México y vive en Nueva York desde hace 30 años. Escribe crónicas sobre la vida cultural y política de la comunidad hispana en los Estados Unidos y en ellas trata sobre todo temas mexamericanos. Su trabajo se publica en revistas, periódicos y suplementos culturales, incluyendo Proceso, Milenio Diario, Nexos, Letras Libres, Día Siete, Emeequis, Confabulario de El Universal, Reforma, La Gaceta de la Universidad de Guadalajara y Personae es Excelencia. Tiene Maestría y Doctorado en Artes de la Universidad de Nueva York. Síguela en su cuenta de Twitter: @FeigueBerman1 Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

Con autorización de Ediciones Proceso y la autora, reproducimos la introducción del libro Mexamérica, que estará a la venta en librerías a partir del 18 de septiembre.

(Expansión) – Son tiempos difíciles para los mexamericanos. Tiempos en que una narrativa llena de odio y sustentada en la ignorancia nos describe como criminales y como ladrones de empleos. Una retórica que, además de falsa, nos simplifica: da a entender que somos una masa uniforme, uno idéntico al otro, y que podemos ser fácilmente definidos con una simpleza anecdótica: “son mexicanos que cruzaron la frontera para trabajar en los EUA”.

Porque somos muy diversos, porque el cruce de la frontera, legal o ilegal, es apenas un detalle de lo que somos y en lo que nos hemos ido convirtiendo, porque somos de cierto participantes de una cultura naciente, y distinguible, decidí publicar este libro de ensayos acerca de la presencia mexicana en Estados Unidos. Un tema que, por cierto, hasta ahora ha sido escasamente abordado.

Probablemente soy yo quien ha escrito de una forma más constante y abundante sobre los diversos aspectos de esa presencia compleja, animada, burbujeante.

¿Por qué razón se ha escrito tan poco sobre nosotros los mexamericanos?

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Es simple. Justificadamente, lo primero que resalta de ambos lados de la frontera, y a donde la atención de la mayor parte de los observadores se ha enfocado, es la ola de inmigrantes indocumentados, los mexicanos que permanecen en Estados Unidos sin documentos y en la sombra de la ilegalidad.

Claro, uno no puede dejar de sorprenderse de que desde los años ochenta, una década después de que la oleada actual de la migración mexicana despegó, y hasta el 2000, la mayor parte del crecimiento de la población mexamericana se atribuye a la llegada de inmigrantes. Tampoco puede uno dejar de sorprenderse de que en solamente 20 años, entre 1990 y 2010, más de 7.5 millones de mexicanos inmigraron a Estados Unidos.

Cierto, no debe quitarse el dedo respecto de la situación ilegal de los indocumentados, de su sufrimiento al vivir en familias divididas, del impacto de los muchos pueblos abandonados que han dejado atrás, de la urgente necesidad de su regularización, del trágico destino de los deportados.

Pero hablar de Mexamérica refiriéndose únicamente a los migrantes sin papeles es limitar la visión de una realidad multicolor a uno de sus matices.

Más bien, y especialmente ahora, tiempo de las vergonzosas deportaciones, es momento para narrar cuán larga es la historia de los habitantes de origen mexicano al norte del río Bravo. Una historia que se inicia aun antes de que ambos países tuvieran los nombres que hoy tienen, cuando eran parte del Imperio Español y del Reino Británico. Una historia que además se torna compleja con sólo recordar que alguna vez una tercera parte de Norteamérica fue México. Una historia larga, continuamente moldeada por circunstancias que han ido cambiando de forma radical. Si entre 1990 y 2010 más de 7.5 millones de mexicanos inmigraron a Estados Unidos, a partir de 2010 la inmigración neta ha sido cero. Y desde hace cinco años se ha vuelto negativa.

Es decir que ya para 2017, incluso antes de las deportaciones de Mister Trump, había más mexamericanos que volvían a México que los que llegaban a Norteamérica. Y ya desde el inicio de este siglo los nacimientos de niños norteamericanos de origen mexicano superaban a la inmigración como el principal motor del crecimiento de la población mexamericana.

Otra vez: el fenómeno mexamericano es diverso. Y es de una vastedad inigualable al de otras comunidades nacidas de la migración. Algunos datos solamente para dar una idea de su dimensión. Datos que confío resultarán sorprendentes para el lector:

Hoy los indocumentados representan solamente 16% de la población mexamericana.

Se estima que la población mexamericana llegó ya a los 37.5 millones. Es decir, si la población mexamericana fuera un país, en la lista de países ordenados según el número de sus habitantes, Mexamérica seguiría a Irak, ocupando el lugar 38, y precedería a Canadá.

Más sorpresas: De cada nueve personas en los Estados Unidos, una es mexamericana (no en vano el noveno apellido más frecuente en Norteamérica es García). O visto desde el otro lado de la frontera, de cada diez mexicanos hay tres mexamericanos.

En pocas palabras, el fenómeno mexamericano es resultado de la diáspora más grande del planeta. No exagero: la diáspora más grande de la historia en el planeta.

Y se trata de una diáspora que no es temporal: 25 millones de los mexamericanos nacieron ya en Estados Unidos, y de los 12.5 millones que son inmigrantes, más de la mitad son residentes legales.

Valga la redundancia: la comunidad mexamericana tiene una larga historia, es enorme, y aunque le disguste al norteamericano xenófobo, está para quedarse en los Estados Unidos.

Además, Mexamérica seguirá creciendo. Por más que en algunos sectores de la población estadunidense se siga soñando en Make America White Again, con o sin inmigración la comunidad mexamericana seguirá agrandándose y a grandes pasos. Y por otro lado, dado que es la población más joven de Estados Unidos, su participación en la fuerza laboral de este país, que hoy es de casi 10%, aumentará considerablemente, haciéndola indispensable.

'Mexamérica: Una cultura naciendo...'
La escritora recopila ensayos, entrevistas y crónicas sobre la cultura mexamericana que ha publicado en diversos medios.

2. ¿Pero existe de verdad algo que se pueda llamar Mexamérica? ¿O eso que llamamos así es México trasplantado a Norteamérica?

Déjeme asegurarle al lector que existe Mexamérica. Que la cultura mexamericana no es la cultura mexicana en suelo gringo. Aunque sin duda está muy coloreada por lo mexicano, Mexamérica tiene colores de otros orígenes.

Naturalmente en ella se ha infiltrado de forma poderosa el mundo anglosajón. Es decir, los valores y las formas del Ameri- can way of life.

Naturalmente también, ha sido polinizada por las otras culturas latinoamericanas: en los vecindarios latinos se cumple de forma inesperada el sueño de Simón Bolívar: una cultura mestiza hispanoamericana, una mezcla de todas las nacionalidades que hablan el español en el continente.

Menos notable, pero igual de real, es la influencia afroamericana, asiática y judía en nuestros paisanos.

¿Por qué sin embargo no se reconoce a la cultura mexamericana en ninguno de los dos lados de la frontera como eso: una cultura? ¿Por qué no se le nombra como una idiosincrasia definida?

En México persiste la necia ilusión de que los que se fueron siguen siendo como los que se quedaron, de que nada les ha pasado en el viaje, nada les ha pasado en décadas de vivir en Los Ángeles o en Chicago. Hablan spanglish pero son idénticos a sus familiares de Pátzcuaro, quiere esa necia ilusión. Y tampoco se reconoce lo mexamericano en Estados Unidos. Cuando acá se habla de lo mexamericano no se le distingue ningún sincretismo entre lo gringo y lo mexicano. Como si los mexamericanos vivieran totalmente aislados de los anglosajones, asiáticos, afroamericanos y judíos.

Para muestra de la incomprensión de lo mexamericano está el hecho de que no existe ni en Estados Unidos ni en México un solo museo dedicado a la herencia mexicana en Gringolandia. Fundarlo ha sido un proyecto antiguo pero que todavía no logra tracción.

¡Qué desapointin!, diría cualquier mexamericano. Nos watchean, pero no nos quieren ver.

Cierto, los mexamericanos parecen ser invisibles: en la periferia de la cultura norteamericana y en la periferia de la cultura mexicana.

Este libro busca iluminar esa periferia. Hacerla visible. Hacerla real al lector. Haciendo reconocibles y comprensibles sus sabores, olores, sus formas peculiares, sus sonidos característicos; es decir: su música, su idioma, su colorido único.

3. El método para armar este libro me lo ha dictado mi historia personal, más que una decisión tajante. Nací en México y, sin embargo, he vivido más de la mitad de mi vida adulta del Otro Lado, al norte de la frontera. Y viviendo aquí he escrito sobre lo mexamericano durante más de diez años, a trozos, enfocándome cada vez en un evento particular: la crónica de una obra de teatro, la reseña del concierto de un grupo que toca jazz jarocho, el perfil de una academia de mariachis con alumnos de distintos orígenes, el relato de la historia del primer pintor mexamericano, el reportaje de un día de elecciones en un barrio de indocumentados... Y he ido publicando estos ensayos, entrevistas y crónicas en las revistas Nexos, Letras Libres, Emeequis, Día Siete y Proceso, y en los periódicos Milenio y Reforma.

Ahora selecciono entre todos ellos los que forman este libro. Me parece que esta selección retrata algo más que la suma de sus contenidos. Retrata el fascinante fenómeno de una nueva cultura naciendo. La formación de una nueva identidad.

Mexamérica.

4. He dividido este libro en cinco secciones:

  • Retratos de inmigrantes trazados en las artes.
  • El contexto político y social en el que viven los mexamericanos, incluyendo un apartado dedicado a la frontera, otro al fenómeno mexneoyorquino, otro a Chicago y uno más a Los Ángeles.
  • Artistas mexicanos que han dejado huella en los Estados Unidos.
  • Mexamericanos notables (más que remesas y folclor).
  • Y, por fin, el castellano en Estados Unidos.

Pienso que vale la pena chequear este escrito. ¿Está usted redi? (Espero no disapointear).

Una nota sobre el término Mexamérica

Los individuos de origen mexicano en Estados Unidos se autodenominan de varias maneras: latinos, hispanos, chicanos, mexicanos, méxico-americanos y hasta mexamericanos.

Ninguno de estos gentilicios es correcto. El término exacto para referirse a los pobladores de Estados Unidos de origen mexicano debería ser mexicano-estadunidense, mex-estadunidense o algo similar. Sin embargo, quisiera aquí disculparme por rechazarlo.

Es por buenas razones que no existe la costumbre de utilizar este gentilicio. El término es largo, fonéticamente torpe y difícil de pronunciar.

Al adoptar Mexamérica en este manuscrito no se trata de someterme al imperialismo yanqui que se apropió del nombre de todo un continente, América, para referirse a la tierra gringa, hace mucho, mucho tiempo. Más bien, es adoptar el término más descriptivo, y más importante, el que la gente de origen mexicano que vive en los EUA usa para autonombrarse.

Lo que no es casual: la palabra Mexamérica embona en la terminología que alude al origen de las distintas poblaciones que forman los Estados Unidos: mexamericano, afroamericano, asiático-americano.

Así que queda Mexamérica. Con disculpas a la corrección política.

Nueva York, marzo de 2017

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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