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La cosecha de un valioso hongo 'provoca' erosión de praderas en Nepal

El alto valor de esta planta medicinal atrae a miles de campesinos, pero el terreno en el que crece cada año está más dañado
vie 13 julio 2012 11:19 AM

Ram Bahadur Jafra y sus dos hermanos se acomodan en cuclillas en el campo, buscando entre hebras de pasto y viendo detenidamente al suelo. Han viajado cinco días a pie a una pradera a 4,300 metros de altura, en las profundidades del distrito de Dolpa, en Nepal.

Como ellos, decenas de miles lo hacen cada año, para cosechar un producto muy valioso del terreno de las grandes alturas: el hongo de oruga del Himalaya, también conocido como el viagra del Himalaya.

El hongo de oruga, o como lo llaman en tibetano, yartsa gunbu, que significa “pasto de verano, gusano de invierno”, crece cuando un hongo parásito infecta a las orugas debajo de la tierra, las cuales se convertirían en polillas de no haberse infectado.

Después de que el hongo momifica a la oruga bajo tierra, brota entre el pasto. Es esta pequeña protuberancia la que los cosechadores buscan durante semanas cada primavera.

Unas 100 personas gatean por el campo en un silencio meditativo hasta que un solo buscador deja salir un gritito emocionado. Docenas corren para ver pero Jafra es el primero en llegar.

La mujer que lo descubrió usa un picahielo para cavar un hoyo de unas seis pulgadas de diámetro. Después levanta un montón de tierra y finalmente lo saca. La multitud murmura acerca de su valor: "¡es pequeño, solo 300 rupias!" (unos 3 dólares). Un intermediario le ofrecerá esa cantidad y después lo llevará a un mercado en el Tíbet para venderlo tres veces más caro.

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Jafra explica: "Ponemos atención cuando otras personas los encuentran. Esta es la primera vez que asistimos a la cosecha. Hemos estado aquí durante casi una semana y no hemos encontrado nada porque no sabemos cómo se ven y no sabemos lo que estamos buscando".

Como muchos otros, Ram y sus hermanos viajaron a la cosecha apostando solo a la suerte y la esperanza. "La gente en nuestra villa habla del dinero que se gana, entonces vinimos", dice.

Los rumores de riqueza tienen fundamento. De acuerdo con los expertos, el valor en el mercado del yartsa gunbu aumentó en un 900% entre 1997 y 2008.

Un estudio dice que 500 gramos del yartsa gunbu de la mejor calidad puede venderse por hasta 3,000 dólares en Lhasa, Tíbet, o hasta por 26,000 dólares en Shanghai, China. Las ganancias anuales promedio en las montañas del centro y del lejano oeste rural de Nepal, en donde viven muchos campesinos, es de solo 283 dólares, de acuerdo con información oficial del gobierno.

La policía de Dolpa espera que 40,000 personas migren al distrito este año. La afluencia de migrantes cosechadores dice mucho del aumento global de la mercantilización del yartsa gunbu. Valorado en las prácticas medicinales chinas y tibetanas tradicionales por su poder como elixir o como afrodisíaco, en años recientes el nombre comercial del producto como el viagra del Himalaya ha impulsado tanto la demanda como su valor alrededor del mundo.

Pero la avalancha sin precedente de cosechadores tiene preocupados a varios observadores por los impactos ambientales de este boom económico.

"Mira las montañas", dice Gyalpo Thandin, estudiante en Dolpa, "están todas desgarradas por la gente que ha estado escavando. Para el próximo año estarán desiertas".

Thandin, que estaba de visita en su casa para la cosecha, recuerda cuando la temporada de la yartsa gunbu era una recompensa local, no una competencia comercial. "Hace solo 5 años lo números eran más bajos", dice. "Cada año vemos a más personas venir y más terreno dañado. La gente viene y lastima la tierra con sus herramientas y se seca".

Y explica que los yaks de su familia murieron en los inviernos recientes por la falta de pasto causada por la cosecha.

Las medidas de protección ambiental ofrecen algo de esperanza. Hace seis años, un comité de líderes de la comunidad en Dolpa instituyeron un sistema de cobro de impuestos a los cosechadores, en un intento por controlar el número de visitantes y asegurar que la comunidad local no se vea afectada a pesar de los cambios ambientales.

El comité cobra a los locales 1,000 rupias (11 dólares) y a los extranjeros 3,000 rupias (33 dólares) para poder ser parte de la cosecha. El sistema pretende gastar el dinero en medidas de protección ambiental y para subsidiar alimentos destinados a las villas en el distrito.

Otros sistemas similares existen en áreas de cosecha a través del Himalaya. Sin embargo, algunos se preocupan de que la medida sea poco efectiva.

Un exmiembro del comité, quien pidió permanecer en el anonimato, sugiere que el cobrar la entrada apara cosechar solo lo hace ver más valioso y, como resultado, ha atraído a mas campesinos. "El objetivo del sistema era cobrarle a la gente y así limitar el número de personas que quisieran venir a cosechar, pero poniéndole precio a la entrada podríamos estar alentando más a la gente", dice.

Un experto en el hongo de oruga del Himalaya, Daniel Winkler, ecologista y geógrafo, piensa que el futuro de las cosechas depende de factores como la intensidad de la recolección, la cantidad de lluvia y el cambio climático.

"Siglos de recolección indican que el hongo de oruga es un recurso relativamente resistente", explica.

Pero su investigación sugiere que la sobreexplotación contribuye a que una menor cantidad de esporas del hongo sean esparcidas para la próxima temporada. Winkler cree que la educación es el elemento clave para promover un recurso sustentable para la conservación.

"El conocimiento de la reproducción de los hongos y establecer una fecha límite de la temporada de recolección, pueden permitir la suficiente dispersión de esporas para garantizar la sustentabilidad", añade.

Mientras las comunidades en Nepal, uno de los países más pobres del mundo, lidian con la necesidad económica y el aumento del deseo por productos de alto valor como el yartsa gunbu, los esfuerzos de conservación requerirán de cooperación entre los líderes en un nivel local, distrital y nacional.

No hay duda de que esta fiebre del oro del Himalaya ayuda a las economías rurales. Mantenerlas para las futuras generaciones será el reto.

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