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Brigadas locales, el arma más eficaz contra incendios: Comisión Forestal

Un brigadista explica su trabajo tras más de 20 años de luchar contra las llamas y cuidar las áreas forestales
mar 24 abril 2012 02:38 PM
brigadistas incendios forestales
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Desde que tenía 21 años, Patricio Betancourt ha combatido incendios forestales en México. Ahora, aunque tiene más de 20 años como brigadista, no ha perdido el respeto a las llamas.

"Lo más importante en este trabajo es la buena condición física", dice Betancourt, quien es coordinador de la Unidad de Combate Aéreo de Coahuila, estado ubicado al norte del país. 

"Todos los días, los brigadistas realizamos un entrenamiento de unos 45 minutos en los que recorremos hasta 2.5 kilómetros con una mochila aspersora que pesa 20 kilos", explicó Betancourt a CNNMéxico.

En 1992 dejó de trabajar en fábricas maquiladoras para formar parte del equipo de combate de incendios forestales en su estado. Patricio recuerda que su entrenamiento consistía en subir y bajar un banquillo de 45 centímetros, equivalente al esfuerzo de caminar por las laderas empinadas de la región. 

Otra de las tareas que deben cumplir los miembros de una brigada es abrir las brechas cortafuegos, unas zanjas en el terreno de 20 metros de largo por dos de ancho.

Al atender un incendio forestal, lo primero que buscan es 'enfriar' el incendio con las mochilas aspersoras, pues las llamas pueden crecer con el viento si llegan a las partes altas de las montañas.

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Este año, el presupuesto global de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) destinado al combate de incendios y a las brigadas locales aumentó 40% respecto al 2011, a 850 millones de pesos. 

"La estrategia de dar más capacidad y poder a las brigadas locales es muy eficiente, porque hacen labor de prevención y en tiempos de mayor riesgo inmediatamente detectan los incendios", explicó Juan Manuel Torres Rojo, titular de la Conafor.

Su experiencia en 'El bonito'

Patricio Betancourt relató que el incendio que más le impresionó ocurrió en abril del 2011 en el rancho El bonito, en Coahuila.

"Me dio tristeza este incendio, porque era tan grande que no podíamos ayudar a los animales del bosque. Recuerdo haber visto cuatro osos y unos venados corriendo para alejarse de las llamas, no sé si hayan logrado escapar. La región tiene una topografía difícil", dijo.

Además de las condiciones del terreno, las fuertes ráfagas de viento complicaron las labores para sofocar el incendio, que terminó por consumir unas 200,000 hectáreas.

A pesar de que más de 500 brigadistas acudieron al lugar, tardaron dos meses en apagar las llamas. "En condiciones normales nos hubiera tomado unas tres semanas controlar un incendio así, pero debido al terreno y al clima, las llamas alcanzaban una altura de hasta 30 metros en zona de bosque y unas siete en los pastizales", explicó Patricio.

Una ardua tarea

Cuando un incendio es de una magnitud como el ocurrido en Coahuila a inicios de abril del 2011 o el actual incendio en el bosque La Primavera en el estado de Jalisco, los brigadistas deben ser cuidadosos con las pavesas, plantas o partes de árboles inflamadas que pueden propagar el incendio.

De acuerdo con Betancourt, estas se clasifican en rodantes y voladoras.

Las primeras incluyen plantas como el sotol y el maguey, que cuando se consumen por el fuego pueden desprenderse y rodar colina abajo, lo que extiende el área del fuego. Estas plantas deben cortarse y colocarse de manera que queden inmovilizadas.

Las pavesas volátiles son las piñas de los pinos que son elevadas junto con la columna de humo del incendio y pueden ser arrojadas a unos dos kilómetros de distancia, esparciendo las llamas.

Otro punto destacado de la estrategia para apagar el fuego es el apoyo aéreo. En este caso, explicó Betancourt, la comunicación entre aire y tierra es indispensable, para no realizar la descarga de agua sobre los brigadistas.

Los aviones pueden transportar unos 1,200 litros de agua y si algún miembro del equipo no logra salir del rango de la descarga, deberá recostarse y buscar algo firme de donde sujetarse para evitar ser arrastrado por la corriente de agua y evitar las piedras que puedan lastimarlo.

El año pasado, la Conafor reportó unas 950,000 hectáreas afectadas por incendios en el país; el 93% eran pastizales y el resto superficie forestal, agrega Torres Rojo.

El efecto del cambio climático

En su Programa Nacional de Protección Contra Incendios Forestales, la Conafor integró al cambio climático como uno de los nuevos desafíos que enfrenta.

Este punto fue incluido luego de que de 2010 a 2011, el número de incendios reportados en el país aumentó de 6,100 a 12,100.

La explicación de la Conafor va de la mano con el registro de eventos climáticos extremos que no se habían tenido antes.

"Hemos observado que aumentó el número de regiones que registraron mayor humedad, lo que ocasionó el crecimiento de mayor cobertura orgánica que se secó con las heladas. Esto dio como resultado más material combustible para el desarrollo de incendios forestales", detalló Juan Manuel Torres Rojo.

Y en la práctica, Patricio explica que la temperatura ha sido mayor en algunas partes del territorio, factor que no solo favorece la expansión de las llamas, sino que ocasiona mayor agotamiento en los brigadistas.

Por el momento, él es positivo frente a la magnitud de los incendios en el norte del país, ya que han tenido algunas lluvias.

“Este año, la temporada de incendios forestales no será tan drástica, pero todavía no cantamos victoria porque seguimos en la temporada crítica. Hemos tenido algunas lluvias, a diferencia del año pasado que no tuvimos ni una gota”.

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